Laura luego de la llamada se dirigie hacia La mansión de la calle 17 estaba abandonada, pero su imponente fachada aún inspiraba respeto. Era una casa victoriana de tres pisos, con ventanas sucias y una verja oxidada que chirriaba al moverse con el viento. Laura se acercó con cautela, su linterna en mano.
La puerta principal estaba entreabierta. Al entrar, el olor a humedad y polvo la envolvió. Las tablas del suelo crujieron bajo sus pies. Subió las escaleras hacia el segundo piso, donde encontró una habitación intacta, como si alguien hubiera salido corriendo y nunca regresado.
Sobre una mesa de madera, halló fotos antiguas de una familia: un hombre, una mujer y tres niños. Los recortes de periódicos que acompañaban las imágenes hablaban de una tragedia: los niños habían desaparecido misteriosamente en los años 80, y la familia había abandonado la casa poco después.
“¿Por qué nadie habló de esto antes?”, pensó Laura, hojeando los artículos. Parecía que alguien había hecho un esfuerzo por enterrar la historia. ¿Pero por qué