El Elíxir de los Inmortales.(volumen 5)

Capítulo 2: Los Sellos de la Inmortalidad

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​Escena: Uruk. Biblioteca Subterránea. Medianoche.
​Ethan y Zara descendieron a toda prisa la escalera oscura, escuchando el rugido de la maquinaria de perforación del Dr. Zev sobre sus cabezas. El Consorcio de los Mil Años estaba a punto de irrumpir.
​[El Santuario Subterráneo]
​La escalera se abría a una gran cámara de basalto, la Biblioteca Subterránea de Gilgamesh. A diferencia de los pasajes de piedra tosca, esta sala estaba diseñada con una elegancia sombría, llena de estanterías vacías, donde alguna vez estuvieron las tablillas más importantes de la historia sumeria.
​Al final de la sala, había una pared maciza con tres depresiones talladas en la roca, flanqueadas por tres sellos gigantes de arcilla horneada, cada uno del tamaño de una rueda de carro.
​Sello 1: Un Sol con siete rayos (Sello del Crecimiento).
​Sello 2: Una figura femenina envuelta en serpientes (Sello de la Tentación).
​Sello 3: Un carnero sacrificado (Sello de la Renovación).
​El ruido de la perforación se hizo más fuerte.
​—¡Están a punto de romper la puerta del pozo! ¡Tenemos cinco minutos antes de que atraviesen el techo! —advirtió Ethan.
​El pasaje principal, la entrada a la cámara final donde debía estar el Elixir, estaba bloqueado por estos tres sellos.
​—Deben ser rotos en la secuencia correcta, según un ritual sumerio —dijo Zara—. Si fallamos, la cámara podría colapsar, o peor, liberar una trampa de Merlín.
​[La Canción de Ishtar]
​Alistair y Elias se habían quedado en la superficie para vigilar. Ethan contactó a Elias por su radio de corto alcance.
​—Elias, necesitamos saber el orden de los sellos. Sello del Sol, Sello de la Mujer/Serpiente, y Sello del Carnero. ¿Algún ritual sumerio que los vincule?
​Elias, nervioso pero concentrado, respiró profundamente. —¡Es la Canción de Cuna de Ishtar! Se la cantaban a los niños sumerios para enseñarles el orden de la vida y la muerte. Mi abuela me la cantaba.
​Elias recitó la canción, traduciendo rápidamente del sumerio:
​*"El Carnero es sacrificado antes del amanecer, trayendo un nuevo día. (El Comienzo)
​El Sol se eleva sobre el desierto, dando fuerza y crecimiento. (La Vida)
​La Serpiente tienta al rey, y toma la vida. (El Fin)"*
​—¡Ese es el orden! —exclamó Zara—. Carnero (Renovación), luego Sol (Crecimiento), y finalmente Mujer/Serpiente (Tentación/Fin).
​Secuencia Correcta: Sello 3 (Carnero) \rightarrow Sello 1 (Sol) \rightarrow Sello 2 (Serpiente).
​[Activación de los Sellos]
​Ethan y Zara se pusieron de pie, listos para golpear los sellos.
​—No podemos solo romperlos. Merlín usó la alquimia en Tintagel. Estos sellos deben ser neutralizados alquímicamente antes de romperse —advirtió Ethan.
​Ethan examinó el sello del Carnero. Estaba hecho de arcilla gruesa, pero tenía pequeñas grietas. Alistair le había enseñado a reconocer las "trampas de Merlín".
​—La arcilla está mezclada con un agente corrosivo. Si la golpeamos, el polvo liberado nos envenenará. Necesitamos un agente neutralizante que neutralice la reacción corrosiva.
​Zara recordó la leyenda del Elixir. —Gilgamesh encontró la flor de la vida en el fondo del mar. ¿Agua de río?
​—¡No! El elixir es un extracto vegetal. Necesitamos un ácido orgánico, algo que actúe como un catalizador vegetal —dijo Ethan.
​Ethan abrió una de sus cantimploras. Contenía una solución de limón concentrado y sal, utilizada para limpiar reliquias de metal oxidado.
​Sello 3 (Carnero): Ethan roció la solución de limón concentrado sobre el Sello del Carnero. Se oyó un leve silbido mientras la acidez del limón neutralizaba el agente corrosivo.
​¡Golpe de Gracia! Zara usó una maza corta de rescate para golpear el sello. El sello de arcilla se rompió en un polvo inofensivo, cayendo en la depresión de la pared.
​Sello 1 (Sol): Repitieron la operación en el Sello del Sol. La solución de limón neutralizó el agente, y Ethan rompió el sello de arcilla con un golpe preciso.
​Sello 2 (Serpiente): Solo quedaba el último sello. Pero este sello no tenía grietas. Estaba hecho de una arcilla más dura, de un color negro brillante, con el rostro de la diosa Ishtar emergiendo de las serpientes.
​—¡Este no es corrosivo! ¡Es un sello de silicio! Merlín lo mezcló para ser resistente a los golpes —dijo Zara, dándose cuenta de que la maza rebotaría.
​El ruido de la perforación se convirtió en un estallido. Los mercenarios estaban a punto de atravesar.
