El dulce sabor del amor

21

La vio meterse en el ascensor y pulsar el piso donde estaba la oficina de Drake, tragó saliva y se metió en el otro elevador para seguirla, llegó segundos después y la vio doblar justo a la oficina de él, sintió algo frío recorrer su columna, sus manos sudaban y el corazón le latía a mil por hora. Se detuvo un momento a recuperar el aliento, cosa rara puesto que en realidad ni había corrido. Se apoyó contra la pared un momento intentando retomar las fuerza y el valor para alcanzar a Silk... ¡Silk!, presurosa avanzó pero ya le había dado segundos invaluables de ventaja, pasó como un rayo frente a la secretaria que distraída miraba embobada la computadora, dedujo que tampoco había visto a su amiga pasar. Una exclamación de sorpresa masculina llegó a sus oídos seguido de un...

- ¡Silk! ¡¿Qué estás haciendo?! – Era la inconfundible voz de Drake quien lucía todo embarrado de chocolate en la parte superior de la elegante y seguramente carísima camisa. El cuadro era completado por Silk aventándole todos y cada uno de los pastelitos de moka y Drake esquivándolos. La escena era tan surrealista que se hubiera echado a reír de no ser por todo el trasfondo de la historia.

- ¡Silk! – Gritó con todas sus fuerzas y ambos pararon. Ella de aventar pasteles y él de evitarlos.

- Candy... ¿Qué haces aquí? – Silk preguntó.

- ¿Que qué hago aquí? Bueno, a juzgar por lo que veo evitar que sigas intentando matarlo a pastelazos.

- No intentaba matarlo. – Silk respondió ligeramente apenada, solo ligeramente. – En todo caso ¿quién moriría por estos pastelitos? Él seguro no, y es una lástima. – Le dirigió una mirada asesina, pero Drake solo tenía ojos para Candy.

- ¿No? ¿Qué intentas entonces? Vámonos ¿quieres? Lo siento – le dijo a Drake con la voz forzada. – es decir, siento lo de tu camisa y el desastre que Silk ha hecho.

- Se lo merece. – Acotó Silk.

- Quizás, pero no es la manera y lo sabes. – La reprendió Candy.

- No, pero te aseguro que ha sido supremamente liberador.

- ¿En serio? – Habló Drake por fin.

- En serio.- Remarcó Silk.

- Vaya desperdicio de comida. – Gruñó Candy y tomó el pastel que estaba en el escritorio, la parte superior destruida pues estaba en la camisa de Drake. Miró a Silk y como si esta supiera lo que se estaba preguntando le dijo:

- Se lo lancé en cuanto entré.

- Ya veo.

- Candy... si tengo que pasar por esto para que me escuches.

- Cállate. – Respondió Candy enseguida. – Yo no organicé nada de esto. Silk apenas se enteró de todos los detalles y vino a... a hacer esto.

- Se llama venganza, en este caso dulce venganza... nunca antes mejor dicho y aplicado. – Replicó Silk ganándose una mirada reprobatoria por parte de Candy.

- Vámonos Silk.

- No, espera... por favor... ¿Qué tengo que hacer para que me dediques un mísero minuto y me escuches? – Dijo Drake saliendo detrás del escritorio y avanzando hacia ella, instintivamente Candy empezó a ir hacia la salida. – Por favor, creo que merezco por lo menos presentar mi defensa. Explicar que pasó, ni eso me has permitido.

- ¿Pero es que hay lugar para explicar algo? A mí me quedó todo muy claro. ¿A ti no Silk?

- Pues, es cierto que tiene derecho a explicar ¿no? Y no me habías dicho que había intentado explicarlo todo.

- No te entiendo Silk, juro que no te entiendo. Vienes a darle de pastelazos y luego resulta que merece ser escuchado.

- Hasta el más miserable criminal tiene derecho a defenderse.

- Gracias Silk... creo. Y te he buscado por todos lados y tú simplemente has huido de mí Candy, merezco ser escuchado, por favor... - Le rogó.

- Anda, escúchalo. – Pidió Silk y salió de la oficina.

- Habrase visto tremenda traidora. – siseó Candy.

- Por favor... ¿sí? Por favor. –Drake se fue acercando poco a poco y Candy juraría que podía poner ojos de gatito mimoso. Su resolución la sintió tambalear y empezó a caminar hacia atrás sin dejar de verlo. – No huyas de nuevo por favor.

- Te lo he puesto fácil, soy yo la que está aquí, pero que quede claro que fue por evitar que Silk hiciera una tontería.

- Y la hizo, pero le estoy infinitamente agradecido porque eso te trajo hasta aquí.

- Tienes un minuto. – Le dijo sin más y miró su reloj.

- No tengo idea de porque Miranda estaba en mi cama, es una antigua novia es cierto, pero jamás la invité a mi cama ni mucho menos. Ella simplemente se coló allí a esperarme, a veces lo hacía y bueno, pasaba lo que pasaba pero siempre fue mientras ella o yo no tuviéramos compromiso y...

- Es que tú no tienes ningún compromiso. – Remarcó ella. – Lo que más odié es que no fueras sincero, pero pedía demasiado ¿verdad? Si no podías conseguir algo conmigo ella estaba más que dispuesta a funcionar como repuesto.

- ¡Claro que no! Desde que te atravesaste en mi camino juro que nadie más ha estado en mi mente.

- Claro... - Su mente, pensó Candy, nunca su corazón. Algo dentro de ella se marchitó. – Que lindo suena: Desde que te atravesaste en mi camino.

- Es lo mejor que me ha pasado ¿De qué manera quieres que te lo demuestre? – Su tono apresurado y casi angustiado la debilitó nuevamente.

- No lo sé... - Dijo considerando darle una nueva oportunidad, él lo notó y se acercó a ella quedando muy cerca.

- Dímelo, lo que sea. – Diciendo eso entró sin aviso el hermano de Drake a la oficina y este masculló una maldición.

- ¡Ah! Hola ¿pediste pastelitos? – Al ver el desastre de la ropa de su hermano sonrió divertido- Ya sé que te gustan pero, no es para que comas de esa manera ¿no te parece?

- Muy gracioso... ¿podrías dejarnos solos por favor?

- Ok, ok. Yo solo venía a decirte que Miranda te está esperando y ya sabes que odia los retrasos.

- ¿Miranda...? – Preguntó Candy sintiendo literalmente fuego en la sangre.



#2957 en Novela romántica
#897 en Chick lit

En el texto hay: diversion, amor, resposteria

Editado: 05.12.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.