El campamento entero estaba en movimiento. Tras la revelación de Nya sobre la ubicación del núcleo del Eco, Lunara y Selene tomaron la decisión de actuar lo antes posible. Sabían que cada segundo que pasaba, el Eco se fortalecía, y si esperaban demasiado, podrían perder su oportunidad de destruirlo.
Nya y Cael permanecían en el círculo de piedras, repasando la visión que las runas le habían mostrado. Kieran organizaba a los lobos de la manada, asegurándose de que todos estuvieran listos para lo que estaba por venir.
El aire estaba cargado de tensión y expectativa. Todos sabían que este enfrentamiento definiría el destino del equilibrio entre la luz y la oscuridad.
Lunara desplegó un mapa sobre una mesa en el centro del campamento. El lugar donde se encontraba el núcleo del Eco estaba marcado con un símbolo oscuro, una región envuelta en sombras en lo profundo de las tierras prohibidas.
—Nuestro objetivo es claro —dijo Lunara, señalando el mapa—. Debemos llegar al núcleo, destruirlo y asegurarnos de que el Eco no pueda regenerarse.
Selene, con los brazos cruzados, frunció el ceño.
—No será fácil. La figura encapuchada estará esperando, y si tienen más soldados de sombras, podríamos enfrentarnos a un ejército.
—Entonces necesitamos una estrategia —intervino Kieran—. No podemos simplemente entrar y esperar lo mejor.
Lunara asintió.
—Por eso iremos en dos grupos. Selene y Kieran liderarán un ataque frontal, atrayendo a las sombras hacia ellos. Mientras tanto, Nya, Cael y yo entraremos directamente en el núcleo y atacaremos desde adentro.
Cael miró a su madre con el ceño fruncido.
—¿Y qué pasa si nos descubren antes de que podamos destruir el núcleo?
Lunara lo miró con seriedad.
—Entonces improvisaremos.
Sabiendo que no había margen para errores, Nya y Cael pasaron el resto del día entrenando intensamente. Practicaron la sincronización de sus runas, asegurándose de que su conexión fuera lo suficientemente fuerte para resistir cualquier interferencia del Eco.
—Respira, concéntrate en el flujo de energía —dijo Cael mientras observaba a Nya canalizar su magia.
Ella cerró los ojos, sintiendo el pulso de las runas dentro de ella. Por primera vez, no sintió que el Eco estaba tratando de arrastrarla hacia la oscuridad. Esta vez, sentía que tenía el control.
—Lo estás logrando —dijo Cael con una sonrisa.
Nya abrió los ojos y le devolvió la sonrisa.
—Gracias a ti.
Mientras tanto, Kieran reunía a su manada. Sabían que serían la primera línea de ataque y que muchos de ellos no regresarían.
—No voy a mentirles —dijo Kieran, mirando a su gente—. Esto será la pelea más difícil que hemos enfrentado. Pero si no luchamos, perderemos más que nuestras vidas. Perderemos nuestro hogar, nuestra libertad… nuestra esencia.
Los lobos rugieron en respuesta, mostrando su compromiso con la batalla.
Esa noche, cuando todos en el campamento estaban listos para la misión, Nya y Cael se encontraron en el borde del claro, mirando la luna llena en el cielo.
—Mañana podría ser el final —dijo Nya en voz baja.
Cael la miró, con una expresión suave pero determinada.
—No importa lo que pase, estaremos juntos.
Ella asintió, sintiendo una mezcla de miedo y esperanza.
—Cael… pase lo que pase, quiero que sepas que… —Nya vaciló, pero luego respiró hondo—. Que estoy agradecida por ti.
Cael sonrió, acercándose un poco más.
—Yo también, Nya.
El silencio se prolongó entre ellos, pero no era incómodo. Era la calma antes de la tormenta.
Cuando el sol comenzó a salir, todo el campamento estaba listo. Lunara, Selene y Kieran dieron las últimas instrucciones, y luego, sin más palabras, partieron hacia el núcleo del Eco.
Sabían que esta batalla definiría su destino.
Y ninguno de ellos estaba dispuesto a retroceder.
El grupo de Kieran avanzó sigilosamente a través del bosque, acercándose al perímetro del núcleo del Eco. A su alrededor, el paisaje comenzaba a cambiar. Los árboles se volvían retorcidos y sin vida, la tierra estaba agrietada y oscura, y un aire pesado oprimía sus cuerpos. Era evidente que estaban entrando en territorio enemigo.
Los lobos caminaban en formación, sus sentidos agudizados. Selene, a su lado, canalizaba su magia para detectar cualquier presencia oculta.
—Estamos cerca —susurró Selene—. Puedo sentir la corrupción del Eco en el aire.
Kieran asintió, su cuerpo ya comenzando a transformarse parcialmente en lobo.
—Entonces no perdamos más tiempo.
No tardaron en encontrar resistencia. A medida que avanzaban, las sombras comenzaron a moverse entre los árboles, al principio como simples figuras distantes, pero pronto se convirtieron en una horda de soldados oscuros.
—Aquí vienen —gruñó Kieran, preparándose para el ataque.
Las sombras cargaron contra ellos con rapidez inhumana. Kieran y su manada se lanzaron al combate, usando sus colmillos y garras para desgarrar las figuras oscuras. Selene, por su parte, creó un muro de fuego encantado que incineró a varias de las sombras al instante.
Pero las sombras eran interminables. Por cada una que caía, dos más aparecían en su lugar.
—¡No podemos seguir así! —gritó uno de los lobos—. ¡Son demasiados!
Selene levantó las manos, pronunciando un hechizo que hizo que las raíces de los árboles muertos emergieran del suelo y atraparan a las sombras, dándoles un breve respiro.
—¡Solo necesitamos mantenerlos ocupados! —gritó, con el rostro cubierto de sudor por el esfuerzo.
Kieran gruñó, derribando a otra sombra con un movimiento rápido.
—¡Entonces sigamos luchando!
Mientras la batalla continuaba, una presencia oscura emergió de las profundidades del bosque. La figura encapuchada observaba la lucha con una expresión impasible, sosteniendo su cristal negro con una mano.
—Tal como lo planeé —murmuró.