El eco de la magia

Capítulo 6: Entre Ecos y Promesas

El círculo de piedras estaba en silencio ahora, iluminado por la luz plateada de la luna. Después de que la sombra del Eco se desvaneciera, el grupo había decidido retirarse al campamento para recuperar fuerzas. Sin embargo, Cael y Nya permanecieron en el claro, demasiado agotados para moverse, pero incapaces de ignorar el peso de lo ocurrido.

Nya estaba sentada en el borde del círculo, con las piernas cruzadas y los brazos rodeando sus rodillas. Miraba el suelo con una expresión distante, como si intentara procesar todo al mismo tiempo. Cael, que estaba de pie junto a una de las piedras, no podía apartar los ojos de ella. Había algo en su postura que lo inquietaba, como si la sombra no solo hubiera intentado atravesar el puente, sino también arrancar algo dentro de ella.

—Deberíamos volver con los demás —dijo finalmente, rompiendo el silencio.

Nya no respondió de inmediato. Sus dedos trazaban líneas invisibles en el suelo, un gesto automático que parecía calmarla.

—No estoy lista para enfrentar sus miradas —dijo en voz baja, casi un susurro.

Cael frunció el ceño, cruzando los brazos.

—¿De qué estás hablando? Nadie te culpa por lo que pasó.

Ella levantó la mirada, y la intensidad en sus ojos azules lo dejó sin aliento por un momento.

—Eso no es verdad. Puedo sentir cómo algunos de ellos me miran, como si estuvieran esperando que traicione su confianza. Incluso Selene apenas puede disimular su desconfianza.

Cael se dejó caer junto a ella, apoyando los brazos sobre las rodillas mientras miraba el cielo.

—No es justo. Estás aquí porque quieres ayudar, no porque tengas malas intenciones.

Nya soltó una risa amarga.

—Quizás, pero eso no cambia el hecho de que llevo al Eco dentro de mí. Eso es suficiente para que algunos me vean como una amenaza, incluso aunque intente lo contrario.

Cael giró la cabeza para mirarla, notando el cansancio en sus ojos y la forma en que sus hombros estaban ligeramente hundidos. Era evidente que la batalla no solo había sido física, sino también emocional.

—No todos piensan así —dijo, su tono más suave ahora—. Yo no lo pienso.

Nya lo miró, sorprendida por la sinceridad en su voz.

—¿Por qué confías en mí?

Cael se encogió de hombros, desviando la mirada hacia las runas que todavía brillaban suavemente.

—Porque puedo sentir que no estás mintiendo. Cuando sincronizamos nuestras energías, sentí algo en ti… algo que quiere proteger este equilibrio tanto como yo.

Nya guardó silencio, sorprendida por sus palabras. Había esperado dudas, incluso reproches, pero no esa confianza inquebrantable.

—Gracias, Cael —murmuró, con una sonrisa débil pero genuina.

Al día siguiente, Lunara llamó a Cael a su taller, un espacio lleno de libros antiguos, hierbas mágicas y cristales brillando con energía mágica. Estaba revisando un mapa del círculo de piedras cuando él llegó, pero alzó la vista al escuchar sus pasos.

—¿Cómo está Nya? —preguntó, sin rodeos.

Cael se detuvo frente a ella, cruzando los brazos.

—Está… confundida. Siente que algunos no confían en ella.

Lunara asintió, apartando la mirada hacia el mapa.

—No es fácil ganarse la confianza del consejo, especialmente cuando llevas al Eco dentro de ti. Pero eso no significa que sea imposible.

Cael frunció el ceño, sintiendo un atisbo de frustración.

—¿Y tú? ¿Confías en ella?

Lunara levantó la mirada, encontrándose con los ojos de su hijo.

—Confío en lo que he visto hasta ahora. No puedo negar que hay una parte de ella que todavía está conectada al Eco, pero también creo que está luchando para protegernos, no para destruirnos.

Cael asintió, aunque no parecía completamente satisfecho con la respuesta.

—Ella necesita saber que tiene apoyo. No podemos pedirle que ayude a salvar el equilibrio si siempre está cuestionándose si pertenece aquí.

Lunara dejó escapar un suspiro, colocando una mano en el hombro de Cael.

—Esa es una lección que tú también necesitas aprender. Si vas a liderar algún día, tendrás que encontrar el equilibrio entre la confianza y la precaución.

Cael no respondió de inmediato, pero las palabras de su madre resonaron en su mente mientras se alejaba del taller.

Esa noche, Cael encontró a Nya en el borde del bosque, sentada sobre una roca mientras miraba las estrellas. Su figura estaba envuelta en la luz plateada de la luna, y por un momento, Cael se detuvo para observarla. Había algo en su presencia que lo intrigaba, algo que no podía definir pero que lo atraía de una manera que nunca había sentido antes.

—¿Otra vez aquí? —preguntó, acercándose con una leve sonrisa.

Nya lo miró, sorprendida, pero no dijo nada hasta que él se sentó a su lado.

—A veces es más fácil mirar las estrellas que enfrentar lo que hay aquí abajo —dijo, señalando el cielo.

Cael asintió, apoyando los brazos sobre sus rodillas mientras miraba hacia arriba.

—Las estrellas no juzgan, ¿verdad?

Nya soltó una risa suave, relajándose ligeramente.

—No, no lo hacen.

Por un momento, ambos se quedaron en silencio, disfrutando de la tranquilidad de la noche. Pero finalmente, Nya rompió el silencio.

—¿Por qué sigues aquí, Cael? Podrías estar con los demás, preparando lo que viene.

Él giró la cabeza hacia ella, con una expresión tranquila pero seria.

—Porque quiero estar aquí contigo.

Nya lo miró, sus ojos buscando algún rastro de burla o duda, pero no encontró nada más que sinceridad.

—No entiendo cómo puedes confiar tanto en mí —murmuró, bajando la mirada.

Cael extendió una mano, colocando suavemente sus dedos sobre los de ella.

—Porque sé cómo se siente estar perdido, sin saber dónde encajas. Pero también sé que puedes encontrar tu lugar, y creo que ese lugar está aquí, con nosotros.

Nya levantó la vista, encontrando sus ojos dorados brillando bajo la luz de la luna. Por un momento, todo lo demás desapareció: las runas, el Eco, incluso la amenaza que se cernía sobre ellos.



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En el texto hay: lobos, misterio y romance, brujaslobos

Editado: 18.06.2025

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