El eco de la magia

Capítulo 10: Ecos del Conflicto

El aire en el círculo de piedras estaba tenso, cargado de magia residual que parecía aferrarse a la piel de quienes se encontraban allí. Cael y Nya emergieron del portal con pasos tambaleantes, sus cuerpos agotados y sus rostros marcados por el esfuerzo. Las runas del círculo brillaban débilmente, como si el puente mismo estuviera tratando de recuperarse después de la presión que había soportado.

Lunara fue la primera en acercarse, sus ojos analizando rápidamente a los dos jóvenes mientras Selene y Kieran permanecían atentos en los bordes del claro.

—¿Están bien? —preguntó Lunara, colocando una mano en el hombro de Cael.

—Lo logramos —respondió él, con la voz ronca—. Sellamos la grieta.

Nya asintió, aunque sus manos temblaban mientras intentaba recuperar el aliento.

—Pero no sin complicaciones —añadió, mirando a Lunara con una mezcla de preocupación y cansancio—. Nos encontramos con alguien… o algo.

Las palabras hicieron que Lunara frunciera el ceño.

—¿Quién?

—Era una figura encapuchada —dijo Cael, con los ojos fijos en las runas que apenas brillaban bajo sus pies—. Usaba un cristal conectado al Eco. Intentó detenernos, pero logramos enfrentarlo.

Selene avanzó, sus labios apretados en una fina línea.

—Un fragmento del Eco… Esto no es una coincidencia. Si alguien tiene acceso a ese poder, significa que hay más grietas que podrían abrirse.

Lunara asintió, aunque su expresión mostraba la gravedad de la situación.

—Lo más importante ahora es que sellaron esta grieta. Pero esto es solo el principio.

Después de asegurarse de que las runas estaban estables, Lunara insistió en que Cael y Nya descansaran. Ambos fueron llevados a una de las cabañas cercanas al campamento, donde Elara se encargó de prepararles té y ungüentos mágicos para aliviar el agotamiento.

Cael se dejó caer en una silla, apoyando la cabeza contra la pared mientras observaba a Nya. Ella estaba sentada en el borde de la cama, mirando sus manos como si estuviera tratando de procesar todo lo que había sucedido.

—¿En qué piensas? —preguntó finalmente, rompiendo el silencio.

Nya levantó la vista, pero no respondió de inmediato. En cambio, dejó escapar un suspiro antes de hablar.

—En lo cerca que estuvimos de perder. Ese cristal… su energía era como una extensión del Eco. Si no hubiéramos actuado rápido, no sé si habríamos salido de allí.

Cael asintió, recordando el peso opresivo de la sombra que habían enfrentado.

—Pero lo hicimos. Juntos.

Sus palabras parecieron calmarla un poco, y finalmente levantó la vista para mirarlo.

—Tú me diste la fuerza para seguir adelante, Cael. Si no hubieras estado ahí, no habría podido hacerlo.

Él negó con la cabeza, inclinándose hacia adelante para mirarla más de cerca.

—Fue un esfuerzo conjunto, Nya. No podría haberlo hecho sin ti.

Por un momento, sus ojos se encontraron, y algo en el aire entre ellos pareció cambiar. Había una intensidad en su mirada, una conexión que se había fortalecido durante el enfrentamiento y que ahora se hacía imposible de ignorar.

—Cael… —comenzó Nya, pero antes de que pudiera continuar, una ráfaga de viento frío atravesó la cabaña, haciendo que ambos se pusieran en alerta.

Lunara apareció en la puerta, con una expresión seria que borró cualquier pensamiento de tranquilidad que Cael o Nya pudieran haber tenido.

—Tenemos un problema —dijo, entrando rápidamente—. Las runas están reaccionando de manera extraña. Algo cambió después de que sellaron la grieta.

Cael se levantó de inmediato, ignorando el cansancio que todavía pesaba sobre él.

—¿Qué tipo de cambio?

Lunara miró a ambos con una mezcla de preocupación y urgencia.

—La conexión entre ustedes y las runas se ha intensificado. Es como si el sello que lograron crear hubiera profundizado su vínculo con el puente. Pero eso también significa que cualquier desequilibrio en el otro lado ahora podría afectarlos directamente.

Nya frunció el ceño, procesando la información.

—¿Quieres decir que estamos… más expuestos?

Lunara asintió lentamente.

—En cierto modo, sí. Pero también significa que ahora tienen una conexión más profunda con las runas, lo que podría ser nuestra mayor ventaja si enfrentamos otra crisis.

Cael intercambió una mirada con Nya antes de volver a mirar a su madre.

—Entonces, ¿qué hacemos ahora?

Lunara respiró hondo, como si estuviera eligiendo cuidadosamente sus palabras.

—Descansen por ahora. Pero no podemos ignorar la posibilidad de que esa figura encapuchada vuelva a aparecer… o de que haya más grietas que aún no hemos detectado.

Esa noche, mientras el campamento se sumía en el silencio, Cael salió al claro, incapaz de dormir. Las runas brillaban débilmente bajo la luz de la luna, y el aire parecía más pesado de lo habitual.

No pasó mucho tiempo antes de que Nya lo encontrara. Sin decir una palabra, se sentó a su lado, dejando que el silencio hablara por ellos.

—No puedo dejar de pensar en lo que dijo esa figura —murmuró Cael finalmente, mirando las runas—. Sobre elegir entre el equilibrio y lo que amo.

Nya lo miró, con los ojos llenos de una mezcla de curiosidad y preocupación.

—¿Crees que se refería a… nosotros?

Cael se giró hacia ella, sorprendido por su franqueza. Durante un momento, no supo qué decir, pero finalmente decidió ser honesto.

—No lo sé. Pero sé que no estoy dispuesto a dejar que nada se interponga en lo que estamos construyendo aquí.

Nya bajó la mirada, pero una leve sonrisa apareció en sus labios.

—Es curioso. Toda mi vida he sentido que no encajaba en ningún lugar. Pero aquí, contigo… siento que finalmente encontré algo que vale la pena proteger.

Cael se inclinó hacia ella, sus ojos fijos en los de ella.

—Nya, pase lo que pase, no dejaré que te alejen de este lugar… o de mí.

Por un momento, todo lo demás desapareció. La conexión entre ellos, construida a través de las runas y fortalecida por sus experiencias compartidas, parecía más fuerte que nunca.



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En el texto hay: lobos, misterio y romance, brujaslobos

Editado: 18.06.2025

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