Diciembre 31, 2017
Baylee juega con sus manos todo el tiempo.
Se puede decir que es su manera de distraer su mente de todo lo que ocurre allá afuera, aún se ve afectada por lo ocurrido con su padre, y con lo que está sucediendo con ellas, con las hermanas Ravenson.
—¿Puedo saber que tanto escribe? —Marcus levantó la vista, Baylee estaba sentada frente a él, sin mirarle, sus hombros se movían, dando a entender que ella estaba moviendo mucho las manos, solo esperaba que no se lastimara de nuevo.
—Es confidencial. Y no tiene porqué darte respuestas. —Y justo cuando él estaba por advertir sobre la llegada y presencia de la policía, ellos hacen su aparición, en realidad, solo la agente Paulson. Ella solía ser siempre tan impertinente.
Marcus miró a Baylee, antes de dirigir su mirada a Renata Paulson, la oficial encargada del caso por homicidio de Hernan Ravenson; Marcus pudo notar como Baylee se mostraba asustada, como intentaba ocultarlo, mirando a todos lados, como si intentará buscar una escapatoria. Quería salir de ahí, y no se esforzaba por ocultarlo. Mientras que Renata estaba más que interesada por saber lo que había ocurrido, estaba con esa mirada fría, sin sentimientos, muy conveniente para su trabajo.
—Un gusto señorita Ravenson, soy Renata Paulson, y, y estaré presente en esta sesión con el doctor Marcus. —Marcus miró de esa misma manera desaprobatoria que solía usar cuando Renata se pasa de la raya. Y ella, pareció ignorarlo por completo.
—¿Qué hace ella aquí? —Cuestionó a Marcus, obviamente Baylee aún no sabía nada con respecto a las sospechas que tenía la policía sobre ella. No era algo que se dijera, así como si nada, sin anestesia; Baylee no estaba lista, no estaba en su mejor momento para descubrir que no solo su padre había muerto, sino que también era sospechosa de su muerte.
—Dije que estaré en la sesión. Solo por protocolo, es para obtener información, sobre el asesinato de tu padre, siendo una de las sospechosas…
—¡Renata! —Demandó Hernan mientras ella se acomodaba en uno de los bonitos sillones que se encontraban en la sala. Renata lo miró sin culpa alguna y le regaló una sonrisa, Marcus estaba comenzando a perder la paciencia, y aún más cuando se dio cuenta del terror que invadió a Baylee.
—No, no... Marcus...—Susurró ella, y Marcus agradecía al cielo que el oído de Renata se había dañado hacía algunos años, y que se le dificultaba escuchar los susurros, más los que resultaban ser tan débiles como el de Baylee, porque de no ser así, ella estaría sospechando aún más de ella.
Marcus se acercó a Renata ante la mirada suplicante de Baylee y la tomó de la mano con tanta fuerza que seguro quedaría una marca; Renata se quejó mientras salían de la oficina, y por más que quisiera saber lo que ocurría en el pasillo, Baylee debía de mantenerse en el sofá dentro del consultorio.
—No puedes estar aquí, nadie me dijo que estarías ahí dentro. —Exclamó molesto Marcus mientras ella parecía divertirse con la situación.
—Pedí esa oportunidad al jefe y ha dicho que sí. —Marcus negó frenéticamente mientras ella lo miraba. —Te ves tan lindo así enojado. —Y ahí estaba, esa era una de las cosas que hacían dudar a Marcus sobre Renata.
—Te prohíbo que entres nuevamente a esa sala, Renata. Las sesiones tienen la exclusividad de paciente y terapeuta, y si no sabes qué es eso, te lo explico; yo no puedo decir lo que ella cuenta allá dentro, no más de lo necesario para el caso, y tampoco debo de permitir que nadie más entre, a menos que sea necesario, y tengo entendido, Renata, que para estos casos siempre es necesaria la presentación de una solicitud por el juez; si no es así, no creo que puedas estar ahí dentro. Con permiso, y buenas tardes. —Marcus se giró y avanzó hasta su consultorio, lugar donde Baylee estaría mordiendo sus uñas mientras parecía pensar en lo que estaba ocurriendo.
—Lo siento Baylee, he arreglado todo. Renata no estará aquí en la sesión, no te preocupes, esto es solo entre nosotros. —Baylee asintió un poco más tranquila, y entonces su ritmo cardíaco y su respiración comenzaron a ser normales de nuevo.—Pero antes de iniciar la sesión necesito saber una cosa.—Baylee levanta la vista un tanto confundida, aunque muy en el fondo sabía lo que él preguntaría, aun así dejó que lo hiciera;
—¿Qué cosa?
Marcus suspiró mientras se acomodaba sobre su silla, acarició su mentón, formulando la frase perfecta, no quería que ella tomara a mal la situación, pero debía de comprender que Marcus solo quería saber la verdad.
—Baylee, esto se trata de confiar. De que confíes en mí, este es nuestro espacio. Solo tuyo y mío, es nuestro, y aquí puedes decir lo que sea, además, sabes que hay algo más que me obliga a quedar callado, además de mi ética y la exclusividad de paciente y terapeuta. —Baylee asintió, aunque no estaba muy convencida, ni siquiera sabía a dónde iba todo esto.—Lo que realmente quiero saber, y dejando claro ya esté punto, es ¿por qué te pusiste tan nerviosa cuando apareció Renata?
Y en ese momento. Baylee se volvió pálida, como si toda la sangre en su cuerpo se hubiera drenado, y él sabía que eso significaba algo.
—Ellos estarán en las siguientes sesiones, ¿Verdad? —Marcus la miró y asintió.
—Si, así que está es tu última oportunidad para ser realmente honesta, créeme que puedo ayudarte si en algo puedo hacerlo. Puedo ayudarte a mentir, a qué dejen de verte como una sospechosa.
—¿Por qué lo harías? —Interrumpió Baylee mientras miraba el ID que cargaba Marcus sobre su bata. Él soltó una ligera risa.
—Sabes por qué. —Baylee asintió. Si que lo sabía. Quizás sabía más de lo que debería. —Así que dime, ¿Tienes algo más que decir?
Baylee solo asintió, y Marcus tomó el reloj de arena que tenía al lado izquierdo de su escritorio, lo giró y se dispuso a escuchar todo lo que Baylee le pudiera decir en los próximos cuarenta y cinco minutos.