El campamento estaba sumido en el silencio de la noche cuando el grupo regresó con el fragmento sellado. Aunque el cristal oscuro ya no brillaba ni emitía su energía caótica, su mera presencia en el círculo de piedras era suficiente para mantener a todos en tensión. Las runas pulsaban débilmente, como si todavía estuvieran recuperándose del esfuerzo de guiar a Cael y Nya en su misión.
Mientras los demás se dispersaban para descansar, Lunara observaba el fragmento con una expresión grave. Selene permanecía a su lado, y ambas discutían en voz baja las implicaciones de lo que habían encontrado. Sin embargo, para Cael y Nya, el agotamiento físico y emocional era más difícil de ignorar.
—¿Estás bien? —preguntó Cael mientras seguía a Nya hacia una pequeña fogata que habían encendido cerca del borde del campamento.
Ella asintió, pero su expresión decía lo contrario. Sus ojos estaban ligeramente apagados, y sus movimientos eran más lentos de lo habitual. Se dejó caer en un tronco cercano, frotándose las manos como si intentara calmarse.
—Estoy… bien —respondió finalmente, aunque su tono no era del todo convincente.
Cael se sentó frente a ella, cruzando los brazos mientras la estudiaba.
—No pareces bien.
Nya dejó escapar un suspiro, mirando hacia las llamas.
—Es solo que… todo esto es mucho. Cada vez que usamos las runas para rastrear un fragmento o para estabilizar el puente, siento que una parte de mí está siendo tirada en direcciones opuestas.
Cael frunció el ceño, inclinándose hacia adelante.
—¿Tirada hacia dónde?
Ella lo miró, sus ojos azules llenos de algo que él no pudo identificar de inmediato.
—Hacia las runas… y hacia el Eco. Es como si ambos estuvieran luchando dentro de mí, y no sé cuánto tiempo puedo mantener el equilibrio.
Por un momento, Cael no supo qué decir. Sabía que Nya tenía una conexión con el Eco que nadie más comprendía del todo, pero esta era la primera vez que hablaba tan abiertamente sobre lo que eso significaba para ella.
—No tienes que enfrentarlo sola —dijo finalmente, su tono firme pero tranquilo—. Estamos en esto juntos, ¿recuerdas?
Nya esbozó una pequeña sonrisa, aunque seguía habiendo una sombra en su mirada.
—Lo sé. Pero a veces siento que no importa cuánto lo intente, siempre estaré dividida. Una parte de mí siempre estará ligada al Eco.
Cael se levantó, caminando hacia ella para sentarse a su lado. Colocó una mano en su hombro, obligándola a mirarlo.
—Tú decides quién eres, Nya. No el Eco, ni las runas, ni nadie más.
Ella lo miró fijamente, sorprendida por la intensidad de sus palabras.
—¿Cómo puedes estar tan seguro?
Cael dejó escapar una risa suave, aunque sin humor.
—Porque yo también me he sentido dividido. Por mucho tiempo pensé que ser el hijo de mis padres significaba que tenía que ser exactamente como ellos. Pero estoy aprendiendo que no tengo que ser una réplica de sus decisiones. Puedo encontrar mi propio camino, y tú también puedes.
Nya bajó la mirada, pero una sonrisa más genuina apareció en sus labios.
—Eres extraño, ¿sabes? —dijo, con una risa suave—. Pero creo que eso es lo que más me gusta de ti.
Cael levantó una ceja, fingiendo estar ofendido.
—¿Eso es un cumplido?
—Tal vez —respondió ella, su sonrisa volviéndose más amplia.
Por un momento, ambos se quedaron en silencio, pero no era incómodo. Había algo tranquilizador en la presencia del otro, algo que parecía aliviar el peso de todo lo que habían enfrentado.
Sin pensarlo demasiado, Nya dejó que su cabeza descansara ligeramente sobre el hombro de Cael. Él se tensó al principio, sorprendido por el gesto, pero luego se relajó, permitiendo que ella encontrara consuelo en ese pequeño momento.
—Gracias, Cael —murmuró, su voz apenas un susurro.
—Siempre —respondió él, sin apartar la mirada de las llamas.
Desde la distancia, Lunara observaba la escena con una mezcla de preocupación y orgullo. Selene, que estaba a su lado, notó su expresión y arqueó una ceja.
—¿Qué pasa?
—Nada —respondió Lunara, aunque su tono la delataba—. Es solo que… ellos están conectados de una manera que ninguno de nosotros puede comprender del todo.
Selene asintió lentamente, mirando hacia los jóvenes.
—Eso los hace fuertes, pero también vulnerables. Si esa conexión se rompe, podría desestabilizarlos… o peor.
Lunara dejó escapar un suspiro, cruzando los brazos.
—Lo sé. Y ese es el riesgo que me preocupa.
A la mañana siguiente, Cael y Nya se unieron al resto del grupo en el círculo de piedras. Aunque el cansancio todavía era visible en sus rostros, había una nueva determinación en sus ojos.
—¿Están listos para seguir adelante? —preguntó Lunara, observándolos detenidamente.
Cael asintió, mirando a Nya antes de responder.
—Estamos listos.
Nya, aunque todavía había una sombra de incertidumbre en su mirada, también asintió.
—Juntos.
Lunara los observó por un momento antes de asentir.
—Entonces es hora de empezar a planificar el siguiente paso. Si hay más fragmentos, tendremos que movernos rápido antes de que el Eco gane más terreno.
Mientras el grupo comenzaba a discutir su próxima estrategia, Cael y Nya intercambiaron una mirada. Aunque las sombras del Eco seguían acechando, ambos sabían que no estaban solos. Y mientras enfrentaran lo que venía juntos, estaban seguros de que podían superar cualquier desafío.