Dos semanas después, los jóvenes se encontraban entrenando en el campo, el entrenador les vociferaba que se esforzaran más, la semana anterior se habían enfrentado al campeón de la ciudad vecina y vencieron por diferencia de dos goles, pero el entrenador de nombre Félix Cárcamo les decía que no importaban resultados ni que subestimaran al equipo contrario, siempre debían esforzarse cada vez más para ser mejores.
El entrenamiento duró dos horas, después todo el equipo se fue a la ducha, cuando salieron se sentían frescos después del extenuante entrenamiento. El trío de jóvenes como hacía falta unos minutos para entrar a la clase de química, se sentaron en unas bancas que estaban en el patio central, el cual estaba rodeado por todo el edificio del colegio. En ese momento el aire soplaba con tranquilidad, por lo que ellos decidieron sentarse ahí un rato.
—Estuvo bien el entrenamiento —indicó Louis.
—Bastante arduo diría yo —expresó Henri.
—Y a ti ¿cómo te pareció Marck?
—Nada mal.
Mientras hablaban pasó por lo retirado Alondra que al ver a Marck insistentemente, el cual al sentir la vista volteó, por lo que la muchacha le sonrió con coquetería, el joven no se la devolvió, pero si una mirada con la misma expresión que la sonrisa de la chica. Los amigos del muchacho se percataron de aquel cruce de los jóvenes, estos se vieron las caras con una sonrisa maliciosa. La chica siguió su camino junto a su grupo de amigas.
—Vaya, ¿desde cuándo con la gimnasta? —inquirió Henri.
—No hay nada.
—Pero se nota que… a como el lenguaje popular, que te anda echando los perros. Que suerte tienes, ella es una preciosura.
Marck al escuchar la expresión de su amigo se sonrió, la mayoría le decían eso.
—Algo.
—No, ella es muy bonita. Como es gimnasta tiene muy buen cuerpo. Ay, amigo que dicha la tuya, ve que andabas con Victoria que era otro bombón, te diste el lujo de disfrutarla y dejarla.
—Sí, que malo fuiste, se nota que a ella le pegó fuerte tu rompimiento —expresó Louis.
—Yo no tuve solo la culpa —refirió Marck con tranquilidad— yo a ella le planteé bien el asunto, le dije que a mí no me gustaba lo muy empalagoso, ella no lo hizo, me desesperó. Ella sabía que ese control, porque eso era, estar ahí queriendo saber cada paso que daba, celándome creo que hasta con las piedras, eso no iba a ninguna parte, ya estaba exasperado y antes de que le dijera alguna mala razón lo corte por lo sano. Y eso hice.
—Bueno tienes razón para mí —dijo Henri— le expusiste tus requerimientos, y ella no los llenó.
—Yo no pienso tan así —señaló Louis— es una chica, se sabe cómo son, ellas creo que por naturaleza son así.
—Depende de qué punto de vista lo veas —dijo Marck.
—Ejemplo.
—Bien… si lo ves de una forma general o superficial sí, a como tú lo expusiste, pero para mí una relación es distinto, no es el mismo efecto porque es de dos, se supone que no solo debe ser el yo, es decir, supongamos que ella solo quería estar a mi lado… estar pendiente de mí, pero no es así, es importante saber que la otra persona tiene demás cosas por hacer. Yo acompaño a mis padres a sus lugares de trabajo para aprender del negocio, es obvio que si estoy en una reunión no puedo estar pegado al celular, incluso si estoy en una plática familiar no puedo. Es como que yo quisiera llamarla o que le dijera que fuéramos a pasear a la hora de sus prácticas de porrista, asunto que es muy importante para ella, no es posible… no sé si me entiendes.
—Sí, claro… te comprendo.
—Ahora que se pasara todo el tiempo celándome, eso no es así, es parte de inseguridad… no, eso ya no se podía. ¿Para qué estarla martirizando y al mismo tiempo yo?… no.
—Pues viéndolo así —terminó aceptando Louis.
Se levantaron y se fueron para clases, cuando a las tres sonó el timbre de salida, Marck caminó ligero a como acostumbraba, se dirigía al aparcadero, sabía que su padre estaría ahí aguardándole, cuando sintió que alguien tocó su hombro; era Alondra con su habitual sonrisa.
—Siempre tan serio él —dijo la chica, mientras él se sonrió— ¿Directo a casa?
—Posiblemente.
—Mmmm… que interesante… ¿te la quieres dar de misterioso conmigo?
—No —con una pequeña risa— te lo digo, porque a veces sí voy directo a mi hogar, pero otras veces ya en el camino, mi padre me dice que hay otro plan. Así que a ciencia cierta no estoy seguro.
—Ah…
Ella lo acompañó hasta el aparcadero platicando alegremente. Dicha escena fue captada por Victoria que miraba de lejos como su exnovio platicaba muy alegremente con aquella chica, lo que a la joven despechada hacía que se le revolviera todo lo de adentro por el enojo. Los ojos de Victoria parecían metralletas disparando de la forma que miraba a la gimnasta.
La pobre joven no resistía ver ese suceso, como platicaban y reían como si nada, sus ojos se pusieron rojos. Una de sus amigas se le acercó al ver la reacción de la joven, le sobó la espalda, para tratar de tranquilizarle.