El chico se volteó mejor en su asiento para quedar un poco más de frente a la muchacha, ya que hasta el momento estaba de perfil a ella. Alondra se acomodó también hasta conseguir quedar totalmente frente a frente.
—Yo sugiero que inicies tú —sugirió la joven.
—Claro, ¿has visto como ha caído la compra de los productos que componen la canasta básica por el alza de la misma? Tú sabes que parte de lo que nosotros proveemos forman parte de ella, además de otros productos, sin embargo, en la mayoría son de esta, por lo que urge planear nuevas estrategias de mercado para alcanzar las metas propuestas. Sí esto no mejora, será un impacto significativo a nivel de macroeconomía, todas las empresas sufren por la débil economía, las inversiones han decrecido en un porcentaje bastante considerable.
La chica escuchaba con atención lo que decía, ese tema no le gustaba para nada, con solo el inicio le aburría. Había escuchado comentarios entre sus padres sobre la situación, pero ella no estaba para pensar en crisis económicas, en estos momentos lo único que le interesaba era disfrutar de su juventud. Pero ni modo, le tocaría tratar de sostener aquella conversación.
—Pues sí. Escuché a mi padre hablando del tema, eso está parejo en las empresas. Le noté afligido, a unos les está yendo peor que a otros, ya que algunos tuvieron que replantear cifras de sus metas propuestas.
—Claro, de acuerdo con los productos, normal mente la costumbre de los compradores es priorizar lo básico, y si las ventas de la canasta han bajado, imagínate los demás…
ӁӁӁ
Henri era un completo revuelo con la joven, se habían introducido a la casa, iba tomado de la mano con Mónica. Se dirigieron a un rincón apartado, ahí el joven arrinconó a la chica contra la pared, puso su cara a centímetros donde cada cual sentía la respiración del otro.
—Me gustas —dijo ella con una sonrisa desorientada por el momento.
—Tú igual.
Comenzaron a besarse sin control, la verdad, estaban un poco tomados, así que su adrenalina estaba alta, no pensaban en prudencia, solo en la emoción del momento, lo que en estos tiempos es el pan de cada día en la mayoría de los jóvenes. Como que estaban en su casa y sin saber bien lo que se daba, ambos jóvenes se vieron en el segundo piso. Entraron a un cuarto, donde terminaron de dar rienda suelta a la locura que llevaban.
ӁӁӁ
Marck no tardó mucho en percatarse que su acompañante no dominaba el tema, que hacía un esfuerzo por llevar el hilo y aparentar interés, lo que al muchacho le pareció tonto. Se quedó en silencio, pero al ver que la chica seguía hablando con incoherencia y absurdos, decidió ser directo. Bueno él era así por naturaleza.
—Si el tema no te gusta no te obligues a llevarlo.
—No… es que…
—No inventes, Alondra. Sé que te parece aburrido, además que no es de tu dominio.
—Siempre tú, así de directo.
—Es que así debe de ser.
La chica le analizó con detenimiento, la seriedad estaba vívida en el rostro del joven, ¿por qué siempre era así?, a sus dieciséis años no debía de ser esa su actitud. Era tan tosco y al tiempo muy delicado, pero cómo le gustaba, por eso buscaba cualquier pretexto para estar cerca de él.
—Pues sí… pero creo que no es un secreto para ti que… que… —la muchacha no lograba completar la oración— me gusta estar cerca de ti.
Ante aquella declaración el chico no cambió su semblante, hecho que la joven lo sintió, bajó su vista, mientras en su rostro se mostró una sombra de decepción. En breves instantes pensó en: ¿por qué hacía tal cosa? Aguantarse los desplantes que le hacía, hacerla sentir que, solo tonterías hablaba; ¿qué la llevaba a empeñarse en algo que no le rendía frutos? Simple, le fascinaba aquel chico tan guapo, y debía admitir que para ella su actitud de superioridad hacía qué le atrajera más.
—No lo hagas —dijo Marck de repente— si crees que te afecta estar aquí no te empeñes.
Alondra quedó sorprendida ante aquel comentario, que analista era, que, con tal rapidez expresó aquello tal y como si le hubiese leído la mente. La chica no dejaba de mirarle con cierto asombro y admiración.
—Tú sabes por qué, tal vez sea una tonta… Pero también descubrí que nada puedo hacer.
Él se la quedó viendo, realmente la chica le atraía un poco, no como él a ella, pero sí físicamente; era hermosa. Sin embargo, sabiendo que ella aspiraba a más que una aventura que era lo único que, Marck podía ofrecerle, mejor de lejos.
—Seré claro —musitó.
—Siempre lo eres.
—Sí. La cosa es que yo no estoy para relaciones, desde lo de Victoria lo comprendí. No estoy interesado en un romanticismo.
—¿No te gusto?
—Eres hermosa, pero no estoy para andar nuevamente de noviecito. No, no.
—Lo que diré es una locura, pero… —respiró profundo y se le acercó más— me conformaría con tan solo lo que eres capaz de ofrecerme, aunque no sea mucho— al acabar le besó en los labios.
Después de aquel beso sus ojos se conectaron, ambos se levantaron en silencio, caminaron hacia el coche de él, se subieron, en un instante recorrían la carretera. A unos tantos kilómetros, dieron con un ranchón ubicado a las orillas del mar, pertenecía a los Chamorro, el carro se aparcó en la entrada, en el lugar no había casi nadie a excepción de unos guardas que custodiaban. Entraron a la preciosa cabaña, ingresaron a uno de los cuartos, él joven le echó seguro a la puerta.