Sería genial volver a su país y estar en familia, añoraba ello, sin embargo la joven se sentía nerviosa, pues sabía que conocería la familia de su novio e igual él conocería la de ella, estaba un poco inquieta por ello.
El viaje fue bastante placentero, esta vez el que fue a recogerlos fue Rony Mantica, obviamente el padre de Henri, el señor hacia media hora que los aguardaba en el aeropuerto, cuando anunciaron la llegada del vuelo proveniente de la ciudad de Nueva York el hombre estaba atento esperando a ver a sus chicos como todos los seis padres denominaban a aquel grupo, el que encabezaba la fila fue su hijo, que se miraba muy calmado que habla con Louis y Ximena que los seguían, notó cuando Prego en un gesto con su labio le señalo, Henri volvió la vista y al divisar a su progenitor le agitó la mano junto a una sonrisa.
Cuando recogieron el equipaje se fueron directo al señor, el hombre les miraba sonriente.
- ¿Qué tal el viaje?
- Muy bien papá –inquirió Henri dejándose abrazar de su progenitor.
- Pensé que Tamara te acompañaría.
- No se pudo papá, a ella también la estaban esperando con ansias su familia, ellos también me invitaron pero no podía tan poco.
- Es una lastima.
- Si.
- ¿Pero todos bien?
- Si señor, gracias por preguntar –soltó Ximena en tanto el resto afirmaba.
El hombre llevó su vista a la jovencita que sus ojos no habían visto antes, estaba junto a Marck, también había notado que cuando recibían las maletas le observó en cierto momento tomada de la mano del joven, al parecer el chico se había ennoviado con ella.
- ¿Y esta nueva integrante? –inquirió sonriendo Rony mientras avanzaban todos a la camioneta, era sencilla una Toyota Prado de color gris.
- Es mi novia señor –informó Marck– se la presento Zohe Zúñiga, el es Rony Mantica el padre de Henri.
- Un gusto conocerle señor Mantica.
- El gusto es mío –soltó estrechando la mano de la muchacha que se notaba un tanto apenada– Claudia se sorprenderá.
- ¿Usted Cree? –preguntó Marck montando la maleta de su novia y la suya al portaequipaje.
- Si.
Zohe ante el comentario se quedó viendo a su chico con signo interrogativo el cual con la mirada le indicaba que todo estaba bien. Todos abordaron la camioneta, primero pasaron por la casa de Ximena dejando a la muchacha, la cual ambos descendieron, el joven ayudó a su novia a bajar la maleta, uno de los guardas de la puerta llegó a ayudar con el equipaje.
- Gracias David, ya voy –soltó la joven, en tanto el hombre asentía avanzando con el equipaje.
- ¿Todo bien?
- Si Louis.
- Nos vemos mañana.
Se dieron un leve beso y la chica entró a la propiedad, desde la entrada le agitó la mano al joven que subió al vehículo tras contestarle. La siguiente parada fue donde los Prego, el chico agradeció y se despidió.
- Vamos a mi casa, después yo te llevo a la tuya ¿si? –sugirió Chamorro.
- ¿Estás seguro? –inquirió la joven con aire dubitativo.
- A mi me gustaría que vieras pronto a mi familia.
- Tranquila Zohe –soltó sonriendo Henri– la tía Claudia y el tío Eduardo son personas chéveres, muy buena gente, te agradaran.
- Si mis padres son muy lindas personas –afirmó Marck.
- Está bien vamos.
- Bueno chicos ya decididos a tu casa –soltó Rony.
Después de un largo trayecto llegaron frente al portón de la imponente casa, la joven miraba con la boca abierta –está gente si es de dinero, la casa de Ximena es bellísima, la de Louis es hermosa, esta no se queda a tras, solo la entrada denota la bonita que es… estoy casi segura que la de Henri es igual– pensaba la chica. El auto ya se había adentrado iba a través del camino de pinos y perezosos que le daban un toque especial al recorrido hacia los interiores hasta la imponente casa que se distinguía. Pronto dieron vuelta en la pequeña rotonda frente a la bella mansión, la camioneta se estacionó y ambos jóvenes bajaron.
Uno de los empleados se apresuró hasta el maletero sacando las maletas, con una mirada preguntaron por la maleta que no conocía y con un simple movimiento el joven les afirmó.
- Gracias Rony por traernos –agradeció Marck.
- Si muchas gracias –afirmó Zohe con una sonrisa.
- De nada chicos.
- Nos vemos luego Henri –inquirió Chamorro.
- Si.
Subieron los cuantos escalones que conducían a la enorme puerta de caoba, entraron a la casa Zohe no podía dejar de reparar lo bello que era allí, la hermosa escalera caracoleada haciendo juego con el bello techo, los hermosos ventanales con finas cortinas, cada detalle era minucioso, la comodidad se notaba en cada rincón, eso hizo que un frio helado la recorriera por completo erizándole los vellos, empezó a vislumbrar dudas de su relación, Marck en definitiva era de un estrato social diferentísimo al de ella, no es que esto le interesase con anterioridad, ella había tenido el concepto que todos somos iguales pues del mismo polvo surgimos todos, sin embargo, al ver aquellas comodidades la empezaban hacer sentir empequeñecida, pero intentaba disimularlo.