El campamento se encontraba en un tenso estado de reconstrucción. Aunque habían logrado repeler el ataque de la figura encapuchada, nadie se hacía ilusiones: la verdadera batalla aún no había comenzado.
Las runas, aunque estabilizadas en comparación con el caos anterior, todavía vibraban con una energía diferente, como si el mundo estuviera intentando encontrar su nuevo equilibrio.
Lunara y Selene lideraban las discusiones estratégicas, mientras que Kieran y los lobos patrullaban los alrededores en busca de cualquier rastro de actividad mágica inusual.
Pero el centro de todo recaía en Nya.
Ella era la única que podía entender la magia alterada. Y si querían ganar esta guerra, necesitaban que dominara por completo su poder antes de que la figura encapuchada lo hiciera.
Lunara extendió un mapa sobre la mesa central en la tienda de mando. Aunque la geografía del mundo no había cambiado, la magia sí lo había hecho. Había puntos donde las alteraciones eran más intensas, lugares donde la distorsión de la magia era más fuerte.
—Estos puntos —señaló Lunara— son donde la magia alterada está más concentrada. El encapuchado los está usando para experimentar y fortalecer su control.
Selene entrecerró los ojos.
—Si logramos interrumpir esos puntos, podríamos ralentizar su avance.
Kieran, con los brazos cruzados, frunció el ceño.
—¿Y qué pasa si es una trampa? Nos atrajo al campamento la última vez. ¿Y si ahora nos atrae a estos puntos para debilitarnos?
Cael apoyó una mano en la mesa.
—No tenemos opción. Si dejamos que siga manipulando la magia sin oposición, pronto será demasiado fuerte para detenerlo.
Todos asintieron en silencio.
Mientras los líderes del campamento planificaban, Nya se sumergió en un entrenamiento agotador.
Lunara y Selene la guiaban en el entendimiento de la magia alterada, mientras que Cael la ayudaba a mejorar su sincronización con las runas.
Su primer desafío era estabilizar la energía en su propio cuerpo.
—La magia alterada no sigue patrones fijos —explicó Selene mientras observaba a Nya canalizar su energía—. Si intentas usarla como la magia tradicional, te consumirá.
Nya cerró los ojos, sintiendo el flujo de la magia dentro de ella. En lugar de tratar de controlarla con fuerza, dejó que se moviera con su propio ritmo.
Sus runas brillaron en tonos fluctuantes entre el azul oscuro y el negro, pero esta vez, no se sintió abrumada.
—Bien —dijo Lunara con aprobación—. Ahora, intenta canalizarlo en un hechizo sin que se desestabilice.
Nya abrió los ojos y extendió una mano. Frente a ella, una pequeña esfera de energía distorsionada apareció, flotando en el aire sin perder su forma.
Cael sonrió.
—Cada vez eres más rápida.
Nya exhaló lentamente.
—Siento que la magia responde a mí, no como algo ajeno, sino como parte de mí.
Lunara intercambió una mirada con Selene.
—Si puede mantener esa conexión en una batalla real, podría enfrentarse al encapuchado en igualdad de condiciones.
Después de horas de entrenamiento, Selene decidió que era momento de probar el control de Nya en una situación más extrema.
—Voy a crear una ilusión de combate usando la magia alterada —explicó—. No será un enemigo real, pero reaccionará como lo haría el encapuchado.
Nya asintió, lista para el desafío.
Selene levantó las manos y la energía en el aire vibró. Frente a Nya apareció una figura oscura con la misma aura caótica que la magia del encapuchado.
—Prepárate —advirtió Selene.
La sombra atacó de inmediato, lanzando una ráfaga de magia inestable.
Nya no esquivó. En cambio, dejó que la energía se acercara a ella y, en el último momento, la redirigió con un giro de su mano, absorbiendo parte de su flujo y disipando el resto.
Cael silbó, impresionado.
—Eso fue nuevo.
Pero la sombra no se detuvo. Se movió rápidamente, alterando su forma con cada ataque, obligando a Nya a adaptarse en tiempo real.
Por primera vez, Nya sintió que estaba luchando en igualdad de condiciones.
Concentró su energía y lanzó un contraataque, utilizando la misma inestabilidad de la sombra en su contra. La ilusión titubeó, debilitada por la propia naturaleza de su magia.
—¡Ahora! —gritó Lunara.
Nya canalizó su poder en un solo golpe, y la sombra se disipó en una explosión de energía.
Cuando el polvo se asentó, Nya jadeaba por el esfuerzo, pero en sus ojos había algo nuevo.
Confianza.
Selene bajó las manos y la ilusión desapareció.
—Lo lograste —dijo con una leve sonrisa—. Estás lista para enfrentarlo.
Esa noche, mientras el campamento se preparaba para la ofensiva contra los puntos de magia alterada, Nya y Cael se sentaron juntos, observando el cielo estrellado.
—Mañana partimos —dijo Cael en voz baja.
Nya asintió, sin apartar la vista del horizonte.
—Sí. Y esta vez, no voy a dudar.
Cael tomó su mano y la apretó con suavidad.
—Lo sé.
Se quedaron en silencio, disfrutando del momento antes de la batalla.
Sabían que la verdadera prueba aún estaba por venir.
Pero esta vez, estaban listos.
Mientras el campamento se preparaba para atacar los puntos de magia alterada, en su escondite, la figura encapuchada observaba el cielo con una sonrisa.
—Así que la niña ha mejorado…
Apretó el fragmento del núcleo, sintiendo su energía vibrar con más intensidad.
—Entonces es hora de llevar esto al siguiente nivel.
Con un movimiento de su mano, liberó una oleada de magia alterada que se extendió por el mundo.
La batalla estaba a punto de comenzar.
Mientras el campamento ultimaba los preparativos para su ofensiva, una sensación de inquietud recorrió el aire. Las runas, que Nya y Lunara habían estabilizado, comenzaron a vibrar de nuevo, pero esta vez no era por su magia…
Era porque algo las estaba perturbando desde el exterior.