El Elegido de Cranoa

Capítulo XI: Las Dudas y Consejos de Larth.

A pesar de las inquietudes de Axel, los días pasaron y Larth demostró estar en lo cierto. Era verdad que los entrenamientos eran cada vez más duros, pero los chicos se volvieron capaces de resistir cada uno de los ejercicios. Si bien terminaban agotados, luego de descansar unas cuantas horas se encontraban como nuevos. En las ocasiones en que recibían algún golpe muy duro, Larth les preparaba una poción que los ayudaba a curarse con velocidad. El muchacho insistía en que entrenaran con control, ya que las lesiones les hacían perder tiempo de entrenamiento.

En ese tiempo aprendieron diversas formas de combate, tanto con armas como desarmados. Por primera vez empuñaron una espada. A pesar de que estaba hecha de madera para practicar, los golpes dolían y los chicos descubrieron enseguida que era mejor evitar recibirlos. Con el tiempo, el cuerpo de ambos se fue convirtiendo en un arma. Podían luchar sin golpes, derribando oponentes e inmovilizándolos con diversas técnicas que, de aplicarlas con fuerza, podían llegar a romper huesos o incluso matar  a una persona.

Por otro lado, a los chicos les estaba dando mucho trabajo aprender a usar los poderes que tanto les habían ilusionado en un comienzo. Los momentos de entrenamiento que dedicaban a comprender su funcionamiento muy pronto se convirtieron en los más frustrantes. Si bien era cierto que Axel ya era capaz de hacer que saliera humo de una pequeña rama, no sin mucho esfuerzo, tanto él como Reggie eran incapaces de evitar que Larth se metiera en sus mentes.

—Concéntrense en bloquear sus ideas. Imagínense que entre sus pensamientos y el exterior hay una puerta que solo ustedes pueden abrir —Les decía su maestro. Sin embargo, por más que intentaban les resultaba imposible realizar lo que les pedía. Larth no leía sus pensamientos. Les había dicho que sólo «abría la puerta», pero evitaba mirar lo que había adentro. Lo hacía por respeto a su privacidad. La única pista que les indicaba que habían avanzado un poco era que al menos eran capaces de sentir cuando Larth intentaba entrar en su cabeza. Aunque no estaban seguros de si lo hacían por mérito propio o era que el muchacho limitaba sus propios poderes cuando los usaba con ellos.

—Si logran reconocer cuando alguien quiere entrar en su mente, están a un paso de poder evitarlo y lograr que sus secretos estén a salvo.

Cuando tenían este tipo de entrenamientos terminaban con un cansancio distinto, menos físico.

Aún no habían sido capaces de descubrir cuál era el poder de Reggie, por más que Larth intentó diferentes ejercicios y posibilidades. El joven le dijo que muchas veces los poderes se descubren por accidente, como había sucedido con Axel, y que no había de que preocuparse. De todos modos, la chica no parecía muy afligida por el asunto y su amigo la entendía; los poderes eran algo complicado y no veían porque razón los necesitaban ahora que sabían pelear de tantas maneras distintas.

Por otra parte, en esos meses a Axel le resultó difícil evitar a Bylu. Desde que el chico le había tendido la trampa al matón, lo que le había ocasionado dos semanas de castigo, Bylu hacía todo lo posible por encontrar a Axel a solas. Hasta ahora había podido evadirlo acercándose a algún adulto cuando lo veía acercarse e incluso había tenido que salir corriendo cuando no había nadie que pudiera disuadir a Bylu de atacarlo. Como era de esperarse, su rival había tomado esto como un acto de cobardía y los demás chicos de Cranoa parecían pensar lo mismo, haciendo que Axel se sintiera furioso, sobre todo porque con las lecciones de Larth podría vencerlo en segundos. En una ocasión, mientras descansaban al lado del fuego luego de una larga jornada de entrenamiento, Axel le comentó eso a Larth.

—Estás cosas te molestan solo porque tú las dejas. Tú sabes la verdad Axel. Con el entrenamiento que has tenido podrías vencerlo sin problemas.

—Lo sé. Pero me parece injusto que Bylu no lo sepa. Me encantaría compartir el secreto con él.

—No es gracioso Axel —dijo Larth de forma seria—. Pelear no es un juego. Al menos cuando se hace fuera de los entrenamientos. Cuando combates contra Reggie puede ser divertido, ya que se cuidan entre ustedes. Pero te aseguro que cuando uno de los dos tiene intenciones de lastimar, el enfrentamiento no es algo bonito.

—Aún recuerdo la paliza que me diste hace unos meses —Le recriminó Axel.

—Exacto. Y ten en cuenta que no tuve intenciones de lastimarte en esa ocasión —Larth suspiró—. Entiendo cómo te debes sentir. Créeme que sí. Hoy por hoy puedes ganarle en combate a cualquier habitante de Cranoa, y sientes deseo de demostrarlo. Pero ese deseo es lo más peligroso que te puede pasar. El entrenamiento ha dado grandes resultados. Incluso a mi me ha sorprendido el avance que han tenido en estos tres meses. Sin embargo, no pueden dejar que su propio ego los domine. Su misión es más importante que eso. Demasiadas cosas dependen de ustedes. Una de las órdenes que me dieron en Andistasi fue que si en algún momento noto que se corrompen a medida que su entrenamiento avanza… —El joven dudó un momento antes de seguir hablando— deberé matarlos.

Los chicos lo miraron fijo sin saber si su entrenador hablaba en serio. Al comprender que no se trataba de una broma Reggie rompió el silencio.



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En el texto hay: sangre, amistad, guerra

Editado: 28.02.2019

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