​—¡La tablilla! ¡Necesitamos la tablilla! —gritó Ethan, recordando el material.
​Ethan recordó las propiedades del Basalto (la roca que recubría la cámara).
​—¡Zafarrancho! ¡Necesitamos un impacto ultrasónico! —dijo Ethan.
​Zara usó el generador de audio direccional (el mismo que simuló el helicóptero) y lo colocó cerca del Sello 2. Zara ajustó la frecuencia al máximo para generar una onda de resonancia ultrasónica.
​El aire vibró. El Sello de la Serpiente se agrietó y se hizo añicos en un polvo fino.
​La cámara final se abrió, revelando un pasadizo estrecho y una luz espectral.
​—¡Adelante! ¡Estamos dentro! —dijo Zara.
​En ese momento, el techo de basalto sobre ellos cedió. El taladro de los mercenarios se abrió paso, seguido por una lluvia de escombros y el grito de furia del Dr. Zev.
​—¡No lo han logrado! ¡El Elixir es mío! —rugió Zev, descendiendo por la cuerda. Escena: Uruk. Pasadizo a la Cámara del Elixir.
​El Dr. Aris Zev y sus mercenarios estaban descendiendo por el agujero recién perforado en el techo. Ethan y Zara habían ganado una ventaja, pero ahora enfrentaban la trampa final: el suelo del pasadizo cubierto con granos de arena magnéticos.
​—El Elixir está al final, pero si pisamos mal, la cámara colapsará. ¡Es una trampa magnética! —exclamó Zara, deteniéndose justo en el umbral.
​[La Daga de Merlín: El Metal Inerte]
​Ethan recordó las palabras de Alistair sobre la Daga de Merlín: no era solo un activador, sino un objeto con propiedades metálicas únicas.
​Ethan activó la radio: —¡Alistair! ¡Necesito la Daga de Merlín!
​Alistair, que estaba en el pozo de entrada vigilando a Zev, respondió de inmediato: —¡Toma! Recuerda, está hecha de una aleación de bronce que Merlín diseñó para ser completamente inerte al electromagnetismo y a la magia del mithril. Es el neutralizador.
​Alistair ató la Daga de Merlín a una cuerda y la deslizó por el pozo hasta Ethan.
​Ethan tomó la Daga de bronce oscuro. Se arrodilló y, sin tocar el suelo, la deslizó suavemente sobre la alfombra de arena magnética.
​El efecto fue hipnótico y preciso. La Daga, al ser totalmente inerte y no reactiva a la polaridad, obligó a los granos de arena magnéticos a alinearse a su alrededor, dejando un camino claro en el centro.
​La arena negra se separó como una cortina, revelando un estrecho sendero de piedra de basalto neutral en el centro.
​—¡Es el camino seguro! —suspiró Zara.
​[El Ataque del Doctor Zev]
​En ese momento, el Dr. Zev y un mercenario ya estaban en el suelo de la biblioteca. Zev vio la apertura de la cámara final y a Ethan y Zara parados en el umbral.
​—¡Ahí están! ¡No permitiré que unos aficionados me roben la eternidad! ¡Fuego al pozo! ¡No dejen que entren! —gritó Zev.
​El mercenario levantó su arma.
​—¡Cubrirse! —gritó Zara.
​Zara disparó un dardo de gas somnífero de alta potencia contra la linterna del mercenario. La luz se apagó y el mercenario se llevó las manos a la cara. Zev, sin embargo, era más rápido. Se arrojó al suelo mientras Zara disparaba.
​Ethan y Zara no podían arriesgarse a un tiroteo en un lugar tan frágil. Tenían que llegar a la cámara del Elixir.
​—¡Vamos! —dijo Ethan.
​Caminaron cuidadosamente sobre el sendero de piedra revelado por la Daga, con Zara cubriendo la retaguardia.
​El Dr. Zev, al ver cómo la arena se movía para revelar un camino, comprendió el truco de la inercia magnética.
​—¡Maldito Merlín y sus trucos! ¡Mercenarios, síganlos exactamente por el centro! ¡Yo voy por el Elixir!
​[La Cámara del Elixir]
​Ethan y Zara llegaron al final del pasadizo y entraron en la cámara final.
​Era una sala pequeña y circular. En el centro, flotando en un campo de fuerza espectral de energía verdosa, no había un cáliz ni una joya. Había un diminuto vial de cristal de roca que contenía un líquido dorado que pulsaba con una luz interna suave.
​—¡El Elixir de los Inmortales! —dijo Ethan, sintiendo el poder palpable en el aire.
​El vial estaba colocado sobre un pedestal de piedra, cubierto con grabados sumerios de la flor de la vida y el nombre Gilgamesh.
​El Dr. Zev entró en la sala, con la cara descompuesta por la avaricia.
​—¡Deténganse! ¡Es mío! ¡Por esto he trabajado toda mi vida! ¡La vida eterna, sin enfermedad, sin decadencia!
​Zev sacó de su bolsillo un detonador con un temporizador digital.
​—Si no puedo tener el Elixir, ¡nadie lo tendrá! ¡Activaré las cargas que coloqué en el pozo antes de perforar! ¡Esto volará las ruinas y nos sellará aquí dentro! —amenazó Zev.




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