V
Laura Gómez, periodista investigadora, se sentó en su oficina mirando una pantalla vacía. Sus dedos jugueteaban con la taza de café mientras buscaba ideas para su próximo artículo. Las noticias locales habían sido demasiado aburridas últimamente, y Laura, siempre en búsqueda de algo más grande, necesitaba un desafío.
De repente, su teléfono vibró sobre el escritorio. Una llamada desconocida.
—¿Hola? —contestó, distraída.
Una voz distorsionada respondió del otro lado:
—Hay algo que debes ver. Es una historia que cambiará tu vida. La dirección es calle 17, número 35, en las afueras. Ven esta noche.
Antes de que pudiera preguntar más, la llamada se cortó. Laura se quedó mirando el teléfono, una mezcla de curiosidad y temor creciendo en su pecho. No podía ignorar algo así. Su instinto de periodista se activó. Tenía que saber qué había detrás de esa llamada.
Laura Gómez, periodista investigadora, se sentó en su oficina mirando una pantalla vacía. Sus dedos jugueteaban con la taza de café mientras buscaba ideas para su próximo artículo. Las noticias locales habían sido demasiado aburridas últimamente, y Laura, siempre en búsqueda de algo más grande, necesitaba un desafío.
De repente, su teléfono vibró sobre el escritorio. Una llamada desconocida.
—¿Hola? —contestó, distraída.
Una voz distorsionada respondió del otro lado:
—Hay algo que debes ver. Es una historia que cambiará tu vida. La dirección es calle 17, número 35, en las afueras. Ven esta noche.
Antes de que pudiera preguntar más, la llamada se cortó. Laura se quedó mirando el teléfono, una mezcla de curiosidad y temor creciendo en su pecho. No podía ignorar algo así. Su instinto de periodista se activó. Tenía que saber qué había detrás de esa llamada.