Los meses transcurrían y transcurrían, al final, Marck por insistencia de sus amigos no dejó el equipo, pero faltaba a los partidos y a ciertas prácticas, si el contrincante se consideraba no tan significativo, a pesar de lo que su entrenador les decía de no confiarse, pero dada las decisiones del joven, diciendo que si no era de esta forma se retiraría le aceptaron sus condiciones.
Terminaron el cuarto año y el inicio del último año, sus días volaban, la monografía ya en proceso, los temas habían sido asignados en el segundo mes del periodo, el tema era de economía, el cual fue propuesto por Marck al estar ya cansado de esos típicos temas ya quemados en cuanto a: Drogas, violencia, la pobreza, el embarazo en la adolescencia, entre otros tantos. El chico quería algo distinto. Así que su tema fue: “los índices en emprendedurismo en la capital en los últimos cinco años”; a sus amigos al principio no les pareció muy atractivo, ellos también tenían en mente sus propios temas; así que armaron debate entre ellos para la elección.
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—Escucha, Marck —musitó Louis—, no es que no esté bueno el tema que propusiste, pero yo tenía en la cabeza otro.
—Pues, exponlo, hombre –dijo Marck.
—Bien, qué tal les parece “la propaganda publicitaria. ¿Qué efectos causa en las mentes de los consumidores?”
—Pues se escucha interesante.
Henri al escuchar a sus compañeros se dio una palmada en la frente, “definitivamente el dúo de nerds” se le vino a la mente del joven —estos y sus peregrinas ideas— pensó con hastío. Pero él también poseía su propia propuesta, y no esperó para expresar su inconformidad.
—Ustedes, ash, sus temas me dan sueño.
—Ajá, di tu idea de una vez —pidió Louis, en tanto, Marck le veía con seriedad.
—Pues qué tal de deporte, que les parece “las mejorías que ha tenido el equipo de fútbol nacional en los últimos tres años, en cuanto a jugadas grupales”. Ya sabemos que nuestro equipo nacional no es muy bueno por ser tan individualistas, sería interesante, especialmente por lo que se cambió de entrenador y según hay mejorías.
Los otros dos jóvenes miraban perplejos a Henri, parecía que el fútbol era todo para él, le recorría por la sangre, obviamente a ellos le gustaba, pero no a los niveles que aparentemente a su amigo. Después de un rato no lo pudieron evitar y soltaron pequeñas carcajadas.
—¡Ay, amigo! —expresó Louis.
—¿Qué les pasa? ¿tengo cara de payaso o dije alguna broma? —indicó molesto.
—No te exasperes —soltó Marck—. Lo que pasa es que… no has madurado al parecer.
—¿Por qué lo dices? Ya saben que a mí me gusta el fútbol, por ello estoy en el equipo.
—Claro, pero ya vamos saliendo de la escuela, hay que centrarse en lo que se va a hacer, prepararte en eso.
—Pero a mí me gusta el fútbol.
—No es por ser aguafiestas, Henri. Pero bien, sabes que por mucho que queramos a nuestro país, no todo rinde. El fútbol es una de ellas.
—Sí, lo sé, trataré de seguir en tanto esté en la universidad a ver si entro a algún equipo para jugar en la liga nacional.
—¿Es en serio? —ante la pregunta, Henri mostró gesto de interrogación— ¿Y el negocio de tu familia? Los concesionarios, talleres y demás que poseen… les pertenecen tanto a ti como a tus hermanos, tienen que hacerse cargo de ellos y hacerles crecer.
—Sé que eso quieren mis padres.
¡Vaya! tanto Louis y Marck se impresionaron ante el comentario de su amigo. ¿Qué no le gustaba o mejor dicho no le mostraba interés al negocio familiar? Sabían que al ser hijos de empresarios su destino era hacerse cargo del patrimonio, era deber mantenerle y hacerle crecer, ya que les fue encomendado. También estaba el esfuerzo y lucha de varias generaciones. Solo pensaron ¿a qué se debía a que su amigo en definitiva no empezaba a madurar? Más adelante lo asimilaría… tal vez.
—Bien, concentrémonos, hay que hacer algo para definir el tema de nuestra monografía —señaló Chamorro.
—Bien. Doblemos varios papelitos entre ellos los temas, los revolvemos bien y sacamos uno, el que salga de primero ese será el tema —propuso Prego.
—Me parece.
—Genial —dijo Henri arrancando una hoja de su block, en el cual escribió los tres temas, para luego hacerlo tiras, hizo varias después en una bolsita las revolvió bien, para luego extenderla ante sus amigos—. ¿Quién es el afortunado?
—Hazlo tú, Louis —sugirió Chamorro.
El joven obedeció, introdujo un par de dedos a la bolsa que sin tantos remilgos extrajo una de las tiras de papel, la desenvolvió para descubrir lo escrito, al ser el primero en saber el tema sonrió, era lo que esperaba.
—Y dice: “los índices en emprendedurismo en la capital en los últimos cinco años”
No sabía cómo, pero siempre, Marck se salía con la suya, pero eso le comprobaba en la cara que, a su amigo las cosas y situaciones se confabulaban para beneficiarle. No es que le molestara, si no que era curioso.