El amanecer llegó lentamente al valle, bañando el círculo de piedras y el campamento con una luz cálida y dorada. Sin embargo, la atmósfera seguía tensa. Las palabras de la figura encapuchada y la creciente intensidad de las runas mantenían a todos alerta, conscientes de que algo mayor se avecinaba.
Lunara había convocado una reunión de emergencia con el consejo de brujas y los líderes de la manada. Los ojos cansados de Selene y las expresiones serias de los demás reflejaban el peso de la situación.
—La figura que Cael y Nya encontraron usaba un fragmento del Eco —comenzó Lunara, dirigiéndose al grupo reunido en el claro—. Eso significa que alguien, o algo, está manipulando la energía del otro lado para sus propios fines.
Selene frunció el ceño, inclinándose hacia adelante.
—¿Es posible que el Eco nunca haya sido completamente contenido?
Lunara asintió lentamente.
—Es posible, pero lo más preocupante es que alguien esté canalizando su poder. Eso requiere un nivel de control que no habíamos considerado.
—¿Y qué significa eso para nosotros? —preguntó Kieran, sus ojos brillando con preocupación—. Si hay más fragmentos, podrían estar abriendo grietas en otros lugares.
Lunara giró hacia Cael y Nya, quienes estaban de pie cerca de la piedra central.
—Por eso necesitamos rastrear esas grietas. Las runas ahora están más conectadas a ustedes dos. Pueden sentir los cambios en el puente de una manera que nadie más puede.
Nya intercambió una mirada rápida con Cael antes de hablar.
—¿Cómo se supone que hagamos eso? Apenas estamos empezando a entender cómo funciona esta conexión.
—Las runas les guiarán —respondió Lunara—. Pero requerirá práctica y tiempo.
—Tiempo que tal vez no tengamos —añadió Selene, con el ceño aún más fruncido.
Más tarde ese día, mientras practicaban con las runas, Cael y Nya comenzaron a notar algo extraño. La energía en el círculo parecía fluir en una dirección específica, como si las runas estuvieran tratando de señalarles algo.
—¿Lo sientes? —preguntó Cael, mientras colocaba una mano sobre una de las piedras.
Nya asintió, cerrando los ojos para concentrarse en el flujo de energía.
—Es como si las runas estuvieran… empujándonos hacia el norte.
Lunara, que había estado observándolos desde el borde del círculo, dio un paso hacia adelante.
—Eso significa que hay algo desequilibrado en esa dirección. Podría ser otra grieta o un fragmento del Eco.
Cael se giró hacia su madre.
—¿Qué hacemos?
—Tienen que seguir ese rastro —dijo Lunara, aunque su tono era cauteloso—. Pero no lo hagan solos. Llevaremos a un pequeño grupo para apoyarlos.
Esa misma tarde, Cael y Nya partieron hacia el norte acompañados por Kieran, Selene y dos lobos de la manada que actuaban como exploradores. El camino era difícil, con senderos estrechos que se abrían paso entre colinas y bosques densos.
A medida que avanzaban, Cael y Nya seguían sintiendo el tirón de las runas, un zumbido constante en sus mentes que los guiaba como un faro. Sin embargo, cuanto más se acercaban a su destino, más pesada se volvía la atmósfera.
—Algo no está bien aquí —dijo Kieran, deteniéndose para mirar a su alrededor. Sus ojos dorados brillaban mientras olfateaba el aire.
—La energía es diferente —añadió Nya, colocando una mano en su pecho—. Más intensa.
Selene, que había estado caminando detrás de ellos, levantó la vista hacia el cielo.
—Eso no es solo energía. Es influencia del Eco.
Cuando llegaron a un claro en lo profundo del bosque, la vieron. Una grieta luminosa similar a la que habían sellado antes se extendía por el suelo, pero esta era más grande y más inestable. La luz que emanaba de ella era oscura y turbulenta, y sombras retorcidas se movían alrededor como si estuvieran vivas.
—Esto es peor de lo que pensé —murmuró Selene, mientras inspeccionaba la grieta desde una distancia segura.
Kieran gruñó suavemente, transformando parcialmente sus manos en garras.
—¿Crees que esa figura encapuchada podría estar aquí?
Antes de que alguien pudiera responder, un zumbido profundo resonó en el aire, seguido por un destello de luz oscura que los obligó a retroceder.
De la grieta surgió una figura familiar, con la misma capa oscura y el cristal negro que había usado antes.
—Volvemos a encontrarnos —dijo, su voz cargada de burla mientras levantaba el cristal—. Pensé que sellar una grieta sería suficiente para desanimarlos, pero parece que subestimé su determinación.
Cael dio un paso hacia adelante, sus ojos dorados brillando con furia.
—No vamos a permitir que destruyas este equilibrio.
La figura inclinó la cabeza, como si estuviera estudiándolo.
—El equilibrio es solo una ilusión, Cael. Y pronto, tú también lo entenderás.
Antes de que pudiera responder, la figura levantó el cristal y lanzó un rayo oscuro hacia el grupo. Kieran saltó hacia adelante, bloqueando el ataque con sus garras mientras Cael y Nya se movían hacia los lados para rodearlo.
—¡Manténganlo ocupado! —gritó Selene, mientras comenzaba a trazar símbolos en el suelo para intentar sellar la grieta.
Cael canalizó su magia dorada, lanzando una ráfaga de energía que golpeó directamente al cristal. Por un momento, pareció que el impacto había funcionado, pero la figura simplemente sonrió.
—Necesitarás más que eso, joven guardián.
Nya, mientras tanto, estaba canalizando su magia azul oscuro, tratando de sincronizarse con las runas cercanas. Podía sentir el tirón de la grieta, como si estuviera tratando de arrastrarla hacia el otro lado.
—¡Cael, necesito más tiempo! —gritó, mientras luchaba por mantener el flujo de energía estable.
Cael asintió, concentrándose en mantener a la figura ocupada mientras Nya trabajaba.
Justo cuando parecía que tenían la ventaja, la figura levantó el cristal y lo estrelló contra el suelo, liberando una ola de energía que los lanzó a todos hacia atrás.