El eco de la magia

Capítulo 24: Ecos de la Oscuridad

El campamento estaba envuelto en un silencio pesado tras el ataque. Las runas del círculo, que habían brillado con fuerza durante la batalla, ahora titilaban con una luz tenue, como si estuvieran exhaustas. Los lobos patrullaban los alrededores, aunque muchos de ellos lucían heridas visibles. Algunos miembros del consejo ayudaban a reparar los daños causados por las sombras, mientras otros atendían a los heridos en la enfermería improvisada.

Nya estaba sentada cerca de la fogata, con las manos envueltas alrededor de una taza de té que Lunara le había dado. Aunque su cuerpo estaba intacto, su mente no podía dejar de revivir las palabras de la figura encapuchada.

Cael se acercó lentamente, llevando una manta que colocó sobre los hombros de Nya.

—¿Cómo te sientes? —preguntó, sentándose junto a ella.

Ella suspiró, sin apartar la mirada de las llamas.

—No estoy segura. Es como si una parte de mí supiera que lo que dijo es cierto. El Eco está dentro de mí, y no puedo escapar de eso.

Cael frunció el ceño, apretando los puños.

—Eso no significa que te controle, Nya. Lo que importa es cómo usas esa conexión. No quién intenta manipularla.

Nya giró la cabeza hacia él, con los ojos llenos de dudas.

—¿Y si no puedo? ¿Y si hay un límite para cuánto puedo resistir?

Cael la miró fijamente, con una intensidad que la obligó a sostener su mirada.

—Entonces seré tu límite. Si alguna vez sientes que no puedes más, estaré aquí para recordarte quién eres.

Las palabras de Cael lograron aliviar un poco el peso en el pecho de Nya. Aunque todavía sentía el tirón del Eco dentro de ella, también podía sentir la fuerza que Cael le ofrecía, como un ancla que la mantenía en el presente.

—Gracias, Cael —murmuró, permitiendo que una pequeña sonrisa cruzara su rostro.

Desde una distancia prudente, Lunara observaba a los dos jóvenes con una expresión mezcla de orgullo y preocupación. Selene se acercó a ella, con los brazos cruzados mientras miraba la fogata.

—Fue imprudente que saliera del círculo —dijo Selene, con un tono severo—. Podría haber terminado mucho peor.

Lunara asintió lentamente, aunque no apartó la vista de Nya.

—Sí, pero también demostró algo importante. Nya no es solo una víctima del Eco. Tiene la fuerza para enfrentarlo… aunque todavía necesita aprender a controlarla.

Selene frunció el ceño, todavía poco convencida.

—Esa fuerza puede ser una ventaja, pero también es un riesgo. Si el Eco encuentra la manera de usar su conexión en su contra, podría destruirnos a todos.

Lunara dejó escapar un suspiro, pasando una mano por su cabello.

—Lo sé. Por eso debemos ser cuidadosos. Pero Nya no es una niña indefensa. Si vamos a ganar esta batalla, necesitaremos su ayuda tanto como ella necesita la nuestra.

Más tarde esa noche, mientras el campamento se sumía en un silencio inquietante, Nya se dirigió al círculo de piedras. Aunque estaba exhausta, no podía ignorar la sensación de que algo dentro de ella había cambiado después del ataque.

Las runas en las piedras brillaban débilmente cuando colocó una mano sobre una de ellas. De inmediato, sintió un leve zumbido, como si las runas estuvieran intentando comunicarse con ella.

—¿Qué quieren decirme? —murmuró, cerrando los ojos mientras dejaba que su energía se sincronizara con las runas.

Por un momento, todo estuvo en calma. Pero entonces, una imagen apareció en su mente: un paisaje oscuro, con una luz pulsante en el centro. Era el núcleo del Eco.

—¿Esto es… dónde está él? —susurró, sintiendo un escalofrío recorrer su cuerpo.

Las runas vibraron con más fuerza, como si confirmaran su sospecha. Nya abrió los ojos de golpe, respirando con dificultad.

—Me están mostrando dónde encontrarlo.

Decidida a compartir lo que había descubierto, Nya buscó a Cael, que estaba sentado en silencio cerca de su cabaña, mirando las estrellas.

—Cael, tengo que hablar contigo —dijo, acercándose rápidamente.

Él levantó la vista, notando la urgencia en su voz.

—¿Qué sucede?

Nya se sentó junto a él, todavía tratando de organizar sus pensamientos.

—Las runas me mostraron algo. Creo que sé dónde está el núcleo del Eco.

Cael frunció el ceño, inclinándose hacia ella.

—¿Estás segura?

—No del todo —admitió—. Pero lo sentí. Es como si las runas estuvieran respondiendo directamente a mi conexión con el Eco.

Cael asintió lentamente, procesando la información.

—Eso significa que el Eco también está reaccionando a ti. Si las runas pueden sentirlo, entonces él también puede sentirlas.

Nya apretó los puños, con la mandíbula tensa.

—Lo sé. Pero si esta es nuestra oportunidad de enfrentarlo, no podemos dejarla pasar.

Cael colocó una mano sobre la de ella, obligándola a mirarlo.

—Si hacemos esto, lo haremos juntos. No voy a dejar que vayas sola.

Nya lo miró fijamente, sintiendo una mezcla de gratitud y temor.

—Gracias, Cael. No sé qué haría sin ti.

A medida que la noche daba paso al amanecer, Nya y Cael se reunieron con Lunara y Selene para compartir lo que las runas le habían mostrado. Aunque había muchas dudas y preocupaciones, una cosa era clara: el tiempo para actuar se estaba agotando.

—Si las runas nos están guiando, no podemos ignorarlas —dijo Lunara, mirando a su círculo con determinación—. Pero debemos ser cautelosos. El Eco no permitirá que nos acerquemos sin luchar.

Selene asintió, con los brazos cruzados.

—Entonces debemos prepararnos para lo peor. Si el Eco está atrayendo a Nya hacia su núcleo, es probable que tenga una trampa preparada.

Nya, aunque todavía sentía el peso de su conexión con el Eco, levantó la cabeza con determinación.

—Lo sé. Pero no voy a dejar que me controle. Esta vez, seré yo quien lo enfrente.

Y mientras el sol iluminaba el círculo de piedras, el grupo comenzó a planificar su próximo movimiento, sabiendo que esta sería su mejor oportunidad de enfrentarse al Eco… y posiblemente, la última.



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En el texto hay: lobos, misterio y romance, brujaslobos

Editado: 18.06.2025

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