No sé si alguna vez has sentido que el aire cambia cuando algo importante está a punto de pasar. Que el mundo se queda en suspenso por un momento. Así se sentía Ethermont esa mañana. La niebla era más espesa que de costumbre, como si la montaña quisiera protegernos… o advertirnos.
Estábamos todos en el gran salón. Los cristales del techo dejaban pasar una luz pálida, casi helada. Los murmullos llenaban el aire, un zumbido constante de incertidumbre. Vi de lejos a Owen, un chico delgado, de piel tostada, fue el primero que se me acercó cuando llegué aquí hace un par de años. A su lado estaba Aurora, enredando entre sus dedos su largo y oscuro cabello. Ambos hicieron que les tuviera confianza muy rápido y desde que intercambiamos palabras por primera vez, somos inseparables.
Me acerqué a sentarme con ellos sin saber por qué la directora nos había citado a todos.
—¿Sabes qué pasa? — pregunté en voz baja.
—Algo grave —susurró Owen—. Nadie convoca una asamblea de emergencia sin motivo.
Aurora, con su mirada tranquila, apenas asintió. Pero yo sabía que incluso ella estaba inquieta. Lo sentía en su energía. En todos nosotros.
A los segundos apareció Nolan, mi pareja. Se estaba peinando con los dedos el pelo platino, no me fijé demasiado en cómo lo tenía. Al llegar junto a nosotros se sentó a mi lado y me sostuvo la mano sin decir nada. Tenía el ceño fruncido.
Y entonces la directora Aveline apareció en el escenario. Su presencia era siempre elegante, firme. Pero esa vez, parecía tensa. Sus labios eran una línea delgada y sus ojos recorrían la sala como si buscara un enemigo oculto entre nosotros.
—Alumnos de Ethermont —comenzó—. Esta mañana, hemos confirmado la desaparición de una estudiante de segundo año: Eleanor Blanche.
Un silencio brutal cayó sobre nosotros. Pude oír un par de jadeos. Algunos bajaron la cabeza. Otros se miraron con incredulidad. Sentí cómo mi estómago se hundía.
—Las autoridades internas están trabajando en su localización —prosiguió la directora—. Mientras tanto, pido que todos extremen precauciones. No se permitirá la salida al exterior sin supervisión. Las clases seguirán con normalidad, pero el protocolo de seguridad nivel tres está activado.
Vi cómo algunos profesores intercambiaban miradas. Nivel tres. Nunca se había activado desde que llegué.
El nivel uno solían ser lluvias, no muy fuertes, pero sí lo suficiente como para tener precaución al salir; el nivel dos, solían ser castigos comunes: si alguien incumplía las normas y ese alguien no salía a la luz, se castigaba durante una semana a todo el colegio —o a su año, si al menos se sabía de cuál era— ; sin embargo, el nivel tres nunca había sucedido. Según lo que todos sabíamos, era un nivel de control total hasta que saliera el culpable.
—¿Creéis que se escapó? —murmuré a Nolan.
—No lo sé —dijo—. Pero si no hay señales… puede que no haya sido por voluntad propia.
Owen se removió incómodo. Aurora guardaba silencio, su mirada fija en Aveline. Yo sentía una punzada rara en el pecho. Algo me decía que esto era solo el principio.
A unos metros de distancia, un chico nuevo observaba la situación en silencio. Tenía el uniforme perfectamente ordenado, el cabello oscuro le caía un poco sobre los ojos. Parecía confundido… pero más que eso, parecía perdido. Como si supiera que algo estaba mal, incluso antes de que lo anunciaran.
No sabía aún cómo se llamaba. Tenía una mirada que parecía esconder tormentas. Algo en él llamó mi atención. Y en ese momento, sin explicación alguna, tuve frío. Como si el aire, de pronto, hubiera aprendido a temblar.
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Editado: 19.12.2025