El eco del amor

Capítulo 10: La Tarea Imposible

El sentimiento que alguna vez tuvo Lucas se había desvanecido. Cada día lo empujaba más lejos de su humanidad y más cerca de convertirse en un instrumento sin emociones de la mafia rusa. Las órdenes eran claras, y él las ejecutaba sin vacilar, matando gente sin remordimientos.Una mañana, el jefe lo llamó a su oficina. Lucas entró, su rostro imperturbable y sus ojos vacíos.

El jefe lo miró con una mezcla de satisfacción y malicia.—Lucas, has demostrado ser un activo valioso para nosotros —dijo el jefe, su voz gélida—. Pero tenemos una última tarea para ti, algo que pondrá a prueba tu lealtad definitiva.Lucas no dijo nada, esperando la orden. Sentía una calma aterradora en su interior, como si ya nada pudiera sorprenderlo o asustarlo.

—Debes matar a tu madre —continuó el jefe, sus palabras cayendo como un martillo.Por un momento, Lucas sintió una chispa de algo familiar: horror, incredulidad. Pero la apagó rápidamente. Sabía que cualquier señal de debilidad sería su fin. Asintió lentamente, sin dejar que su expresión cambiara.—Entendido —dijo, su voz tan fría como su corazón.El jefe sonrió, complacido.—Sabía que no me defraudarías. Tienes hasta mañana para cumplir la tarea. Asegúrate de que sea limpio y sin testigos.Lucas salió de la oficina, sintiendo el peso de la orden sobre sus hombros.

La misión era clara, pero su mente estaba en conflicto. Durante años, su madre había sido su única familia, la única persona que le había mostrado amor y compasión. Ahora, la mafia le pedía que la eliminara.Esa noche, Lucas se dirigió a la casa de su madre. La conocía demasiado bien. Sabía que estaría sola, como siempre, esperando una visita que rara vez llegaba. Cuando llegó, se quedó parado frente a la puerta, su mano temblando ligeramente antes de tocar.

Su madre abrió la puerta, una sonrisa de sorpresa y alegría iluminando su rostro al ver a su hijo.—Lucas, qué sorpresa verte. Pasa, pasa.Lucas entró, sintiendo una opresión en el pecho. Sabía lo que tenía que hacer, pero cada paso le costaba más de lo que estaba dispuesto a admitir. Se sentaron en la sala, y su madre le ofreció una taza de té.—¿Cómo has estado, hijo? Hace tiempo que no sé de ti.Lucas la miró, su rostro impasible. Las palabras se le atragantaban en la garganta. Sabía que no podía permitirse titubear.

—He estado ocupado, mamá. Hay algo que debo hacer.Su madre lo miró con preocupación, notando algo diferente en él.—¿Qué es, Lucas? Puedes contarme lo que sea.Lucas se levantó, caminando hacia ella. Su mano alcanzó el cuchillo que había traído, escondido en su chaqueta.

Cuando su madre vio el arma, su rostro se llenó de horror.—Lucas, no...

Al momento lucas se puso por detrás y le pasó el cuchillo por la garganta viendo como caía cada gota de sangre en su vestido de flores.

Al siguiente momento un sollozo se escuchó y era su madre el dejándola en el suelo escribo en el piso.

Olvidais, de mi yo solo era alguien sin amor

Al terminar dejo el cuchillo en la mesa borrando huellas dactilares y huyendo.

Llegó al cuartel y lo resivo la mafia, con aplausos y algo que lo hacía sentir una satisfacción horrible.

—Felicidades Lucas, muy bien— dijo el jefe —haz demostrado que está hecho para ser respetado ahora sí puedes volver a casa solo tienes 1 mes y regresas hecho.

—listo jefe nos vemos en un mes— dijo en un tono frío, salió por la puerta huyendo para el aeropuerto subiendo a avión y dirigiendose a casa—




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