- Claro. –Le respondió de manera fría y esperaba que cortés. Lo vio parpadear como si estuviera confundido, genial pensó. La boba Candy se había acabado. - ¿Vamos? – Le preguntó al ver que él no se movía.
- ¿Está todo bien? – Preguntó él con cautela.
- Mejor, imposible. – Dijo Candy con paso firme hacia la cocina.
- ¿Por qué siento que te gustaría verme de cabeza en el estanque?
- Idea tuyas... - farfulló pensando que sí que le gustaría verle de cabeza allí pero sin posibilidad alguna de salir.
Llegaron a la cocina y en vista de la distante actitud de su linda pastelera, Drake decidió provocarla. Tiró supuestamente de manera accidental dos cuencos que cayeron con estrepito entre él y Candy, ella dio un brinco y corrió a levantarlos.
- Menos mal que no eran de vidrio. – Le dijo con mirada acusadora y luego siguió añadiendo decoraciones finales a los postres ignorándole por completo, frustrado pasó al siguiente objetivo: unas manzanas, bastó hacer rodar de manera sigilosa una y las demás le siguieron al suelo logrando sacar a Candy nuevamente de su ensimismamiento. - Esas manzanas no se han caído solas. – Le acusó. - ¿Qué pasa con tus manos hoy?
- Están ansiosas. – Respondió con voz sensual y ella se limitó a mirarle con frialdad. Una cuchara pastelera siguió el camino de los objetos anteriores y esta vez ella no dijo nada pero sí que lo miró con confusión.
- Si esto sigue así... - Empezó ella a decirle.
- ¿Qué...? ¿Qué harás? – La provocó lanzando por los aires una bella fuente y disfrutando ver como ella achicaba los ojos por el ruido al caer para luego mirarlo enojada.
- ¿Qué haré? ¡Lo próximo que tires me lo quedo! – Espetó furiosa y esa furia dio paso a la más completa perplejidad cuando vio que al decir sus palabras él de inmediato se tiraba al piso. - ¿¡Qué haces!? – Gritó.
- Quédate conmigo. – Le dijo desde el piso y su perplejidad dio paso a la risa, la sintió burbujear desde su interior y salir con fuerza por su garganta, Candy se inclinó sobre él aun riendo. - ¡No puedes decir ahora que no!
- No. No puedo decirlo. – Se inclinó y lo besó. Drake no desaprovechó la oportunidad y la tomó por la nuca para profundizar el beso. Lo hizo con tanta rapidez que ella se fue contra su pecho y cayó con fuerza haciendo que el beso fuera interrumpido, sin embargo Candy no parecía dispuesta a dejar de reír. Drake parecía más que dispuesta a quitarle la risa, la acomodó con cuidado en el suelo y esta vez logró al besarla que ella se callara por fin.
- Bueno, creo que ustedes no van a querer postre ¿verdad? – Silk los miraba desde la puerta. - ¡Verdad! – Gritó para hacerse oír y aun así no lo consiguió. Pasó por encima de ellos y llevó dos pasteles hacia afuera, al tiempo que farfullaba sobre lo buena amiga que era. Regresó en dos ocasiones más para llevar los postres y evitar que los vieran, la tercera vez no los vio por ningún lado y sonrió con picardía pensando en lo que Candy estaría haciendo en ese momento.
Era una locura pensaba Candy mientras era llevada por Drake a toda prisa a través de la a casa rumbo a las habitaciones. Sabía que estaba actuando por impulso y gracias al gesto tierno de él, no se fiaba todavía pero la realidad es que no quería pensar demasiado. De pronto él se detuvo en su apresurado paso y ella chocó contra su espalda.
- Estás pensando demasiado. – Le dijo y la besó logrando que todas sus inquietudes se borraran.
- Juegas sucio. – Atinó a decir y pegó un pequeño grito cuando él la tomó en brazos. - ¡No!.
- ¿Por qué no?
- Nos van a ver. – Susurró ella lanzando miradas hacia atrás como esperando que alguien apareciera.
- Silk ya nos vio. – Acotó él.
- Sí, pero es... es Silk. ¿No deberíamos regresar con los demás? – Propuso si bien, con voz débil esperando que no tuvieran en realidad que hacerlo.
- ¿Eso quieres? – Le pregunto frunciendo el ceño.
- No en realidad. – Admitió con un suspiro derrotado.
- Bien. – Dicho eso, retomó su dinámico paso hacia su habitación.
Probar, probar y probar.
Es la clave para que todo al final salga bien.
Nada sale perfecto nunca a la primera.
Apasionadamente rico. K. Candy.
- Nada sale perfecto nunca a la primera....- Decía Silk siguiendo a Candy por toda el área de cocina.
- Ajá. – Se limitó Candy a contestar mientras tiraba con todas sus fuerzas una gran cantidad de masa a la mesa.
- ¿Es que nos vas a escucharme?
- Te estoy escuchando. – Matizó cada una de sus palabras. – Y debo añadir que me has dicho lo mismo desde que volvimos. Me disculparás si es que lo siento repetitivo. –Dijo ironizando.
- Él por lo menos tiene derecho a que le dejes dar explicaciones ¿no crees?
- Bueno, quizás tengas razón. – Candy volteó hacia su amiga y vio como Silk esbozaba una sonrisa tan grande que temió se le saliera de la cara y para evitar tal cosa remató diciendo.- Por supuesto que debo dejar que me explique porque cuando me puso sobre su cama encontré otra mujer entre las sabanas. – La sonrisa de Silk desapareció. - ¿Hay explicación para ello?
- ¡Claro que la hay! Se equivocó de cuarto esa loca. Tú simplemente saliste de allí y no te permitiste ver que fue una simple equivocación de habitación.
- ¡Lo único que quiero que me expliquen es porque en este momento pareces más amiga de él que de mí!
- Porque soy tu mejor amiga no pienso permitir que dejes ir a ese hombre solo por un mal entendido.
- ¿Mal entendido? ¡Mal entendido! – Explotó Candy. - ¿Desde cuándo encontrar otra mujer en la cama del hombre con el que estás a punto de hacer el amor es un mal entendido? ¡Desde cuando! ¿Tienes una maldita idea de lo que sentí cuando esa estúpida dijo... dijo...? – No pudo más y se echó a llorar mientras Silk la abrazaba. A su favor podía decir que era la primera vez que lo hacía, se había obligado a no permitirse derramar una lágrima por él. Esa actitud la estaba consumiendo más rápido. Tenía ya una semana que todo eso había pasado y ella simplemente era una autómata que caminaba, comía y trabajaba, sobre todo trabajaba. Sin permitirse sentir más.