La rutina de Marina y Lucas había encontrado una frágil estabilidad. Marina seguía canalizando su dolor en su arte, mientras Lucas continuaba sus conferencias y sesiones de terapia. Ambos estaban haciendo progresos, aunque lentos y a menudo dolorosos. La vida parecía estar encontrando un nuevo ritmo, aunque la sombra de su pasado nunca estaba demasiado lejos.
Una tarde, Marina encontró una carta en el buzón. No había remitente, y la letra en el sobre era tosca y amenazante. Con el corazón latiendo con fuerza, llevó la carta adentro y la abrió con manos temblorosas.
El contenido de la carta fue un golpe devastador:
"Los estoy observando de cerca. Cada día nos acercamos más. Lucas, si no vuelves, serás matado en la puerta de aquella iglesia que tanto amaban. Y Marina, si no te alejas, estarás muerta en aquella puerta que tanto anhelas llegar: la de tu familia. Lucas, estoy en la espera de tu vuelta.
Atentamente: Mafia Rusa."
El pánico se apoderó de Marina. Corrió hacia Lucas, que estaba en el estudio, repasando sus notas para su próxima conferencia.
—Lucas, mira esto —dijo, su voz temblando mientras le entregaba la carta.
Lucas la leyó rápidamente, su rostro endureciéndose con cada palabra. El miedo y la furia se mezclaban en sus ojos.
—Maldita sea —murmuró, apretando la carta en su puño—. No nos dejarán en paz.
Marina se hundió en una silla, sus ojos llenos de lágrimas.
—¿Qué vamos a hacer, Lucas? No podemos seguir viviendo con esta amenaza constante. No podemos seguir así.
Lucas se arrodilló frente a ella, tomando sus manos entre las suyas.
—Lo sé, Marina. Pero no vamos a dejar que nos controlen. No vamos a dejar que destruyan lo que hemos construido.
Decidieron tomar medidas inmediatas. Llamaron a la policía y a sus abogados, presentando la carta como evidencia de la amenaza. Las autoridades prometieron incrementar la vigilancia y protección alrededor de su casa, pero Lucas y Marina sabían que eso no sería suficiente.
Esa noche, mientras se acostaban, el miedo los envolvía como una sombra.
—Lucas, ¿crees que deberíamos huir? —preguntó Marina, su voz apenas un susurro.
—No sé, Marina. No quiero que sigamos viviendo con miedo. Pero también sé que no podemos seguir huyendo para siempre.
Ambos sabían que la amenaza era real y que la mafia rusa no se detendría ante nada para conseguir lo que quería. Lucas, en particular, sentía el peso de la responsabilidad, sabiendo que su familia estaba en el centro de esta tormenta.
A la mañana siguiente, Lucas tomó una decisión.
—Marina, necesito enfrentar esto. No podemos seguir escondiéndonos. Vamos a encontrar una solución, pero no podemos seguir viviendo con miedo.
Marina asintió, sabiendo que no había otra opción. Ambos estaban cansados de vivir con miedo, cansados de las amenazas que pendían sobre ellos como una espada de Damocles.
El eco de la carta resonaba en sus mentes mientras se preparaban para lo que vendría. Sabían que no sería fácil, pero estaban decididos a luchar juntos contra las sombras que amenazaban con destruir su vida.
La amenaza era clara y presente, pero el amor y la determinación de Lucas y Marina eran más fuertes. Sabían que, pase lo que pase, enfrentarían el futuro juntos, sin importar cuán oscuro pudiera parecer.