El campamento estaba en un estado de calma tensa. Aunque habían repelido el ataque de la figura encapuchada, todos sabían que la verdadera batalla estaba cerca. La próxima vez, no habría criaturas de prueba ni advertencias veladas.
La próxima vez, sería el final.
Lunara, Selene y Kieran habían pasado la noche discutiendo estrategias, mientras Cael y Nya intentaban descansar. Sin embargo, Nya no podía dormir.
Sabía que aún no estaba lista.
Había logrado entender la magia alterada, pero entenderla no era lo mismo que dominarla. Y si no lo hacía antes del enfrentamiento final, su enemigo tendría la ventaja.
Fue por eso que, cuando el primer rayo de sol apareció en el horizonte, Nya ya estaba en el círculo de piedras, preparándose para su última prueba.
Lunara y Selene la observaron desde el borde del círculo. Ambas sabían que esto era necesario, pero no podían evitar preocuparse.
—No podemos perder más tiempo —dijo Nya, con firmeza—. Necesito enfrentarme a la magia alterada de la manera más intensa posible.
Selene entrecerró los ojos.
—Eso significa ponerte en verdadero peligro.
Nya asintió.
—Lo sé.
Lunara suspiró.
—Muy bien. Pero si las cosas se salen de control, detendremos la prueba.
Nya no respondió. No porque no respetara la autoridad de su madre, sino porque sabía que, si quería ganar esta batalla, no podía permitirse límites.
Selene levantó las manos, invocando un antiguo hechizo que haría que el círculo de piedras canalizara la energía alterada del entorno.
—Este hechizo creará un espacio cerrado de magia alterada pura —explicó—. No habrá distracciones, no habrá ayuda. Solo tú y la magia.
Cael, que había llegado en silencio, sintió un escalofrío.
—¿Está segura de esto?
Nya le dedicó una leve sonrisa.
—No hay otra opción.
Selene terminó de trazar los símbolos y el círculo cobró vida.
En cuanto la magia alterada la envolvió, Nya sintió que el mundo a su alrededor cambiaba.
El suelo ya no era firme. El cielo se volvió un remolino de colores imposibles. La energía flotaba en el aire como hilos que intentaban atarla y arrastrarla en diferentes direcciones.
Pero lo más extraño era que no estaba sola.
Frente a ella, una figura idéntica a sí misma apareció, pero con un aura oscura y ojos que reflejaban la distorsión de la magia.
—Así que crees que puedes dominar esto —dijo la réplica con una sonrisa burlona.
Nya no se sorprendió.
Sabía que la última prueba no era contra una criatura, ni contra la figura encapuchada.
Era contra sí misma.
La réplica atacó primero, lanzando una ráfaga de energía inestable que se retorcía en el aire antes de impactar.
Nya esquivó por instinto, pero la distorsión en el espacio la hizo moverse más rápido de lo esperado, casi perdiendo el equilibrio.
—Si no puedes moverte en este entorno, nunca ganarás —se burló su réplica.
Nya respiró hondo y cerró los ojos un instante.
"No luches contra la magia. Fluye con ella."
Cuando abrió los ojos, en lugar de esquivar el siguiente ataque, permitió que la energía pasara a su alrededor, adaptando su movimiento al flujo alterado.
Esta vez, no perdió el equilibrio.
Sonrió.
—Ahora entiendo.
La réplica frunció el ceño y lanzó un nuevo ataque, pero esta vez, Nya lo interceptó con su propia energía alterada.
Las dos corrientes chocaron, fusionándose por un instante antes de disiparse en el aire.
—No eres tan diferente de mí —dijo la réplica.
Nya negó con la cabeza.
—No. Pero la diferencia es que yo no le temo a esta magia.
Levantó sus manos y canalizó toda su energía en un solo punto, no para atacar, sino para redirigir.
La réplica intentó resistirse, pero la magia ya no le respondía.
Porque ahora, Nya era quien la controlaba.
Con un último destello de luz alterada, la réplica se desvaneció, dejando a Nya sola en el centro del círculo.
Pero esta vez, la magia no se sentía como un enemigo.
Se sentía como una extensión de sí misma.
Cuando el círculo de piedras se desactivó, Nya cayó de rodillas, respirando con dificultad.
Cael corrió hacia ella y la sostuvo.
—¿Estás bien?
Ella levantó la vista y sonrió.
—Nunca me he sentido mejor.
Lunara y Selene se miraron con sorpresa y orgullo.
—Lo lograste —dijo Lunara, acercándose.
Nya asintió.
—Ahora sí estoy lista.
Cael la ayudó a levantarse, y cuando la miró, vio algo diferente en sus ojos.
Determinación absoluta.
—Entonces vayamos a terminar esto —dijo él.
Esa noche, el campamento se preparó para partir.
Kieran y su manada exploraron el camino hacia el escondite de la figura encapuchada, mientras Lunara y Selene ultimaban los hechizos de protección.
Nya se quedó un momento a solas, observando el cielo.
Cael se acercó y le tomó la mano.
—Sea lo que sea lo que pase mañana, quiero que sepas algo.
Ella lo miró con curiosidad.
—¿Qué?
Cael le dedicó una sonrisa sincera.
—Estoy orgulloso de ti.
Nya sintió una calidez en el pecho.
—Gracias, Cael.
Él asintió, pero su sonrisa se volvió más seria.
—Y cuando todo esto termine… quiero que hablemos sobre lo que viene después.
Nya sintió un cosquilleo en el estómago, pero antes de que pudiera responder, Kieran apareció con noticias.
—Encontramos su ubicación.
El silencio cayó sobre el grupo.
Era el momento.
Lunara miró a todos con solemnidad.
—Esta será nuestra última batalla. No habrá segundas oportunidades.
Nya tomó aire y miró a sus amigos, a su madre, a Cael.
Sabía que este sería el enfrentamiento final.
Y esta vez, no tenía miedo.
—Entonces vayamos a terminar con esto.