El túnel finalmente terminó en una enorme caverna, donde una luz oscura pulsaba desde el centro de la sala. El núcleo del Eco estaba frente a ellos: un colosal cristal negro flotando en el aire, rodeado de cadenas de energía sombría que parecían sujetarlo y alimentarlo al mismo tiempo.
La atmósfera era sofocante. Cada paso que daban hacia el interior del núcleo se sentía más pesado, como si la propia oscuridad intentara aferrarse a ellos.
—Esto es… peor de lo que imaginé —murmuró Cael, observando el cristal con una mezcla de asombro y repulsión.
Nya sintió un escalofrío recorrer su espalda. La energía del Eco vibraba dentro de ella con intensidad, reaccionando a la cercanía del núcleo.
—Nos está esperando —dijo
Cael y Lunara intercambiaron miradas. Sabían que esto no sería tan simple como destruir el cristal y marcharse. La figura encapuchada seguramente estaba cerca, lista para evitar que cumplieran su misión.
Lunara levantó una mano, trazando símbolos en el aire con luz dorada. Las runas flotaron a su alrededor, brillando intensamente mientras analizaban la estructura del núcleo.
—Es más complejo de lo que pensaba —dijo con el ceño fruncido—. Estas cadenas no solo lo sujetan, también canalizan su poder hacia algún lugar.
Nya se acercó lentamente, sintiendo un cosquilleo recorrer su piel.
—Yo… puedo sentirlo —susurró—. No es solo un punto de poder… es un puente. Está conectado a algo más grande.
Cael tensó la mandíbula.
—¿Más grande cómo?
Lunara bajó la mano, su expresión era de preocupación.
—Si destruyéramos el núcleo sin entender su conexión, podríamos liberar algo peor.
El aire a su alrededor se agitó. Las sombras en la caverna se movieron como si tuvieran vida propia, y una carcajada baja resonó en el aire.
—Exactamente.
De la oscuridad surgió la figura encapuchada, avanzando lentamente hacia ellos. Su manto flotaba con la energía oscura que lo rodeaba, y en su mano derecha sostenía un cristal negro que brillaba con un resplandor malévolo.
—Sabía que vendrían —dijo con voz tranquila—. Sabía que la chica no podría resistir la llamada.
Nya apretó los puños.
—No estoy aquí porque me llamaste. Estoy aquí para terminar con esto.
La figura inclinó la cabeza, como si analizara sus palabras.
—¿Terminar con esto? —dejó escapar una leve risa—. ¿Y qué crees que lograrás? ¿Romper el núcleo y esperar que todo se arregle?
Cael avanzó un paso, con las runas de su cuerpo brillando con intensidad.
—Eso es exactamente lo que haremos.
El encapuchado suspiró, como si estuviera decepcionado.
—No entienden nada. El núcleo del Eco no es solo una fuente de poder. Es el equilibrio. Es lo único que mantiene a raya el caos total.
Lunara apretó los dientes.
—Eso es mentira. El Eco es una fuerza de corrupción. No es necesario para el equilibrio.
La figura encapuchada negó con la cabeza lentamente.
—Eso es lo que ustedes quieren creer. Pero incluso tu hija lo sabe.
Nya sintió un tirón en su pecho. La energía dentro de ella vibró, respondiendo a las palabras del enemigo.
—Cállate —dijo con voz firme.
—Tú lo sientes, ¿no es así? —continuó la figura, ignorándola—. La conexión. El Eco no es tu enemigo. Es parte de ti. Y si lo aceptas, tendrás el poder para cambiarlo todo.
Nya cerró los ojos con fuerza. La tentación estaba ahí. Podía sentir el poder a su alcance, llamándola.
Pero no estaba sola.
—Nya —dijo Cael, su voz tranquila pero firme—. No escuches sus mentiras.
Ella abrió los ojos y lo miró. En sus ojos dorados vio la verdad: el Eco solo tenía poder sobre ella si lo permitía.
Respiró hondo y levantó las manos.
—No tengo que rechazar lo que soy. Pero tampoco tengo que ser lo que tú quieres que sea.
La figura encapuchada frunció el ceño.
—Qué desperdicio.
Con un movimiento brusco, el cristal en su mano brilló y la caverna tembló. Las sombras se arremolinaron a su alrededor, transformándose en una oleada de energía oscura que se lanzó hacia ellos.
Lunara reaccionó de inmediato, creando un escudo de luz dorada que bloqueó el ataque.
—¡Cael, Nya, ahora! —gritó.
Nya y Cael corrieron hacia el núcleo, esquivando los ataques de la figura encapuchada. Cada paso que daban, la resistencia del Eco se intensificaba, pero esta vez no retrocederían.
Cael canalizó su energía dorada, envolviendo sus manos en un resplandor ardiente.
—Vamos a destruirlo juntos.
Nya asintió, permitiendo que sus runas brillaran con su energía azul oscuro.
—Juntos.
Y con un último grito de batalla, lanzaron su ataque combinado directamente al núcleo.
La caverna explotó en luz y sombras.
El impacto de la energía de Nya y Cael contra el núcleo fue devastador. La caverna entera se sacudió como si estuviera colapsando sobre sí misma. El cristal negro, que había flotado en el aire con una presencia imponente, comenzó a resquebrajarse, emitiendo destellos de luz oscura y vibraciones caóticas.
Las cadenas de energía sombría que lo sujetaban se rompieron con estruendosos chasquidos, y una onda expansiva de pura magia se desató en todas direcciones.
Nya sintió un tirón en su pecho, como si una parte de ella estuviera siendo desgarrada. Su conexión con el Eco estaba siendo puesta a prueba. Por un instante, pensó que iba a ser arrastrada con él.
Pero entonces, sintió una mano aferrarse a la suya.
—¡Nya! —Cael la sostuvo con fuerza, sus ojos brillando con determinación—. ¡No lo dejes ganarte!
Nya respiró hondo, enfocándose en las runas dentro de ella. En lugar de resistirse al tirón del Eco, lo enfrentó con su nueva comprensión de sí misma. Aceptó su conexión, pero no como una debilidad, sino como una herramienta.
La energía oscura alrededor de ella comenzó a disiparse, y poco a poco recuperó el equilibrio.
Lunara estaba de pie cerca, observando la destrucción con el ceño fruncido. Sabía que la explosión del núcleo tenía consecuencias impredecibles, pero no habían tenido otra opción.