El dulce sabor del amor

FINAL

Todo mal inicio, no tiene necesariamente

Un mal final.

Aun así lo que empieza no tiene por que acabar.

La comida, los postres, el chocolate,

Debe ser como el amor, siempre debe haber,

En abundancia, sin restricciones... por siempre.

Apasionadamente rico. K. Candy.

- ¡Señor Kensington! – Le llamó un empleado a lo lejos que corría hacia él.

- Demonios. – No quería que nada le distrajera de su nuevo intento por reconquistar a Candy, aun no estaba seguro de si sus planes darían fruto.

- Le están buscando. – Dijo el empleado sin aliento al llegar.

- Más tarde. – Y se encaminó dispuesto a sacar a Candy de las garras del tal Callaham. Justo cuando lo hacía, Candy le miró y le dirigió tal mirada asesina que lo dejó parado en seco. Lo que le hizo reaccionar fue que Candy, SU Candy tomaba del brazo a Callaham y se encaminaba seguramente a donde él había ordenado la instalaran. Pero el empleado le llamó de nuevo y él vociferó en voz alta. - ¡Ahora no!

- La señorita Miranda está aquí. – Le dijo el intimidado hombre en voz quizás demasiado fuerte puesto que llegó a los oídos de Candy, quien se quedó parada un momento solo para voltear a verle lo necesario para mandarle otra mirada fulminante y Drake se quedó petrificado de nuevo.

- Bien. – Fue todo lo que dijo y ejerció un total e increíble autocontrol de sí mismo para no masacrar al inocente empleado. – Ve y dile que venga a las cocinas y que si no lo hace, se olvide del contrato. Más vale corras. – Gruñó al final.

Dicho eso fue detrás de Candy. Esta vez no escaparía, no le daría la oportunidad. Nunca más.

- Camina más rápido, ¡más rápido! – Le decía Candy a Mark mientras literalmente le arrastraba.

- ¿Pero que pasa bomboncito?

- No quiero toparme con alguien.

- ¿Con Kensington?

- ¿Cómo sabes? – Medio le volteó a ver sorprendida pero empeñada en correr.

- Lo vi de reojo hace un momento cuando estabas riendo y a decir verdad creo que me quería arrancar la cabeza. Así que has pescado al escurridizo de Drake Kensington, ¿sabes lo que le haces a mi pobre corazón? – Finalizó teatralmente para añadir quejándose: - ¿Y a mis pies?

- No digas tonterías.

- Si quieres huir de él deberíamos hacer esto. – La detuvo y antes de que Candy se diera cuenta iba por los aires en los brazos de Mark quien empezó a reír al ver la cara de incredulidad de Candy. – Debería echarte sobre mi hombre como un cavernícola. Pero llevarte así era una de las cosas que siempre quise hacer con una chica.

- ¡Detente Callaham! – Le rugió Drake a pocos pasos.

- ¿Te he dicho que también había querido ser usado para dar celos? – Le dijo Mark riendo a una Candy que aún no se creía lo que pasaba.

- ¡Bájame! ¡Estás loco! – Dijo Candy al fin.

- Tenemos que esperar que él llegue tontita. – Le dijo susurrando.

- ¡No quiero verlo nunca más!

- Mentirosa...

Un fuerte tirón hacia un hombro de Mark proveniente de Drake lo desestabilizó haciendo que se fuera para atrás, no cayó por que Drake no se lo permitió, sin duda para evitar que Candy se lastimara. En su intento por no trastabillar más, Mark se descuidó y Candy cambió de brazos.

- ¿Qué hacías en los brazos de este tipo? – Le espetó Drake a Candy.

- Soy Mark Callaham. Mucho gusto ¿podrías devolverme a Candy? Tenía prisa así que la llevaba de la manera más rápida posible.

- Tú ni siquiera deberías dirigirme la palabra. ¡Bájame!

- Callaham más vale salgas de aquí, si quieres hacerlo en una sola pieza. – Como amenaza era lo suficientemente clara y directa, pero Mark se limitó a cruzarse de brazos y verlos a los dos. Al verlo, Drake puso a Candy con cuidado en el suelo y se fue hacia Mark dispuesto a darle un puñetazo, pero Candy se interpuso antes.

- Mark por favor... hablamos luego, ¿podrías dejarme a solas un momento?

- Solo porque tú lo pides. Pero, ¿estás segura? – Le dijo aparentando preocupación y al ver que ella asentía se alejó no sin antes guiñarle un ojo de manera que solo ella lo viera. Al verlo alejarse se volteó hacia Drake.

- Tu también por favor, vete...

- No.

- ¿Tienes idea de lo que tengo que hacer ahora mismo? Tengo que dejar listos los postres para tus trecientos invitados, estoy tensa, nerviosa y tú incrementas todo eso. No me importa nada ya, solo hacer esto y no verte nunca jamás en la vida.

- Nunca vuelvas a decir nunca jamás. – Le dijo Drake con voz dolida y ella por un segundo lo sintió devastado y también herido, ¿sería posible?

- Solo déjame sola.

- Lo haré pero solo por un momento, no pienso volver a hacerte caso en esto. – Dicho eso, se fue sin permitirle responder.

Minutos después pese al bullicio y la casi locura de ordenar y terminar de decorar los postres, Candy seguía estando abstraída.

- ¿Qué te pasa Jefa? Ese no lleva merengue azul. – Le dijo uno de los chicos a una despistada Candy.

- ¡Lo siento! No sé qué me pasa.

- ¿Estas enamorada cierto? – Le respondió una voz familiar, tanto así que sintió un viejo y conocido dolor. Volteó a ver a la mujer y si bien no la reconoció del todo, la voz le decía que era Miranda. Era malditamente impresionante, alta, cuerpo perfecto, rubia... maldita fuera.

- ¿Qué haces aquí? No puede pasar nadie que no sea del personal. Fuera. – Le dijo sin contemplación alguna. ¿Qué hacía esa mujer allí? ¿Había llegado a burlarse?

- Me iré por supuesto. – Le sonrió felinamente y Candy quiso sacarla arrastrando del pelo, no sería tan difícil pensó, era más alta pero ella tenía fuerza. – Drake me pidió que viniera.



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En el texto hay: diversion, amor, resposteria

Editado: 05.12.2020

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