La noche cayó sobre el campamento con una tranquilidad engañosa. El aire estaba quieto, demasiado quieto, y las runas del círculo brillaban con una intensidad inusual, como si intentaran advertir de un peligro inminente. Lunara y Selene trabajaban en silencio cerca del fragmento mayor neutralizado, mientras Cael y Nya practicaban su sincronización con las runas. Kieran y los lobos de la manada patrullaban los alrededores, atentos a cualquier movimiento extraño.
Pero, aunque nadie lo sabía, las sombras ya se estaban moviendo.
En la profundidad del bosque, los soldados de sombras creados por la figura encapuchada aguardaban. Sus formas humanoides, apenas visibles en la penumbra, se deslizaban entre los árboles con un sigilo inquietante. Cada paso que daban parecía consumir la luz a su alrededor, como si el bosque mismo estuviera siendo devorado por la oscuridad.
—El campamento está desprotegido en este momento —dijo una voz fría y familiar, resonando entre las sombras. Era la figura encapuchada, observando desde un portal oscuro que había abierto cerca del claro.
Los soldados de sombras se detuvieron por un momento, como si estuvieran esperando una orden final.
—No los maten todavía. Solo necesitamos causar el caos suficiente para atraer a la chica. Ella vendrá al núcleo por su propia voluntad… si la presionamos lo suficiente.
En el campamento, todo comenzó con un rugido bajo, como si el bosque estuviera exhalando un aliento oscuro. Los lobos de la manada, que patrullaban el perímetro, detuvieron su marcha, levantando las orejas con alerta. Un segundo después, las sombras se abalanzaron.
Los soldados de sombras se movieron como una ola, rápidos y silenciosos, atacando a los lobos con precisión. Aunque los lobos lucharon con valentía, mordiendo y desgarrando a las sombras, estas se regeneraban casi de inmediato, como si no pudieran ser destruidas.
—¡Están aquí! —gritó uno de los lobos mientras retrocedía hacia el campamento.
El grito fue suficiente para alertar a todos. Cael y Nya dejaron de practicar y corrieron hacia el centro del círculo, donde Lunara y Selene ya habían comenzado a reforzar las barreras mágicas.
—¿Qué está pasando? —preguntó Cael, con las runas de su cuerpo comenzando a brillar.
Lunara frunció el ceño, extendiendo sus manos hacia las runas del círculo para activar una barrera protectora.
—Es un ataque directo. El Eco nos ha encontrado.
Las sombras llegaron al campamento como un río oscuro, rodeando el círculo de piedras y atacando a cualquiera que estuviera fuera de las barreras. Los lobos formaron una línea defensiva, pero estaban claramente superados.
—¡Necesitamos reforzar las protecciones! —gritó Selene, trazando símbolos mágicos en el aire que lanzaban destellos de luz hacia las sombras.
Nya, que observaba la batalla desde el círculo, sintió cómo su pecho se tensaba. Las sombras parecían estar dirigidas hacia ella, como si fueran atraídas por su presencia.
—Esto es por mí —murmuró, apretando los puños.
Cael, que estaba a su lado, puso una mano en su hombro.
—No, esto es por el Eco. Pero no vamos a dejar que gane.
Las runas en el círculo comenzaron a brillar con más fuerza cuando Nya y Cael sincronizaron sus energías. Sus luces dorada y azul oscuro se entrelazaron, formando una barrera que mantuvo a las sombras a raya por un momento.
En medio del caos, la figura encapuchada apareció en el borde del claro, observando la batalla con una calma inquietante. Con un movimiento de su mano, envió una ola de energía oscura que rompió parte de la barrera exterior del campamento, permitiendo que más sombras entraran.
—Es ella a quien queremos —dijo, con la mirada fija en Nya—. Todo esto es para ti, chica del Eco.
Nya sintió un escalofrío recorrer su cuerpo al escuchar esas palabras. Por un momento, la voz del Eco regresó a su mente, susurrándole que se rindiera, que aceptara su lugar en la oscuridad.
—No voy a ceder —dijo en voz baja, con una determinación renovada.
—¡Nya! —gritó Lunara, mientras luchaba por mantener la barrera principal—. ¡Debes quedarte dentro del círculo!
Pero Nya sabía que no podían simplemente defenderse. Si las sombras seguían avanzando, destruirían todo el campamento.
—Tenemos que actuar —dijo, mirando a Cael.
—¿Qué tienes en mente? —preguntó él, aunque ya sabía que no iba a gustarle.
Nya respiró hondo, dejando que las runas dentro de ella vibraran con fuerza.
—Voy a enfrentarme a la figura encapuchada.
Antes de que alguien pudiera detenerla, Nya salió del círculo, avanzando hacia la figura encapuchada con sus manos brillando de energía azul oscuro. Las sombras intentaron alcanzarla, pero las runas la protegieron, manteniéndolas a raya mientras avanzaba.
—Valiente, pero imprudente —dijo la figura encapuchada, mientras levantaba su cristal negro.
—No voy a permitir que sigas manipulándome —respondió Nya, con una voz firme.
La figura encapuchada dejó escapar una risa baja.
—¿Manipularte? Tú ya eres parte de esto, chica. El Eco está dentro de ti, y siempre lo estará.
Sin esperar una respuesta, la figura lanzó un rayo de energía oscura hacia Nya. Ella lo bloqueó con dificultad, canalizando su magia hacia un escudo que apenas logró contener el impacto.
—¡Nya! —gritó Cael, corriendo hacia ella para apoyarla.
Juntos, lanzaron una ráfaga de energía combinada que hizo retroceder a la figura encapuchada por un momento. Pero incluso herida, la figura no parecía preocupada.
—Esto no ha terminado —dijo, desapareciendo en un torbellino de sombras—. Nos volveremos a encontrar, chica del Eco.
Con la retirada de la figura encapuchada, las sombras comenzaron a disiparse, dejando atrás un campamento dañado pero intacto. Lunara y Selene rápidamente repararon las barreras mágicas, mientras los lobos evaluaban las pérdidas.
Cael se volvió hacia Nya, con una mezcla de preocupación y alivio en su rostro.