Bajó al sótano, su linterna parpadeando mientras descendía. El aire era espeso, casi irrespirable. La oscuridad la envolvía mientras sentía una presencia cada vez más palpable. Fue entonces cuando escuchó el eco por primera vez.
—Laura… —un susurro que venía de las paredes, casi imperceptible, pero constante.
Recordó algo que había leído en uno de los recortes: uno de los niños desaparecidos, la hija menor, hablaba de escuchar un eco que la llamaba por su nombre antes de desaparecer. El terror creció en su interior. No era solo un eco… estaba vivo.