Lucas estaba sentado en el avión, mirando por la ventana mientras el paisaje cambiaba debajo de él. La ansiedad y el miedo le pesaban en el pecho, pero trataba de mantener la calma. Sabía que lo que estaba a punto de enfrentar sería la prueba más difícil de su vida.
El avión aterrizó en Rusia, y Lucas fue recibido por un grupo de hombres vestidos de negro, quienes lo escoltaron a una fila de camionetas negras con vidrios polarizados. Sin decir una palabra, uno de los hombres le puso una bolsa en la cabeza, sumiendo a Lucas en la oscuridad. Sintió cómo lo cacheaban, revisando sus pertenencias, antes de ser empujado dentro de una de las camionetas.
El viaje fue largo y silencioso. Lucas trató de mantener la calma, concentrándose en su respiración. Sentía los movimientos del vehículo, pero no tenía idea de hacia dónde lo llevaban. Finalmente, la camioneta se detuvo y lo sacaron a empujones, guiándolo por un camino desconocido.
Cuando le quitaron la bolsa de la cabeza, Lucas se encontró frente a una imponente puerta de madera en medio de un bosque. Antes de que pudiera reaccionar, lo empujaron violentamente, cayendo de rodillas frente al supuesto jefe de la mafia rusa.
—Así que has decidido volver —dijo una voz profunda y autoritaria.
Lucas levantó la cabeza y se encontró con un hombre de rostro severo y mirada penetrante. Sabía que no podía mostrar debilidad.
—No tenía otra opción —respondió Lucas, tratando de mantener la voz firme.
El jefe lo observó durante unos segundos antes de hablar de nuevo.
—¿Crees que puedes simplemente volver y esperar que todo esté bien?
Lucas tomó una profunda respiración antes de responder.
—Estoy aquí para negociar. Quiero asegurarme de que Marina esté a salvo. Estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario.
La sala quedó en silencio mientras el jefe consideraba sus palabras. Luego, con un movimiento rápido, uno de los hombres golpeó a Lucas en el estómago, dejándolo sin aliento.
—No estamos aquí para negociar. Estás aquí para obedecer.
Lucas se dobló de dolor, pero se obligó a levantarse.
—Hacer lo que digas, pero no tocarán a Marina.
El jefe se acercó, su rostro a centímetros del de Lucas.
—O es Marina o es tu madre. Ellos ya no te aman. Deja al amor de tu vida y únete a nosotros. Sólo entonces sabrás lo que es la verdadera vida.
Lucas sintió la desesperación invadirlo. Estaba atrapado entre dos mundos, obligado a elegir entre el amor de su vida y su propia seguridad. Sabía que no había una respuesta fácil.
Finalmente, asintió.
—Acepto. Pero necesito enviarle una carta a Marina.
El jefe hizo un gesto y le dieron papel y pluma. Lucas escribió con manos temblorosas, sus palabras llenas de dolor y esperanza.
"Marina,
Volveré dentro de 3 meses. Te amo.
Lucas"
Firmó la carta y la entregó. Sabía que esta decisión podría destrozar a Marina, pero también sabía que era la única forma de protegerla. Mientras lo escoltaban de regreso al auto, se prometió a sí mismo que encontraría una manera de salir de esta pesadilla y regresar a los brazos de Marina.
La camioneta arrancó y, con la bolsa nuevamente en la cabeza, Lucas se preparó para enfrentar los próximos tres meses de incertidumbre y peligro, sabiendo que su amor por Marina sería su única luz en la oscuridad.