El Efecto Haylee x Baylee

EXPEDIENTE UNO | H.A.I.R.O.

𝐿𝑎 𝑒𝑛𝑐𝑜𝑛𝑡𝑟𝑎𝑟𝑜𝑛 𝑡𝑒𝑛𝑑𝑖𝑑𝑎 𝑒𝑛𝑡𝑟𝑒 𝑙𝑎 𝑛𝑖𝑒𝑣𝑒...

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𝑳𝑨 𝑩𝑳𝑨𝑵𝑪𝑼𝑹𝑨 𝑸𝑼𝑬 𝑺𝑶𝑭𝑶𝑪𝑨

La blancura me asfixia. Lo que para otros es pureza, para mí fue el color que descubrió la muerte de mi madre y, años después, la nieve manchada que me trajo de vuelta a la vida. ¿Cómo llegué hasta allí?

Muchos encuentran pureza en el color blanco; inocencia incluso. Para mí no es eso: el blanco me provoca asco, ansiedad —es nauseabundo y doloroso— porque representa lo efímero del mundo.

En mi mundo lo perdí todo cuando encontré a mamá muerta en el baño: la inocencia se fue con las mentiras y la paz dejó de existir. Desde entonces vivo en guerra con mi mente y con las emociones que, de vez en cuando, me arrastran.

Odio el blanco. Lo odio desde los seis años, porque lo he visto en todas partes y siempre ha significado lo contrario de lo que me prometieron.
El hospital al que mamá debía ir estaba pintado de blanco de punta a punta: pasillos, pisos, habitaciones —hasta el baño y el exterior—. Dicen que los hospitales son blancos porque simbolizan limpieza, pureza y orden; dicen que transmite calma y que ayuda a la luminosidad de los espacios. Para mí siempre fue lo contrario.

La incertidumbre y la ansiedad al pensar en lo que le pasaba a mamá me perseguían cada vez que entraba a ese consultorio. Al volver de la escuela y no verla, corría hacia allí. La calma nunca me acompañó; y no creo que ella la tuviera mucho, porque se ocupaba de mí y de lo que sufriría sin ella.

Hoy, años después de evitar a toda costa ese lugar, estoy recostada en una cama de hospital; atada con correas que me impiden moverme y evitar hacerme daño. Intento no pensar en lo que ocurrió allá afuera, en lo que pasó con mi hermana, y en por qué nadie ha venido a darme una sola palabra desde que desperté.
Lo poco que sé lo escucho en los susurros que atraviesan las paredes; y eso solo alimenta mi odio por el blanco.

Aunque, si no fuera por él, quizás no estaría aquí. Es un color que denuncia, y por eso ahora estoy viva: porque así como las nubes en el cielo se tiñen de gris cuando se avecina una tormenta, la nieve se tiñó de rojo cuando me abandonaron en aquel sitio, herida y sin fuerzas.
Fue así como me encontraron.
Y aún no logro comprenderlo del todo...




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