El Efecto Haylee x Baylee

El cumpleaños de las Ravenson

Liverpool, Reino Unido

Noviembre 11, 2015

 

Hernan se había prometido que el primer cumpleaños en el que sus dos hijas convivirían sería el de los ocho años; pero para fortuna de ambas chicas, no fue hasta que cumplieron los quince, y aunque cada una tenía una idea diferente para celebrarlo, Hernan logró hacer que Haylee accediera a pasarlo con su hermana. Una hermana que al parecer amaba de las fiestas con temática, cosa que no sería un problema si tan solo no fuera con ella; no hacía mucho tiempo que se había enterado de que, al no estar su madre con ella, debía de vivir con su padre, al menos hasta que cumpliera la mayoría de edad; exactamente en tres años a partir de ese día.

—Haylee, ¿puedo entrar?

El problema de la privacidad en casa de su padre era que no siempre se respetaba, y eso a Haylee le molestaba demasiado, porque, aunque llamaran a la puerta alguien siempre ya estaba dentro de su habitación aunque no se le hubiera cedido la entrada.

—Claro, ya estás aquí Ferguson. —Otra cosa es que nunca en su vida había llamado a las personas por sus nombres, siempre era por el apellido, y en el caso de Anastasia Ravenson, la mujer que se había casado con su padre a escondidas después del divorcio que Elizabeth y Hernan firmaron sin decirle ni una sola palabra a Haylee, la chica había optado por utilizar el apellido que ella usaba de soltera, al menos de esa manera no le recodaría el hecho de que era su madrastra y que debía de “respetarla y tratarla como a una madre”.

Haylee se giró sobre la silla que decoraba su habitación, su padre había ordenado que hicieran una réplica exacta de lo que era su habitación en Pensilvania, al menos así no extrañaría a su madre y a su familia.

Pero eso no ocurrió, por lo que Haylee tomó la decisión de remodelar todo y justo ahora toda su habitación se encontrara hecha un desorden.

—Lo siento, es que usualmente Baylee siempre deja su habitación abierta. —Haylee asintió con amargura. Haylee decidió tragarse su respuesta, no quería más problemas con su padre.

—¿Y qué deseas? —Anastasia había intentado acercarse a ella desde el día uno, pero vamos, ¿a qué chica le gustaría que su madrastra intentará ser tan buena onda con una? Ni de broma es creíble dicha situación.

—Tu padre quiere saber si estás lista, o si hay algún problema con esto de tu ropa. Espero haber acertado en tu ropa; Hernan tenía mucho sin verte. —Haylee asintió, y vaya que sí tenían bastante tiempo sin verse, y la sorpresa que se llevó cuando llegó a casa de sus abuelos en Pensilvania se lo confirmó; aun en la mente de Haylee, el tempo se había detenido en aquella imagen de su padre saliendo de casa con su maleta, prometiendo que regresaría por ella. Sin imaginárselo, la imagen cambió en una abrir y cerrar de ojos, y en efecto, Hernan Ravenson regresó, pero no por ella, al menos no cómo lo había prometido; cuando regresó estaba más canoso, creía que era la genética, su abuelo paterno era así y también su bisabuelo. Y con un rápido vistazo de ella en el reflejo del cristal espejo que estaba justo en la puerta se dio cuenta de que ella también había cambiado; ahora estaba un poco más alta y con el cabello largo. Esa imagen le hizo regresar a la realidad; Hernan y ella eran unos perfectos desconocidos que habían crecido con una promesa sin cumplir, y Anastasia quería ser esa persona que lograba conocerla con solo mirarle, vaya estupidez.

—Todo está en orden, pero si no les molesta, quiero cambiar mi ropa; Me gusta la temática que ha elegido Baylee, pero siento que hay algo que no termina de convencerme, ¿hay algún problema si lo modifico? —Anastasia negó, sonriendo de oreja a oreja se acercó a ella.

—No, claro que no hay ningún problema linda, si gustas te puedo ayudar. Puedes decirme qué es lo que no te agradó y… —Haylee negó, forzando una sonrisa, intentando que fuera lo más creíble posible.

—No, yo puedo hacerlo sola. —El rostro de Anastasia demostraba total confusión, ¿ella lo haría? ¿estaba hablando enserio? Haylee la miró detenidamente mientras intentaba recordar dónde había dejado su maleta con sus hilos y agujas.

—Tú, tú ¿sabes coser? —Haylee se colocó sobre sus rodillas y buscó debajo de la cama; “¡Ahí está!” pensó. Se colocó frente a una de las dos mesas que tenía en su habitación, la única vacía, y comenzó a buscar los hilos correctos.

—Si, mamá me enseño desde los cuatro años —Haylee hizo una pausa para poder insertar el hilo dentro del pequeño orificio de la aguja, y luego volvió su vista a Anastasia. —, ¿acaso tú no le enseñaste a Baylee a coser? Muy mal hecho. Es muy indispensable, imagina que su falda se rompa en clase y que nadie sepa coser, sería muy vergonzoso para ella ¿no crees Ferguson?

La única excepción que hacía Haylee para mencionar nombres era con su hermana, con su media hermana, no le gustaba hablar de ella utilizando el apellido Ravenson, ese solo le pertenecía a su madre, a ella y a Hernan. Aunque él tampoco era llamado así por la chica; para ella siempre sería Hernan.

—Baylee es aún muy pequeña para eso. —Haylee hizo como si no hubiera escuchado el comentario de su madrastra y comenzó a cortar para luego comenzar a coser. Anastasia se quedó unos minutos sin saber qué decir o qué hacer, así que solo miró como Haylee comenzaba a marcar con los alfileres lo que iba a unir. —Bueno, creo que entonces te dejo sola. —Haylee ni siquiera dijo nada y Anastasia salió de la habitación.




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