El Egocentrista

Tengo Miedo de Mis sentimientos

Zohe meditaba una y otra vez en lo ocurrido, no podía creer lo que había pasado, la noche anterior se la había pasado muy mal, estaba tan intrigada por ello, ella se conocía muy bien y sabía que nunca había sido capaz de tomar la iniciativa a acercarse a un chico, es más ella huía a esos sentimiento pues se había trazado metas a seguir, pensaba salir adelante con su esfuerzo y ayudar a su familia; sin embargo… las cosas parecían cambiar. La joven metió a su mochila unos cuadernos en tanto sus pensamientos seguían persistentes, no había otra deducción lo que sentía por aquel joven tan engreído era algo muy fuerte.

Salió de su habitación sintiendo temor de sus sentimientos pensaba que ello estropearía todo lo planeado y eso precisamente eso la ponía mal. Qué ironías no era bastante parecido a lo que Marck pensaba, eran de caracteres tan similares que según la teoría de muchos quizás eso es lo que le vendría a causar complicaciones porque ya saben lo que dicen polos iguales se repelen, sin embargo cuando esas personas están destinadas a estar juntas esas leyes quedan eclipsadas, porque lo principal es el sentimiento “el amor”.

 

Marck también iba inmerso en sus pensamientos, se sentía un poco adormilado muy poco había dormido, Henri y Louis platicaban muy animadamente pero Chamorro iba lejos de ahí, su cuerpo avanzaba junto al de sus amigos pero todo su ser estaba en las nubes de sus pensamientos.

- Ximena y Tamara se nota que se empiezan a llevar muy bien –señaló Henri.

- Sí –afirmó Louis– eso me alegra ya que Ximena es muy tímida y le cuesta socializar, por lo que le será muy bueno conseguir a una amiga.

- Tamara también no cuenta con infinidad de amistades por lo que a ella también le será provechoso.

Entraron al campus ahí los amigos se separaron, Marck fue el primero en alejarse en tanto sus amigos le reparaban. En definitiva este par se sentían preocupado por la nueva actitud de su amigo.

- ¿Realmente estará bien? –preguntó Henri.

- Sí –inquirió Louis– lo que pasa es que nuestro amigo no se preparaba o mejor dicho no estaba preparado para lo que le está pasando.

- ¿A qué te refieres?

- ¿Ya se te olvidó lo que nos contó?

- Mmmm…  –pensativo– ¿lo de que se está enamorando? ¿será cierto?

- Por lo que noto sí y eso le está costando aceptar, para mí es eso cuestión de aceptar esos sentimientos, además de entender que esto no es de entorpecer sus planes, todo se trata de la persona, las cosas pueden balancearse y seguir a demás que se le agrega un plus.

- ¿Un plus?

- Si, estar feliz porque tienes a la persona amada a tu lado, sin contar que eso te puede servir como aliciente.

- Muy buen punto.

- Bueno amigo, nos vemos luego debo ir a clases.

- Dale.

 

Las clases fueron impartidas, en el primer tiempo libre Ximena fue con Alondra a trabajar en la biblioteca, tendrían que presentar trabajo, tomaron una serie de libros y sus notebook para ponerse manos a la obra.

El grupo de jóvenes estaba muy concentrado. Alondra en determinado momento levantó la vista fijándola en Pardo –no parece pero es una buena persona, tímida e inocentona. Ojalá y ese tipo no le haga daño pobrecita, porque ella se ve que está perdidamente enamorada de él… la tiene como un cachorrito comiendo de la palma de su mano– pensaba Barquero. Ximena sintió la mirada de su compañera por lo que con lentitud alzó la vista encontrándose con los ojos de Alondra que esta le sonrió, ella le contestó el gesto y agachó nuevamente la vista; en si en cierta forma Alondra no se equivocada, era una chica frágil y estaba muy enamorada de Louis, si el joven le llegara a quedar mal sería un duro golpe, pero claro lo que Alondra no sabía era que el sentimiento entre ambos jóvenes era mutuo.

 

Marck estaba sentado bajo un árbol leyendo libros, en eso una hoja del árbol le cayó en la frente se apartó con una mano el objeto luego alzó a ver las frondas del árbol, cuando iba a regresar la vista al libro vio pasar de lejos a Zohe. La chica iba con una de sus compañeras de equipo iba enfundad en su uniforme, Marck interrumpió su lectura hasta que dejó de verle, cuando ya no lo hizo suspiró –a carajo, me servirá de algo seguirme negando a lo que realmente siento, mi lógica sería que todos los factores se toman en cuenta y que es absurdo negarse– pensaba el chico con la vista fija en el libro sin leer – ¿pero, estoy preparado para esto? No puedo asustarme, pero también hay que considerar muchas cosas además que si realmente yo quiero dar este paso.

El pobre joven últimamente no sentía paz, esas sensaciones lo sacaba de sus dedicaciones en determinado momento, además el seguirse diciendo que eso no podía ser, que debía de seguir sus lineamientos le atormentaba pues su corazón le empezaba a decir otra cosa en tanto el cerebro se esforzaba por silenciarlo y seguir con lo acordado, sin embargo el corazón es tan terco.




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