El Eco Del Rechazo

Capítulo 11: Las Verdades Incompletas

Alexander cerró la puerta de la habitación de Deva con cuidado, dejando a la joven descansando. Aunque parecía tranquila, las marcas en su piel seguían ardiendo en su mente. Algo oscuro estaba acechándola, y él no podía quedarse de brazos cruzados.

La necesidad de respuestas lo llevó nuevamente al sótano. Bajó las escaleras con pasos decididos, mientras su lobo interior, Kael, susurraba inquieto en su mente.

"Esto no es normal, Alexander. Estas marcas, esos sueños... algo va muy mal."

—Lo sé, Kael, pero no podemos dejarla en la oscuridad. Tengo que encontrar algo que nos ayude.

"Cuidado con lo que buscas. Hay verdades que podrían destruirla... o destruirnos a nosotros."

Alexander ignoró el tono sombrío de su lobo y continuó descendiendo. En el fondo, sabía que Kael tenía razón, pero la idea de dejar a Deva sola contra algo que no entendía era intolerable.

El sótano era un laberinto de secretos, un lugar donde las sombras parecían susurrar historias olvidadas. Alexander avanzó entre las estanterías, moviendo cajas y desempolvando carpetas viejas.

Kael se mantuvo alerta, gruñendo ocasionalmente.

"Hay algo aquí que no pertenece. Lo siento en cada fibra de mi ser."

—¿Magia? —preguntó Alexander en voz baja.

"Algo peor. Es como un eco de desesperación, de vidas rotas."

Alexander tragó saliva y siguió revisando los documentos. Tras mover una estantería con esfuerzo, encontró una puerta oculta que llevaba a una sala más pequeña. Allí, entre pilas de papeles y carpetas desordenadas, sus ojos se detuvieron en una etiqueta conocida: Mara Lorian.

El nombre de la madre biológica de Deva lo hizo detenerse. Tomó la carpeta con cuidado, abriéndola con manos temblorosas.

El contenido era confuso, fragmentos de informes que hablaban de un proyecto llamado "Lirium". Los textos mencionaban a Mara como un sujeto clave, alguien con una conexión única a un tipo de energía que no era natural.

—¿Qué hicieron contigo, Mara? —murmuró Alexander, pasando las páginas.

Kael intervino, su tono lleno de sospecha.

"Esto no es solo investigación, Alexander. Esto es manipulación. Estaban jugando con cosas que ni siquiera entendían."

Entre los documentos, encontró otra carpeta más delgada con la etiqueta Sujeto 002. En su interior, había una pequeña fotografía: una niña con ojos brillantes y cabello cobrizo, claramente Deva.

—No puede ser... —susurró.

El texto describía a la niña como poseedora de un "potencial latente" que debía ser "despertado". Pero los detalles estaban tachados o incompletos. Todo parecía interrumpirse abruptamente, como si alguien hubiera intentado borrar las pruebas.

"¿Por qué siempre falta lo importante?" gruñó Kael, frustrado.

Porque alguien no quería que esto saliera a la luz. Pero, ¿quién? —Alexander cerró la carpeta, su mente llena de preguntas.

Entre los documentos incompletos, una frase llamó su atención: "conocimiento otorgado por una fuente externa". Alexander sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.

—¿Fuente externa? —repitió en voz alta.

Kael gruñó, inquieto.

"Eso no suena a nada bueno. ¿Quién podría haberles dado ese tipo de conocimiento? ¿Qué precio pagaron por ello?"

—Eso es lo que quiero averiguar. Pero si alguien estuvo detrás de esto, alguien ajeno a la manada...

"Entonces lo que ocurrió con Deva no fue un accidente. Fue planeado."

La revelación cayó sobre Alexander como una losa. Si las pesadillas de Deva, las marcas en su piel, y la conexión de su madre con este proyecto eran resultado de algo deliberado, entonces estaban lidiando con fuerzas mucho más grandes de lo que habían imaginado.

Un sonido lo sacó de sus pensamientos. Un crujido proveniente de la entrada del sótano lo puso en alerta. Alexander guardó los documentos en su chaqueta y se levantó rápidamente.

—¿Quién anda ahí? —preguntó, su tono firme.

Kael rugió en su mente.

"Algo está aquí, Alexander. Preparémonos para luchar."

Pero no había respuesta, solo el eco de sus propias palabras en las paredes de piedra.

Con cada paso hacia la salida, la sensación de ser observado creció. Alexander salió del sótano con el corazón acelerado, sus sentidos en alerta máxima.

Antes de continuar con la investigación, decidió pasar por la habitación de Deva. Al entrar, la encontró despierta, mirando por la ventana con una expresión perdida.

—¿Cómo te sientes? —preguntó, acercándose con suavidad.

Deva lo miró con ojos llenos de incertidumbre.

—No sé. Es como si algo me estuviera observando incluso ahora. Como si nunca estuviera sola.

Alexander suspiró y se sentó junto a ella.

—Te prometo que no estás sola. Estoy aquí, y voy a protegerte.

—Gracias, pero... —Deva se interrumpió, bajando la mirada—. ¿Y si lo que está pasando es culpa mía? ¿Y si esto está dentro de mí?

Kael, que había estado en silencio, habló en la mente de Alexander.

"Dile la verdad. Dile que esto no es culpa suya."

—No es tu culpa, Deva. Lo que te está pasando no es algo que hayas provocado. Pero necesito que confíes en mí. Vamos a encontrar respuestas, juntos.

Deva le dedicó una pequeña sonrisa, pero el miedo en sus ojos seguía allí, palpable como una sombra que no podía disiparse.

Cuando Alexander salió de la habitación, Kael habló con seriedad.

"Esto no va a ser fácil. Lo que encontraste en ese sótano es solo el principio. Hay algo más grande detrás de esto, y no creo que les guste que estés husmeando."

-Lo sé, Kael. Pero no voy a detenerme. No mientras Deva siga en peligro.

El lobo gruñó, satisfecho con su determinación.

"Entonces prepárate, Alexander. Porque esto es solo el comienzo del verdadero caos."




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