El amanecer trajo consigo un aire tenso al valle. Aunque la energía de las runas se había estabilizado temporalmente después del ritual, el Eco no había cedido por completo. La influencia que todavía mantenía sobre Nya y el puente era un recordatorio constante de que el equilibrio seguía siendo frágil.
Lunara había convocado al consejo de brujas y a los líderes de la manada para discutir los próximos pasos. Selene, con su habitual mirada severa, fue la primera en hablar.
—No podemos ignorar lo que ocurrió anoche. Las runas están reaccionando a algo que no comprendemos del todo, y mientras esa conexión con el Eco siga presente, estamos en peligro.
—¿Estás sugiriendo que abandonemos el puente? —preguntó Kieran, su voz cargada de incredulidad.
—No, pero debemos considerar la posibilidad de que lo que hicimos al transformar las runas no fue suficiente —respondió Selene—. Tal vez el Eco nunca debería haber quedado fragmentado en primer lugar.
Lunara negó con la cabeza, su tono firme.
—No podemos retroceder ahora. Lo que hicimos fue necesario para evitar que ambos mundos colapsaran. Pero estoy de acuerdo en que necesitamos actuar rápido antes de que el Eco encuentre una forma de atravesar el puente.
Cael, que estaba sentado en un lado de la sala, escuchaba en silencio. Nya estaba a su lado, su mirada fija en el suelo. Podía sentir el peso de las palabras de Selene sobre ella, pero antes de que pudiera decir algo, un rugido distante rompió la calma.
Todos se quedaron inmóviles, sus sentidos en alerta.
—¿Qué fue eso? —preguntó Elara, poniéndose de pie rápidamente.
Lunara frunció el ceño, cerrando los ojos por un momento mientras intentaba sentir las runas.
—Algo está cruzando el puente.
Sin perder tiempo, el grupo se dirigió al círculo de piedras. A medida que se acercaban, un viento helado los envolvía, y las runas brillaban con una luz errática, como si estuvieran luchando contra una fuerza invisible.
—Esto no es un temblor normal —dijo Kieran, transformando parcialmente sus manos en garras mientras inspeccionaba el área.
En el centro del círculo, las piedras vibraban, y la grieta que había aparecido durante el primer ritual comenzaba a formarse nuevamente. Cael sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.
—Las runas están intentando contener algo —dijo, acercándose lentamente.
Nya se detuvo junto a él, su expresión llena de preocupación.
—Es el Eco. Está empujando desde el otro lado.
Antes de que Lunara pudiera dar una orden, la grieta se abrió un poco más, y una sombra oscura comenzó a filtrarse por el suelo. No era sólida ni completamente tangible, pero su presencia era abrumadora.
—¡Es energía residual! —gritó Selene, levantando una barrera mágica junto a las demás brujas.
La sombra se retorció, golpeando contra la barrera como un depredador buscando una debilidad. Aunque la magia del consejo parecía contenerla por el momento, era evidente que no resistiría por mucho tiempo.
—No es suficiente —dijo Lunara, apretando los puños—. Necesitamos reforzar la conexión antes de que esa cosa encuentre una manera de atravesar completamente.
Cael dio un paso adelante, mirando a su madre.
—¿Qué quieres que hagamos?
Lunara lo miró con determinación.
—Tú y Nya tendrán que sincronizarse de nuevo con las runas. Son nuestra única esperanza para estabilizar el puente.
Cael y Nya se colocaron en el centro del círculo, con las runas brillando intensamente a su alrededor. Ambos extendieron las manos hacia la piedra central, dejando que su magia fluyera una vez más.
La energía dorada de Cael y la azul oscuro de Nya comenzaron a mezclarse, pero esta vez, el tirón del Eco era más fuerte. Nya sintió un dolor punzante en su pecho, como si algo dentro de ella estuviera siendo arrancado.
—¡No puedo…! —jadeó, temblando mientras intentaba mantener el control.
Cael apretó los dientes, extendiendo su mano hacia ella sin dudar.
—¡Sí puedes! ¡Confía en mí!
El contacto entre ellos pareció estabilizar el flujo de energía por un momento, y las runas respondieron con un destello brillante. La sombra, que seguía golpeando la barrera mágica, retrocedió ligeramente, como si sintiera la fuerza de la sincronización.
—¡Está funcionando! —gritó Selene, mientras reforzaba la barrera con su magia.
Pero justo cuando parecía que habían ganado algo de terreno, la sombra cambió de forma, extendiéndose hacia el suelo. Con un movimiento repentino, un tentáculo oscuro atravesó la barrera y se lanzó hacia Nya.
—¡Cuidado! —gritó Cael, interponiéndose entre ella y el ataque.
El tentáculo lo golpeó en el pecho, enviándolo al suelo con fuerza. Nya gritó, su magia volviéndose inestable mientras corría hacia él.
—¡Cael!
Kieran y Elara saltaron al círculo, colocándose entre la sombra y los jóvenes.
—¡No podemos seguir conteniéndolo! —dijo Kieran, transformándose completamente en lobo.
Lunara apretó los puños, mirando a su hijo y a Nya.
—¡Necesitan estabilizarse de nuevo o el puente colapsará!
Nya ayudó a Cael a levantarse, sus manos temblando mientras lo miraba.
—Lo siento… no pude…
Cael la interrumpió, colocando una mano en su hombro.
—No es tu culpa. Pero tenemos que intentarlo de nuevo. Juntos.
Ella asintió, tomando su mano mientras ambos regresaban al centro del círculo. Esta vez, no dudaron. Su magia fluyó con una intensidad renovada, y las runas respondieron de inmediato, brillando con un resplandor que hizo retroceder a la sombra.
El Eco rugió desde el otro lado, su voz resonando en sus mentes.
—“No pueden detener lo inevitable.”
Cael apretó los dientes, aferrándose a la mano de Nya con más fuerza.
—Tal vez no, pero lo mantendremos alejado todo el tiempo que sea necesario.
Las runas brillaron con más fuerza, y la grieta comenzó a cerrarse lentamente. La sombra, incapaz de resistir la intensidad de la energía, se desvaneció en un último grito.