Cuidado con agregar demasiados ingredientes.
Los resultados no siempre resultarán como uno espera.
Apasionadamente rico, K. Candy.
Todo estaba resultando un verdadero desastre. Su intención era ponerse a preparar postres no el besarse toda batida de mermelada con él y es que si iba a haber besos por lo menos ella tenía que haber estado bien limpiecita, oler a rosas, lavanda o algo así, llevar un vaporoso vestido blanco, una florecilla en el pelo y.... ¿Qué rayos? Se detuvo de su furiosa retirada y pateó el suelo molesta por los pensamientos que se le habían atravesado.
- Oye, que te puedes romper el pie si pateas con esa fuerza el piso.
Candy levantó la vista azorada y se sorprendió sobremanera al ver a quien tenía enfrente.
- ¡Mark!
- El mismo en persona. – Le sonrió, su gesto dio paso a la preocupación en cuanto vio con toda claridad su lamentable estado. - ¿Algo salió mal en la cocina? ¿Algunos de tus experimentos no resultaron? Raro, todo te sale delicioso. – Se acercó a ella.
- Si supieras...
- Y yo que pensaba que salirte de Callaham había sido beneficioso para ti.
- Créeme, fue sumamente beneficioso, lo único que lamenté fue el que ya no podríamos vernos como antes. – Mark se acercó y empezó a limpiarle el rostro con un pañuelo.
- Ya sé, soy inolvidable. – le dijo él con una sonrisa sin dejar de limpiar o al menos de intentarlo.
- Déjalo, creo que soy caso perdido. Necesito una ducha.
- ¿Necesitas mi ayuda?
- Muy gracioso. – Le golpeó el brazo.
-
Un entusiasta grito interrumpió la queja de Mark.
- ¡Drake!
Tanto ella como Mark voltearon a la fuente del sonido.
- Barbie rosa chicle ha llegado. – Dijo ella con más tristeza de la que debería al ver a la bella mujer llegar con rostro radiante e ir hacia Drake, quien estaba parado como una estatua, lo curioso era que veía hacia donde estaba ella y Mark y parecía ajeno a la presencia de Barbie.
- ¿Barbie rosa chicle? – Mark empezó a reír. – Necesitas una ducha querida, vamos. – La tomó del brazo sin importarle que eso le ensuciara, Candy aceptó alejándose de allí, era preferible a quedarse y observar una escena melosa entre Barbie y Drake.
****
- ¿Quién era ese? – Fue lo primero que Drake dijo frente a Melissa.
- Esperaba un hola por lo menos, serás mal educado...
- Hola. ¿Quién era ese? No recuerdo haberlo invitado.
- Es Mark Callaham, de la famosa empresa pastelera Callaham, único hijo varón de los dueños, y también el único agradable por cierto. ¿Quién va ayudarme con mis maletas? ¿Drake? ¡Drake!
- ¿Cómo rayos se conocen? ¿Y qué hace aquí alguien de esa área? No tiene nada que ver con...
- ¿Con un agradable fin de semana en el campo?
- No, conmigo. No tiene nada que ver conmigo. – Seguía frunciendo el ceño y devanándose los sesos intentando saber qué hacía allí el tal Callaham.
- Quizás sí con tu hermano. ¿Podrías por favor hacer que alguien me ayude con las maletas?
- Claro. – Pareció reaccionar al fin a la presencia de Mellisa. – Lo siento. Enseguida te ayudo.
- ¿Tú? ¿No hay empleados?
- Muy pocos, lo indispensable. – Vio pasar al chofer.
- Charly ayuda a la señorita a llevar esto ¿quieres? Y ¿Has visto a una de las dos personas que trajiste esta mañana?
- La señora Silk únicamente, está cerca del lago comiendo fresas.
Candy se había ido del brazo de aquel tipo ¿A dónde? La lógica decía que a tomar un baño, pero... ¿sola? ¿Sería posible que...? Salió corriendo en dirección a la habitación de ella. Antes de tocar la puerta, pegó su oreja intentando oír algo. Tocó y no obtuvo respuesta, volvió hacerlo y nada. Sin pensarlo más abrió y no vio rastro de nadie.
- ¿Candy? – Dijo suavemente, casi con cautela.
- Oh cielos, esto es delicioso... - Fuerte y clara le llegó la voz de ella, ronca, cargada de satisfacción. – Mmm, sí... - Sus suspiros eran tan fuertes que Él podía oírlos con claridad. – De-li-cio-so... - Seguía diciendo ella entre suspiros. Lo último fue más claro aún, lo que indicaba que ya había cerrado la llave de la regadera. Sintió algo caliente recorrer sus venas, cosa jamás experimentada antes, ahora entendía la expresión esa de "ver todo en color rojo". Fue hacia el baño y vio como el vapor ascendía aun por la ducha, obstaculizándole ver bien hacia dentro. Con furia de un manotazo apartó la puerta corrediza y se quedó de piedra al ver a una Candy toda mojada, sola... y desnuda.