El eco de lo que fuimos

CAPÍTULO 7

Gabriel.

Dejo mi celular a un lado y me concentro en el “discurso” de Karen. He pasado tres miserables horas escuchando sobre uno de los casos más aburridos que hemos visto. Todos se ven igual de cansados que yo, sin duda Karen no sabe cómo llamar nuestra atención, tanto ella como todos en la sala desean que ya se acabe esto. Los papeles que tengo en la mano ni siquiera llaman mi atención, se trata de un adolescente que embarazó a su enamorada, la abuela del bebé pide adoptarlo pero la familia de la joven se niega y prefiere darlo en adopción a otra familia. ¿Cuál es su lógica? No lo sabemos, eso tratamos de averiguar y resolver el caso lo antes posible, lo correcto sería que el bebé termine al cuidado de su abuela paterna, pero no es tan fácil como se ve. Primero tendríamos que pasar por un caso de filiación, lo cual y a juzgar la actitud de la joven, lo más probable es que ese chico no sea el padre del bebé.

—Si es tan complicado para ustedes —nos grita Karen—. Pueden dejármelo.

—No seas chistosa —le refuta Sergio, quien está viendo su celular desde hace una hora—. Si hacemos eso, la señora posiblemente nos mate y no nos pague los honorarios.

—Entonces presten atención, parecen novatos.

Somos cuatro los encargados de esto, tranquilamente uno solo podría encargarse, pero la señora Margarita quiere intimidar a la familia de la joven con tantos abogados. Siendo honesto, yo me quedo por el pago, le estamos cobrando bien. Ellos son una familia bien acomodada, solo están ella y su hijo, tienen la herencia del padre que murió hace años por una cusa desconocida.

—Si digo la verdad —intervengo—. Casos similares ya hemos resuelto en el pasado, la señora Margarita tiene que negociar con esa chica y con la familia, más con la familia, se ve que aceptarían la mínima cantidad de dinero si se los proponen.

—Ese es el problema —dice Karen y se cruza de brazos—. La señora Margarita no quiere soltar ni una sola moneda.

—Pero tendrá que hacerlo.

—Vaya —habla Román, que ha estado callado las tres horas—. Esa nieta le va a salir muy caro, le sale más beneficioso que su hijo embarace a alguien más.

—Ya ha gastado mucho —dice Karen—. Tal vez un poco más no le haga daño, la cuestión es que eso ya se lo propuse y no quiere.

—A ver —digo—. Si se dan cuenta, esa chiquilla como sea quiere evadir la prueba de ADN cuando nazca el bebé, fácil, Zian no es el padre de ese niño.

Eso ya lo han pensado todos, pero nadie se ha atrevido a contradecir a la señora Margarita, sobre todo porque Zian está muy seguro que es hijo suyo.

—Propongo que se lo diga Gabriel, esa pobre señora no puede seguir gastando por un nieto que no es su nieto —propone Sergio.

—A nosotros nos conviene —agrega Román—, pero para ser sincero, no me siento bien con que esa señora haya contratado a los abogados más costosos para un caso como este. Admitámoslo, nos aburre con solo pensar que tendremos que esperar los resultados de una prueba de ADN.

—Simpatizo con ella —habla Karen—. Tal vez quiere a alguien que le haga compañía.

—Bueno, en ese caso, esta no es la salida —finalizo.

—Es nuestro trabajo llegar hasta el final, pero se lo diré yo. Tal vez porque soy mujer me haga un poco más de caso, ustedes se ven demasiado antipáticos cuando hablan con ella, sean un poco más gentiles.

—Es que me mira raro. —Román se estremece al decir eso—. Me mira como si yo quisiera que la embarace, está desesperada por un bebé.

—¡Román! —le grita Karen—. No hables así de ella.

—Es la verdad, no me digan que no se han dado cuenta de cómo me mira.

—Eres un cerdo.

—No digo que no esté guapa, pero es muy mayor para mi gusto.

—Ya cállate.

—Sí nos mira raro —le doy la razón a Román—. Pero no como si quisiera que alguien la embarace.

—Trabajar con ustedes es una pesadilla. —Karen toma unos papeles de la mesa—. Seguiré viendo los detalles en el hotel, a ustedes ni se les ocurra emborracharse hoy, si no llegan al centro de conciliación mañana temprano, les arranco las pelotas y juego tenis con ellas. Avisados están.

—Qué miedo —se burla Román.

—Sobre todo tú —termina de decir Karen y se va.

—Está brava hoy —continúa Román—. Pero es sexy.

—No la molestes —le dice Sergio y se ríe—. Se ve que está estresada desde que viajamos, creo que su relación con Marcos no va muy bien. Recuerdo cuando era su asistente, me parecía muy guapa pero a la vez estricta.

—Por eso, no se mezcla trabajo con sexo, Marcos se la cogió en un baño y no la soltó. Lo típico.

—A decir verdad, creo que Marcos la acosó hasta que ella le hizo caso.

—Como sea, está de un humor agobiante.

—Yo en su lugar, lo hubiera dejado como una aventura, no creí que Marcos sería tan desesperado como Gabriel.

—Ni lo mencio nes, que Gabriel se puede ofender —Sergio habla como si yo no lo escuchara.

—Vete a la mierda —digo despacio,




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