El eco de la magia

Capítulo 4: El Vínculo en el Entrenamiento

La calma que había llegado tras el ritual fue breve. Aunque las runas se habían estabilizado, la conexión que Nya y Cael habían compartido reveló que todavía quedaba mucho por entender. Lunara no tardó en convocar a ambos al círculo una vez más, esta vez para un entrenamiento más controlado.

—Si lo que vimos anoche es solo el comienzo, necesitamos asegurarnos de que ambos puedan manejar su vínculo con las runas —dijo Lunara mientras trazaba símbolos mágicos en el suelo—. Este tipo de conexión puede ser un arma poderosa… o un desastre.

Cael, que estaba de pie junto a Nya, cruzó los brazos y observó cómo su madre preparaba el área.

—No estoy seguro de que esto sea necesario —dijo, aunque su tono no era del todo convincente—. Las runas ya se estabilizaron.

—Por ahora —respondió Lunara, girándose hacia él con una expresión seria—. Pero si algo vuelve a sacudir el equilibrio, necesitarán estar preparados para responder juntos.

Nya, que había estado en silencio, asintió lentamente.

—Ella tiene razón. Anoche no sabía lo que estaba haciendo. Si eso vuelve a suceder, podría empeorar las cosas.

Cael miró a Nya, sorprendido por su sinceridad, pero no dijo nada más. En el fondo, sabía que su madre tenía razón.

Lunara los colocó frente a una de las piedras del círculo, que brillaba débilmente con la luz de las runas.

—Quiero que se enfoquen en sincronizar sus energías —dijo, señalando la piedra—. La magia de las runas responderá a ustedes, pero solo si están completamente alineados.

—¿Cómo se supone que hagamos eso? —preguntó Cael, arqueando una ceja.

—Confianza —respondió Lunara, mirándolos a ambos—. Sin confianza, las runas se resistirán.

Nya exhaló lentamente, extendiendo una mano hacia la piedra. La energía azul oscuro que había mostrado antes comenzó a rodear su palma, pero esta vez no parecía caótica ni inestable. Era un flujo constante, tranquilo.

Cael la observó por un momento antes de extender su propia mano, dejando que su magia dorada se uniera a la de Nya. Al principio, las dos energías parecieron rechazarse, creando pequeñas chispas donde se encontraban.

—Concéntrense —dijo Lunara, con firmeza—. No intenten controlar la energía del otro. Dejen que fluya.

Cael cerró los ojos, respirando profundamente mientras relajaba su mente. Podía sentir la energía de Nya, su flujo suave pero profundo, y lentamente comenzó a ajustar la suya para igualarla.

—Lo estás logrando —dijo Nya en voz baja, sin apartar la mirada de la piedra.

La luz de la piedra comenzó a intensificarse, y las runas que la rodeaban brillaron en respuesta. Por un momento, todo parecía estar en perfecto equilibrio.

Pero justo cuando la sincronización parecía completa, algo cambió. Nya sintió un tirón en su interior, una presencia que no era suya, pero que se sentía peligrosamente familiar.

—¡Espera! —gritó, pero ya era demasiado tarde.

La energía azul oscuro de su magia se intensificó, rompiendo la sincronización con Cael y creando una onda de choque que los hizo retroceder. La piedra se apagó de inmediato, y el círculo quedó en silencio.

—¿Qué pasó? —preguntó Cael, levantándose mientras miraba a Nya con confusión.

Nya respiraba con dificultad, sus manos temblando.

—El Eco… todavía está ahí. Intentó tomar el control.

Lunara frunció el ceño, acercándose a Nya con cuidado.

—¿Sentiste su influencia?

Nya asintió, su voz temblorosa.

—Fue solo por un momento, pero fue suficiente para desestabilizar todo.

Cael apretó los puños, mirando a su madre.

—¿Cómo se supone que manejemos esto si el Eco sigue interfiriendo?

—Lo manejaremos —respondió Lunara, con un tono que no dejaba lugar a dudas—. Pero necesitamos tiempo.

Esa noche, mientras el resto del valle dormía, Cael encontró a Nya sentada en el borde del claro, mirando las estrellas. Su expresión era distante, como si su mente estuviera atrapada en algún lugar lejano.

—¿No puedes dormir? —preguntó Cael, acercándose.

Nya negó con la cabeza, sin apartar la mirada del cielo.

—Es difícil cuando siento que estoy cargando con algo que no puedo controlar.

Cael se sentó junto a ella, cruzando los brazos mientras miraba las runas que brillaban débilmente a lo lejos.

—No tienes que hacerlo sola. Estamos en esto juntos, ¿recuerdas?

Nya lo miró, sus ojos azules brillando con una mezcla de sorpresa y gratitud.

—¿De verdad lo crees?

Cael asintió, sin dudar.

—Confío en ti, Nya. Solo tenemos que encontrar la forma de trabajar juntos.

Por primera vez en mucho tiempo, Nya sonrió, aunque fuera débilmente.

—Gracias, Cael.

El silencio que siguió no fue incómodo. Era un momento de calma, una tregua entre las tormentas que sabían que estaban por venir.



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En el texto hay: lobos, misterio y romance, brujaslobos

Editado: 25.05.2025

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