El eco de la magia

Capítulo 19: Las Sombras Persisten

El amanecer llegó al campamento, pero su luz no logró disipar por completo las secuelas del ataque. Los lobos patrullaban el perímetro, asegurándose de que las sombras no hubieran dejado rastros. Lunara y Selene continuaban reforzando el sello sobre el fragmento mayor, mientras Kieran organizaba a los heridos. Sin embargo, para Nya, la verdadera batalla no había terminado.

Había permanecido despierta toda la noche, incapaz de ignorar la sensación de que el Eco todavía estaba dentro de ella, acechando, esperando. Sus palabras aún resonaban en su mente, un eco constante que amenazaba con desestabilizarla.

Cael la encontró sentada en el borde del círculo, con los ojos fijos en las runas que brillaban débilmente bajo sus pies. Se acercó lentamente, sin querer interrumpirla, pero decidido a asegurarse de que estaba bien.

—¿Otra vez pensando demasiado? —preguntó, sentándose junto a ella.

Nya no apartó la vista de las runas, pero una leve sonrisa apareció en sus labios.

—Supongo que es difícil no hacerlo después de anoche.

Cael asintió, mirando las mismas runas.

—Fue un ataque duro, pero lo superamos. Las runas nos dieron la ventaja.

Nya finalmente lo miró, y la profundidad en sus ojos azules lo dejó sin aliento por un momento.

—¿Y si no es suficiente la próxima vez? —preguntó, su voz cargada de una vulnerabilidad que rara vez mostraba—. ¿Y si el Eco finalmente logra arrastrarme?

Cael negó con la cabeza, con una determinación firme en sus ojos.

—Eso no va a pasar, Nya. No mientras yo esté aquí.

Ella soltó una risa amarga, bajando la mirada.

—Es fácil decirlo, pero tú no escuchas su voz. No sientes cómo tira de ti, cómo intenta convencerte de que es más fácil rendirse.

Cael colocó una mano en su hombro, obligándola a mirarlo. Sus ojos dorados estaban llenos de convicción, como si quisiera transmitirle toda la fuerza que tenía.

—No necesitas enfrentar esa voz sola —dijo, con un tono firme pero lleno de empatía—. Sé que es difícil, pero las runas están contigo, y nosotros también. No voy a dejar que el Eco te reclame, Nya.

Ella sostuvo su mirada por un momento, y aunque las dudas seguían rondando en su mente, sintió un leve alivio al escuchar sus palabras.

—Gracias, Cael —murmuró, dejando que su mirada volviera a las runas—. Pero a veces siento que no importa cuánto intente resistir, siempre habrá una parte de mí que le pertenece al Eco.

—Eso no es verdad —respondió él de inmediato, inclinándose hacia ella—. Lo que importa no es de dónde vienes, sino las decisiones que tomas. Y cada vez que luchas contra esa voz, estás eligiendo quién quieres ser.

Por un instante, el silencio se instaló entre ellos, pero no era incómodo. Nya dejó escapar un suspiro, sintiendo cómo el peso en su pecho disminuía ligeramente.

—Ojalá pudiera verlo como tú lo haces —dijo, con una sonrisa pequeña pero genuina.

Cael se encogió de hombros, con una sonrisa traviesa.

—Tal vez deberías intentarlo. Tengo razón más seguido de lo que piensas.

Nya rió suavemente, una risa breve pero real.

—No me hagas arrepentirme de agradecerte.

Más tarde ese día, Nya decidió buscar a Lunara. Aunque había fortalecido su vínculo con las runas, sabía que aún había algo dentro de ella que no estaba del todo en equilibrio. Encontró a Lunara en el círculo, observando las runas con una expresión pensativa.

—¿Puedo hablar contigo? —preguntó Nya, acercándose con cautela.

Lunara levantó la vista, asintiendo.

—Por supuesto. ¿Qué sucede?

Nya vaciló por un momento antes de responder.

—Es sobre el Eco. Siento que, incluso después de todo el entrenamiento, todavía tiene un ancla dentro de mí. Y anoche… fue como si esa conexión se fortaleciera por un momento.

Lunara frunció el ceño, estudiándola cuidadosamente.

—¿Escuchaste su voz durante el ataque?

—Sí. Fue más fuerte de lo que había sido en semanas. Decía que no podía resistirlo, que era parte de mí.

Lunara asintió lentamente, dejando escapar un suspiro.

—El Eco es persistente, Nya. Su poder se basa en las dudas y el miedo, y anoche fue un momento en el que todos estábamos al límite. Pero eso no significa que esté ganando.

Nya la miró, con una mezcla de esperanza y duda.

—¿Entonces qué puedo hacer? ¿Cómo puedo asegurarme de que no me controle?

Lunara colocó una mano en el hombro de Nya, con una expresión suave pero firme.

—Confía en las runas. Ellas son tu ancla, tu conexión con el equilibrio. Pero también confía en ti misma. Cada vez que eliges resistir al Eco, estás fortaleciendo esa conexión. Y recuerda que no estás sola. Cael, Selene, Kieran… todos estamos aquí para ayudarte.

Nya asintió, aunque todavía sentía un leve peso en su pecho.

—Gracias, Lunara.

—Siempre —respondió ella, con una pequeña sonrisa—. Y, Nya… no subestimes el poder de tener a alguien que cree en ti. Cael parece entenderte de una manera que pocos pueden. Apóyate en él cuando lo necesites.

Esa noche, Nya se sentó sola en el borde del campamento, observando las estrellas. Había algo en la quietud de la noche que le daba un poco de paz, aunque las sombras del Eco todavía acechaban en el fondo de su mente.

Cael apareció poco después, sentándose a su lado sin decir nada. Por un momento, ambos permanecieron en silencio, compartiendo la tranquilidad del momento.

—¿Pensando otra vez? —preguntó él finalmente, rompiendo el silencio.

—Siempre —respondió ella, con una sonrisa leve—. Pero esta vez, no todo son dudas.

Cael levantó una ceja, intrigado.

—¿Ah, no?

Nya negó con la cabeza, mirando hacia las estrellas.

—Estaba pensando en lo que dijo Lunara. Que cada vez que elijo resistir al Eco, estoy demostrando que no me controla. Y creo que, por primera vez, empiezo a creerlo.

Cael sonrió, relajándose un poco más.

—Te dije que tenías más fuerza de la que creías.



#2099 en Fantasía
#393 en Magia

En el texto hay: lobos, misterio y romance, brujaslobos

Editado: 18.06.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.