Inicios siglo XXI.
Alicia era una muchacha de origen europeo, cabello rubio, ojos oscuros, cuya familia estaba en Estados Unidos desde al menos 100 años, cuando entró en la adolescencia su padre decidió que ya no debía seguir estudiando, iba a ponerla a trabajar para que en el hogar pudieran tener más ingresos.
— Todavía ni terminó la secundaria, tengo solo 16 años, quiero ir a la Universidad.
— A nadie en esta casa le importa lo que tú quieres, ya sabes cocinar y hacer aseo, con eso es suficiente para ir a una casa adinerada a trabajar de sirvienta, o si no, a fin de año te buscaré un marido, para que te mantenga, asi sería una boca menos que alimentar.
— Yo no quiero casarme.
— Estas loca, todas las mujeres quieren casarse con un hombre que las mantenga.
— Quiero ser abogada — explicó en un susurro.
— Estás chiflada, no puedo creer que tengas esas ideas, no podrás sacar una carrera tan difícil, mejor acepta tu destino.
Estuvo por tres meses encerrada en el cuarto que compartía con 3 hermanas. Solo la dejarían salir si aceptaba ir a trabajar.
— No pueden hacerme esto — reclamó nuevamente esa mañana la adolescente.
— Soy tu padre, puedo hacer lo que quiera contigo. Así que mejor me vas bajando esos aires de princesa.
— Mamá ayúdame.
La mujer apenas levantó los ojos de la olla que estaba lavando.
— Tu padre tiene razón, hazle caso — susurró temerosa de ver al hombre a los ojos.
— Hasta tu madre sabe que tienes que hacerme caso, eres una desagradecida, te he mantenido por 16 años, ya es hora que me pagues eso.
— No lo haré jamás.
Así fue como siguió recluida en su pieza.
Les pidió a sus hermanas que le dijeran a su profesor lo que estaba pasando, pero ninguna lo hizo, tenían miedo de cómo reaccionaría su progenitor si se enteraba. En vista de que no le hacía caso, el hombre obligaba que sus hermanos, por turnos, que le dieran una paliza cada semana, en vista que eso tampoco resultó, ordenó a su madre darle solo pan y agua, en unas semanas, Alicia había adelgazado mucho, ya cansada de la situación y que nadie le ayudara, pensó una solución desesperada.
— Está bien padre, haré lo que quieres.
— Que bien que entraste en razón, y justo a tiempo, me dieron el dato para un trabajo, queda algo lejos, así que tendrás que quedarte a vivir allí, son personas con mucho dinero, si juegas bien tus cartas, tal vez consigas quien te mantenga, y a mí por supuesto.
Alicia, en vez de ir a la entrevista fue a una Comisaría y denunció su situación.
— No digas tonterías, eso no pasa en estos tiempos.
— ¿Usted cree que quise hacer dieta? No me han dado más que agua y pan, no me dejan ir a la escuela, pregunte en mi escuela, o también cree que me golpee yo sola.
— Capitán ¿Qué hacemos?
— Llévenla a un hospital, si ellos dicen que esos hematomas no pudo hacérselos ella, tendremos que investigar. Estos líos de familia nos hacen perder el tiempo, luego te arreglarás con tus padres y nosotros quedaremos como los malos del cuento.
— No he mentido, estar en el mismo infierno es mejor que volver con ellos.
En el Centro Asistencial corroboraron el estado de desnutrición, y que las lesiones no pudo hacérselas ella misma, así que llamaron a los Servicios Infantiles, mientras investigaban fue enviada a un hogar temporal.
Se comprobó que hacía más de 3 meses que no iba a la escuela, su madre avisó que la "habían trasladado a otro colegio", esa mentira sumada a que no le daban comida suficiente, y que ya habían ofrecido los servicios de la joven para trabajar entre sus conocidos, hizo que los progenitores fueran enviados a la cárcel mientras se realizaba el juicio, a sus hermanos y hermanas los internaron también.
— ¡¡Cómo pudiste hacernos eso!! Tú erás quien no quería seguir estudiando.
— No seas mentiroso, señor Juez yo quiero ser abogada, deseo hacer algo con mi vida.
— Ve que loca esta, ella con suerte será una lavaplatos.
— Las pruebas avalan lo que dices esta jovencita — el juez estaba sereno — aunque sus otros hijos digan lo contrario. Según un informe psicológico las niñas demuestran un miedo muy acentuado hacia usted, y los varones lo idolatran.
— Solo soy estricto con ellas, no quiero que sean unas flojas, en cambio mis niños son unos ángeles.
— Usted me odia como a todas las mujeres, a mis hermanas mayores las obliga a trabajar para que le devolvamos lo que gasto en criarnos.
— ¡Como puedes decir eso! Querías irte a trabajar, estoy seguro que nunca te irá bien porque no aceptas tu destino.
Al final a los padres los dejaron libres, los varones volvieron a la casa, pero las hermanas escaparon de donde las habían internado, en atención a esta situación, el psicólogo y la asistente social pudieron realizar los trámites y dejaron a Alicia internada.
La adolescente cortó todo lazó con su familia, se aplicó en el estudio, y gracias a becas y trabajos de medio tiempo pudo graduarse como abogada, con el tiempo consiguió arrendar una pequeña casa y una oficina, donde con su amiga Rosa, una morena que al igual que ella tuvo que luchar contra muchos problemas para poder titularse, en la oficina ambas eran recepcionistas, secretarias y todo lo que se necesitaba. Con el tiempo se hicieron de una buena reputación, así consiguieron algunos socios más, entre todos levantaron un próspero bufete. Un día conoció a un hombre maduro, que la atrajo desde la primera vez que se vieron.
Él era un hombre muy sereno, le llevaba por lo menos 20 años, pero ella lo veía joven todavía, admiraba su rostro discretamente cuando conversaban cosas de sus negocios, que le permitían al varón vivir de sus rentas.
— Srta. Alicia, se hizo tarde, pero debemos terminar esto, mañana temprano viajo a Francia.
— Si le parece podemos quedarnos a terminar, a no ser que su esposa le moleste que llegue tarde a su casa — se sonrojó la mujer rubia, por la pregunta tan osada.