- Es un placer el dejarle el espacio al mejor alumno de todos los graduados y el colegio y brinde las palabras de despedidas de este ciclo –decía la directora– recibamos al joven Marck Chamorro.
Los aplausos sonaron por corto tiempo, por lo que el muchacho se levantó de su puesto, lo cual su madre le sonrió lo que él devolvió. El joven avanzó hasta el escenario, la rectora le cedió el puesto y el joven con la vista recorrió todo aquel público que estaba atento a él.
- Buenas noches a todos –saludó de lo más natural– hoy todos los que cursamos el onceavo grado, estamos finiquitando uno de los pasos, de esta larga carrera que emprendimos casi fijada desde que éramos unas criaturas, porque estoy casi seguro que desde muy pequeños nos figuramos en la mente las perspectiva de lo que queremos ser en el futuro, afianzada por aquellas personalidades que forma parte de nuestro día a día, nuestros padres que en la mayoría son nuestro modelo a seguir o la guía para hacerlo. Este momento aquí no es de pensar en finalicé, porque nuestra carrera apenas empieza, ya que esto es semejante a un niño cuando después de gatear intenta ponerse de pie pero solo se sostiene por unos cuantos segundo, el punto es seguir intentando hasta poder andar y poder llegar a correr, y esto solo se lograra después de mucho esfuerzo cuando el peso de las responsabilidades y la realidad de la vida este completamente en nosotros y la enfrentemos de acuerdo a las armas que hayamos podido conseguir. Ese es nuestro objetivo conseguir los instrumentos necesarios para enfrentarnos a la realidad de la vida y ser de provecho para nosotros mismo, seres queridos y la sociedad en sí. Por esto piensen con cuidado el siguiente paso, el siguiente nivel para forjarse lo más conveniente posible, para a futuro no tener que lamentarnos, esto no significa que no tendremos tras pies pero sabremos sobrellevarlos y seguir. Mucha suerte para todos, gracias.
Así dio el discurso algo pequeño, sin tanto palabrerío para no aburrir lo cual al acabar otra vez resonaron los aplausos, tras esto les pidieron que pasasen al salón que poseía el colegio para los eventos, todos los presentes se introdujeron, el recinto estaba decorado con los mismos tonos del auditorio, habían mesas y sillas en los bordes, al fondo una larga extensión de bocadillos y bebidas, en las cuales estaban ubicados ciertos camareros pendientes de que solo los jóvenes estudiantes no consumieran alcohol, era exclusivo para los padres y algunos maestros presente.
Los jóvenes se separaron de sus padres querían conversar cosas distintas, además Louis y Henri le dijeron que mejor a parte ya que Marck al oír a los señores hablando de economía se olvidaría de ellos participando en la plática.
- Hay que barbaros –soltó en risas Claudia– cómo visualizan a mi hijo.
- No Claudia, es cierto –dijo Henri– esos son los temas preferidos de Marck, nosotros le obligamos a ser un chico normal –esto último lo dijo imitando un gesto a una serie mexicana, lo que Marck le miró de reojo no con muy buen semblante.
-Oí hijo.
- Déjalo madre –tomando la mano que su progenitora le ofrecía– bueno nos vamos de esta mesa, además todos están disgregándose, mira allá nuestros padres, ustedes aquí, serán placitas distintas, pero antes de que termine la velada nos reuniremos.
- De acuerdo, disfruten de su noche.
- Yo voy con ellos -soltaron Brenda y Valeria al unísono.
- No –dijo Rina– déjenlos a ellos, si no quieren estar con nosotras vallan a aquella mesa –esta estaba adjunta.
- ¿Por qué mamá? –preguntó Valeria.
- Ellos son los graduados, ellos hablaran de sus propias cosas, aun estás pequeña, más luego platicas con ellos.
- Lo mismo –soltó Brígida.
Por lo que las chicas tuvieron que conformarse con irse a la mesa de adjuntó, sin embargo se acercó Regina, lo que a Valeria le compuso la noche, sin embargo Brenda estaba aburridísima, ya que sus acompañantes eran de doce y trece y ella tenía quince, casi los dieciséis, los cuales los cumpliría a inicios de enero.
Los chicos se sentaron en una mesa, pronto se les unió Ximena, la cual había esquivado encontrarse con Victoria y Martina, para pasar con Louis y por ende con su grupo, puesto que esa noche se miraba que no pensaban separarse, aunque ella estaba consciente de que quería conversar con él asolas, pero eso no se podría definitivamente, pero se conformaba con su compañía en presencia de todos.
- Hola chicos ¿no les incomodo? –preguntó tímidamente.
- No, para nada, siéntate –respondió Louis con una sonrisa.
La joven se sentó, pero se sentía un tanto incomoda por la presencia de los dos muchachos, ella no les hablaba para nada, durante todo el tiempo de escuela, no había pasado de un simple saludo. Pero ni modo ella deseaba pasar cerca de Louis, ya que existía la posibilidad de separarse, si no iban a la misma universidad, pasarían años sin verse. La chica tuvo que reconocer que esa idea le asustaba.