El eco de la magia

Capítulo 1: El Misterio de Nya

Cael no pudo dormir esa noche. Después de la inesperada aparición de Nya, su mente giraba en círculos, llena de preguntas para las que no tenía respuestas. ¿Quién era esa joven? ¿Cómo había llegado al valle sin ser vista? Y, lo más inquietante de todo, ¿cómo podía escuchar las runas como él?

Cuando el sol comenzó a asomarse por el horizonte, decidió que era momento de buscar respuestas. Se dirigió hacia la casa de sus padres, donde Lunara y Kieran ya estaban despiertos. Lunara estaba preparando un té mientras Kieran revisaba un mapa del valle, pero ambos levantaron la vista al notar la expresión preocupada de su hijo.

—¿Algo pasó? —preguntó Kieran, su tono alerta de inmediato.

Cael se sentó frente a ellos, cruzando los brazos.

—Anoche, en el círculo… apareció alguien.

Lunara frunció el ceño, dejando la tetera a un lado.

—¿Quién?

—Una joven. Dijo que se llama Nya, y que viene del otro lado.

El silencio en la habitación fue inmediato. Kieran entrecerró los ojos, mientras Lunara se sentaba lentamente junto a su hijo.

—¿Del otro lado? —repitió Lunara, su tono lleno de preocupación.

—Eso dijo —respondió Cael, inclinándose hacia adelante—. Pero lo extraño es que… las runas reaccionaron a ella. Y dijo algo más: que podía escucharlas como yo.

Lunara y Kieran intercambiaron una mirada rápida, y luego Lunara habló en voz baja.

—Si realmente viene del otro lado, eso podría significar que algo está interfiriendo con el puente que creamos. Las runas deberían mantener el equilibrio estable.

—¿Dónde está ahora? —preguntó Kieran, con los brazos cruzados.

—No lo sé. Desapareció antes de que pudiera preguntarle más.

Kieran gruñó suavemente, poniéndose de pie.

—Voy a patrullar el valle. Si alguien más ha visto algo, me lo dirán.

Lunara asintió, pero colocó una mano en el brazo de Cael antes de que pudiera levantarse.

—Si la ves de nuevo, ten cuidado. Si puede escuchar las runas, eso significa que tiene un vínculo con ellas, pero no sabemos cuál.

—Lo sé —respondió Cael, aunque no estaba seguro de cuánto peligro representaba Nya.

Más tarde esa mañana, mientras Cael exploraba los alrededores del círculo de piedras, un suave murmullo entre los árboles llamó su atención. Era apenas audible, como si el viento estuviera jugando con las hojas, pero Cael sabía que no era un sonido natural. Las runas en su interior, las que siempre percibía como un suave pulso mágico, vibraron con intensidad.

—¿Nya? —preguntó, girándose hacia el bosque que rodeaba el claro.

El murmullo se detuvo, seguido por un silencio absoluto. Por un momento, pensó que tal vez lo había imaginado, pero entonces la figura de Nya emergió de entre las sombras de los árboles. Su cabello oscuro brillaba bajo la luz del sol, y sus ojos azules se encontraron con los de Cael, cargados de misterio.

—No esperaba que volvieras tan pronto —dijo Cael, con los brazos cruzados.

Nya dio un paso hacia él, con una sonrisa leve que no alcanzaba a ocultar la preocupación en su rostro.

—No podía quedarme lejos. El tiempo es crucial.

Cael alzó una ceja, estudiándola cuidadosamente.

—Si lo que dijiste anoche es cierto, entonces necesitas explicar más. No puedes simplemente aparecer, decir que vienes del otro lado y que el equilibrio está en peligro, y esperar que confíe en ti.

Nya suspiró, deteniéndose justo antes de entrar al círculo.

—Sé que esto es mucho para procesar, pero tienes que creerme. Algo en el puente que conecta los dos mundos está fallando. Las runas están debilitándose, y si no hacemos algo pronto, el equilibrio que tus padres sacrificaron tanto por proteger se romperá.

—¿Cómo sabes tanto sobre mis padres? —preguntó Cael, su tono duro.

Nya lo miró fijamente, y esta vez no intentó suavizar su expresión.

—Porque el Eco aún vive en mí.

El aire pareció detenerse por un momento. Las palabras de Nya resonaron en la mente de Cael como un eco propio, y por un instante, no pudo encontrar una respuesta.

—¿Qué? —murmuró finalmente, dando un paso hacia ella.

—Cuando las runas fueron transformadas, una pequeña parte del Eco no desapareció por completo. En lugar de regresar a su mundo, quedó atrapado en mí. No sé por qué, pero desde entonces… he podido sentir el puente, las runas, incluso este lugar.

Cael retrocedió un paso, sus pensamientos girando rápidamente. El Eco, la fuerza que su madre había ayudado a contener y transformar, todavía estaba de alguna manera presente. Y ahora, estaba frente a él, conectada a esta joven.

—¿Por qué no desapareció? —preguntó finalmente, su voz baja pero cargada de desconfianza.

Nya bajó la mirada, como si la pregunta también la atormentara.

—No lo sé. Lo único que sé es que no soy como los demás de mi mundo. Algo dentro de mí siempre ha estado… diferente. Cuando las runas fueron transformadas, esa diferencia se volvió clara. Comencé a escuchar su magia, a sentir su energía. Y entonces lo supe: había sido marcada por el Eco.

Cael apretó los puños, sus instintos luchando entre proteger el círculo y escucharla.

—¿Y por qué vienes aquí? Si tienes esa conexión, podrías ser peligrosa para las runas.

Nya lo miró con una mezcla de tristeza y determinación.

—Porque no quiero que lo que quedó del Eco destruya lo que tus padres construyeron. Estoy aquí para ayudar a detenerlo.

Cael sintió que las runas en su interior vibraban de nuevo, como si estuvieran respondiendo a las palabras de Nya. Aunque no quería admitirlo, algo en su magia resonaba con la de ella, como si realmente compartieran una conexión.

—Demuéstramelo —dijo finalmente, con los ojos fijos en los de ella.

Nya levantó las manos lentamente, dejando que una chispa de magia azul brillante emergiera de sus dedos. No era agresiva ni caótica; en cambio, se sentía como un eco lejano del poder de las runas.

—Esto es lo que soy —dijo ella, mientras la luz danzaba entre sus manos—. Una parte de mí pertenece al Eco, pero eso no significa que quiera lo mismo que él.



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En el texto hay: lobos, misterio y romance, brujaslobos

Editado: 25.05.2025

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