El dulce sabor del amor

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- Murray – Llamó Drake al chico antes de que saliera. - ¿Podrías darme un pedazo de ese postre que se llama pasión oscura?

- En el refrigerador del fondo lo encontrarás, es el que tiene encima trozos de canela.

- Gracias.

Drake tenía curiosidad sobre el postre, más que nada por el nombre "Pasión Oscura" se sirvió un trozo y en cuanto lo probó, lo reconoció de inmediato era el que ella le había enviado y con ello ganado la apuesta. Pero de pronto le entró una duda y al ver a Sally entrar le preguntó.

- Sally ¿desde cuándo está "pasión oscura" en el menú?

- Mmm, varios meses ya. Es el favorito de muchos.

- ¿Meses?

- Sí... meses...

¿Ósea que la inocente Candy había hecho trampa? Vaya dulce venganza que tendría que llevar a cabo...

 

Drake la observaba con detenimiento desde donde estaba, había salido de la cocina hacía varios minutos con la finalidad de encararla y anunciarle que estaba más que dispuesto a cobrar la apuesta. Pero se había detenido al verla atender a las personas, ella tenía personal para eso, pero parecía que era algo que también disfrutaba, la vio sonreír a un abuelo que se llevaba un enorme pastel y darle una galleta a un niño que lloraba a pesar de los esfuerzos de su madre por callarlo, logrando lo esperado. Unos jóvenes habían deambulado por el local sin decidirse de inmediato y todo indicaba que compraban no solo por las delicias que se vendían allí, sino también por poder ver a Candy, sonrió sintiéndose de pronto identificado con ellos.

No recordaba el momento exacto pero, un día particularmente estresante había decidido salir a caminar, las cosas no marchaban como él quería y estaba a punto de explotar, no quería hacerlo con sus empleados y sin más había salido del edificio de la compañía. Un delicioso aroma había de pronto no solo llamado poderosamente la atención a su olfato sino que, como descubrió después, le había calmado por completo.

A través de la cristalera la había visto, riendo y charlando con los clientes mientras les atendía, a riesgo de sonar cursi, ella tenía la expresión más hermosa en un rostro sonriente que había visto en su vida. Se le formaba un solo hoyuelo en el lado derecho y sus ojos brillaban con una expresión entre divertida, pícara e inocente. Su sonrisa era amplia, sincera e incluso refrescante. Se dirigió al interior sin apartar la vista de ella, había sido una mezcla se decía en ese momento, el aroma delicioso, la jovialidad y el encanto de la chica del mostrador lo que le había conducido adentro sin pensarlo dos veces.

En ese momento ella partía unos pedazos de pastel a unas señoras, el teléfono había sonado y poniéndoselo entre la oreja y el hombro había seguido atendiendo a todo el mundo. ¿Por qué no había esperado a que ella se desocupara? Si lo hubiera hecho quizás así Candy lo hubiera visto a la cara por lo menos, le había preguntado qué era lo más delicioso de su menú y ella arrugando el ceño mientras cortaba más rebanadas de pastel había contestado con toda la seguridad del mundo que "todo era delicioso", para luego ponerle delante y sin siquiera dirigirle una mirada un pastelillo de moka, que efectivamente estaban estupendos. Casi era adicto a ellos, así como a la necesidad de saber más acerca de ella, la chica del mostrador como solía llamarla.

 

Como nunca en su vida había tratado de llamar la atención de una mujer, ella se limitó a andar de un lado a otro atendiendo aquí y allá, otro chico le cobró y tuvo que irse muy a su pesar pues no tenía más pretextos para quedarse, excepto comprar todo el establecimiento.

Así que al siguiente día había pedido a su secretaria que localizara el teléfono del lugar y pidiera servicio a domicilio, bajó a propósito para ver si ella era la que hacía la entrega y así toparla en el ascensor, cuál fue su sorpresa al tener éxito pues una chica iba cargada de cajas de pastelillos y tomaba el mismo ascensor que él, ella intentaba apretar el botón del piso al que iba, cosa imposible ya que parecía no querer dejar a un lado sus cajas o asomar un poco más su rostro y él deseando que lo hiciera la contemplaba divertido. Por fin se había decidido a ayudarla y en cuanto ella llegó a su piso salió lo más rápido posible tirando en el proceso una cajita con un pastelillo, el cuál por supuesto se comió. Hubo más pedidos por parte de él y toda la empresa que también se habían aficionado a ellos, pero ya no volvió a toparse con ella, por lo general por su apretada agenda, la cual se había incrementado últimamente.

Hasta ese día hacía poco, por fin había podido verla y entablar una conversación y hecho mucho más pues había logrado que su hermano la contratara para el próximo evento de la empresa, sabiendo así de paso que era la dueña de Creaciones Apasionadas, que era la creadora de esos pastelillos y que no podía tener mejor nombre: Candy.

¿Debía echarle la culpa al sabor de sus creaciones el hecho de que buscó la forma de seguirla viendo?

- No lograrás nada si solo te limitas a observar.

- ¿Cómo dices? – Volteó enseguida al escuchar la voz y sonrió al ver a Silk.

- Creo que me has oído demasiado bien.

- He descubierto que tu amiga ha hecho trampa.

- ¿Candy? Eso es... ¿es cierto? – Silk lo miró asombrada.

- ¿La dulce Candy no es capaz de algo así? No lo creo.

 



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En el texto hay: diversion, amor, resposteria

Editado: 05.12.2020

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