El eco de la magia

Capítulo 29: La Amenaza Latente

Mientras Lunara y Selene analizaban los cambios en la magia, en un rincón del bosque, lejos de la seguridad del campamento, algo despertaba.

Las sombras que antes respondían al Eco se movían de manera errática, sin un propósito claro. Su líder había sido sellado, pero su energía aún existía en el mundo, fragmentada y sin rumbo.

Y en el centro de todo, un fragmento del núcleo, pequeño pero pulsante, vibraba con una energía oscura.

El aire alrededor de la piedra se onduló, y un susurro se filtró en la brisa.

"Nada desaparece para siempre."

La figura encapuchada, aunque derrotada, aún tenía una última jugada por hacer.

Y esta vez, no necesitaba un ejército de sombras.

Solo necesitaba el caos.

La figura encapuchada se movía con cautela dentro de la caverna oculta, observando el pequeño fragmento del núcleo que aún vibraba con una luz oscura. Aunque el Eco había sido sellado, su esencia no había desaparecido por completo.

—No me han destruido. Solo me han cambiado —susurró, extendiendo una mano sobre el fragmento.

El cristal negro pulsó, respondiendo a su energía. No tenía la fuerza del núcleo original, pero aún contenía poder. Un poder inestable, impredecible… pero moldeable.

Y eso era todo lo que la figura encapuchada necesitaba.

Desde el sellado del Eco, la magia en el mundo había comenzado a comportarse de manera extraña. Las runas en el círculo del campamento absorbían energía en lugar de canalizarla, las criaturas mágicas parecían más erráticas y los hechizos que antes eran estables ahora tenían efectos inesperados.

La figura encapuchada había observado estos cambios desde las sombras, analizando la nueva naturaleza de la magia.

—La estructura misma del equilibrio se ha roto —murmuró—. Y si el mundo ya no sigue las antiguas reglas…

Apretó el fragmento en su mano, sintiendo su energía fluir a través de su cuerpo. Una oleada de magia alterada recorrió sus venas, causando que su forma se distorsionara por un momento antes de estabilizarse.

—… entonces haré mis propias reglas.

Con el fragmento en su poder, la figura encapuchada comenzó a experimentar con la nueva magia. Tomó un pequeño objeto encantado, una piedra con una runa grabada en su superficie, y la expuso al cristal.

Al instante, la runa comenzó a brillar… pero en lugar de activarse como lo haría normalmente, la piedra tembló y se agrietó, como si estuviera absorbiendo demasiada energía.

—Interesante —susurró.

Probó con otro objeto: un pergamino con un hechizo de luz. Cuando acercó el fragmento, el pergamino se ennegreció y la tinta en él se retorció, reescribiendo el hechizo con palabras desconocidas.

—La magia ya no obedece las antiguas leyes.

La figura encapuchada sonrió bajo su capucha.

—Esto puede ser útil.

Después de varias pruebas, la figura encapuchada entendió lo que tenía entre manos. El fragmento del núcleo no solo conservaba la esencia del Eco, sino que también afectaba la magia a su alrededor, volviéndola volátil e impredecible.

Pero si podía aprender a controlarla… entonces podría hacer algo que ni siquiera el Eco original había logrado: reescribir la estructura de la magia misma.

Extendió el fragmento frente a ella y comenzó a canalizar su energía.

—Veamos qué tan lejos puedo llegar.

La caverna se llenó de un resplandor oscuro, y la figura encapuchada sintió cómo su conexión con la magia cambiaba. No estaba simplemente usando el poder del Eco. Lo estaba transformando.

Y pronto, el mundo vería los resultados de su experimento.

Mientras tanto, en el campamento de Lunara, los efectos de la nueva magia ya se estaban sintiendo.

Nya estaba practicando con sus runas cuando, de repente, sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Algo en el aire cambió.

Cael, que estaba a su lado, también lo notó.

—¿Sentiste eso?

Nya asintió, frotándose los brazos.

—Sí. Fue como… un tirón en la magia.

Antes de que pudieran analizarlo, un destello de luz distorsionada apareció en el cielo. Las runas en el círculo comenzaron a brillar con una energía inestable, y los lobos en la periferia del campamento aullaron inquietos.

Lunara y Selene salieron de la tienda central, ambas con expresiones serias.

—Algo ha cambiado —dijo Lunara, observando el cielo.

Selene frunció el ceño.

—Y no fue por nosotros.

Nya y Cael intercambiaron miradas.

—Entonces, ¿quién lo hizo? —preguntó Cael.

Un fuerte crujido resonó en el bosque cercano, como si la propia naturaleza estuviera reaccionando a la alteración de la magia.

Lunara apretó los labios.

—No estamos solos.

El bosque alrededor del campamento se agitó con una energía inquietante. Las runas en las piedras parpadeaban de manera errática, reaccionando a la distorsión en la magia.

Lunara, Selene, Nya y Cael estaban en el centro del círculo, observando cómo las líneas de poder que antes protegían el campamento ahora vibraban con una intensidad inusual.

—Esto no es natural —dijo Selene con el ceño fruncido—. Algo está interfiriendo con la magia misma.

Antes de que alguien pudiera responder, un estruendo sacudió el suelo. Desde la línea de árboles, una explosión de energía oscura se expandió, empujando a los lobos de la manada y derribando varias tiendas.

De entre las sombras emergió una figura envuelta en un manto oscuro. La figura encapuchada.

Pero esta vez, algo en su presencia era diferente.

La magia a su alrededor no era solo la del Eco. Se sentía alterada, caótica, como si la propia realidad estuviera distorsionándose a su paso.

—Saludos —dijo con voz burlona—. ¿Me extrañaron?

Antes de que alguien pudiera reaccionar, la figura encapuchada levantó una mano y lanzó un torrente de energía distorsionada.

Las runas del campamento intentaron absorber el impacto, pero la magia alterada era diferente. En lugar de disiparse o ser bloqueada, la energía se mezcló con las runas, haciéndolas chisporrotear y cambiar de color.



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En el texto hay: lobos, misterio y romance, brujaslobos

Editado: 18.06.2025

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