El Encanto De...

EL ENCANTO DE... SUGA

Era un día cualquiera, y el bullicio del centro comercial me envolvía como un manto familiar. Con un par de auriculares en mi bolsa y la idea de explorar la sección de electrónica, decidí que era un buen momento para perderme entre los gadgets y el sonido envolvente de la música. Siempre había tenido una debilidad por los aparatos tecnológicos, pero aquel día, algo más me esperaba.

Mientras paseaba por la sección de sonido, atrapada entre altavoces y auriculares de última generación, noté a un chico con una mirada intensa que se concentraba en una de las pantallas. Su cabello oscuro y desordenado caía en suaves mechones sobre su frente, y una camiseta sencilla acentuaba su figura. Sin pensarlo, me acerqué para ver qué estaba escuchando.

— ¿Te gusta esa canción? — le pregunté, aunque sabía que no era solo la música lo que me atraía.

Él se giró, sorprendido, y sus ojos se encontraron con los míos. En un instante, sentí una conexión, una chispa que no había anticipado.

— Sí, es genial — respondió, una leve sonrisa asomándose en sus labios —. Soy Suga.

— Soy Marina. Encantada.

Después de que nos presentamos nuestra conversación fluyó tanta naturalidad, y antes de darnos cuenta, habíamos estado hablando sobre música durante horas. Descubrí que compartíamos gustos similares y que su pasión por el sonido era contagiosa. Al despedirnos, sentí que había encontrado en Suga a alguien especial, aunque no podía prever lo que vendría después.

Con el paso de las semanas, Suga se convirtió en una constante en mi vida. Comenzamos a encontrarnos en el centro comercial con regularidad, pero nuestras conversaciones se extendieron más allá de la música. Hablamos de sueños, de aspiraciones y de miedos, y cada encuentro se volvía más significativo. Era como si cada palabra compartida construyera un puente entre nosotros, uniendo nuestras vidas de maneras inesperadas.

Una tarde, mientras tomábamos café en una pequeña cafetería del centro comercial, Suga me mencionó a sus amigos. Su entusiasmo era evidente, y me sentí intrigada. Finalmente, me invitó a conocerlos, y aunque un poco nerviosa, acepté con una sonrisa.

— Te prometo que son geniales — me aseguró, sus ojos brillaron de emoción.

Esa misma semana, fuimos a un pequeño estudio donde sus amigos estaban grabando algunas canciones. Al llegar, me recibió un grupo de chicos llenos de energía: Jin, RM, J-Hope, Jimin, V y Jungkook. Cada uno tenía una personalidad única, pero lo que más me impresionó fue la forma en que todos se complementaban entre sí, como una pequeña familia.

Jin, con su sonrisa cálida, me hizo sentir como en casa de inmediato. RM, siempre pensativo y profundo, comenzó a hablarme sobre la música y el arte de contar historias a través de las letras. J-Hope, con su energía inagotable, nos hizo reír con sus anécdotas divertidas, mientras que Jimin, con su dulzura, me trató con una amabilidad que me tocó el corazón. V, con su naturaleza curiosa, me hizo preguntas que revelaron un interés genuino por conocerme. Jungkook, el más joven, se mostró tímido al principio, pero poco a poco fue abriéndose y compartiendo su pasión por aprender todo lo que pueda.

Con cada encuentro, la amistad creció como una planta bien cuidada, floreciendo en risas y momentos compartidos. Nos reuníamos a menudo, y pronto me sentí como parte de su círculo. Las tardes se llenaban de música, juegos y conversaciones profundas. Los chicos eran como hermanos, y Suga, mi ancla en medio de esa nueva familia.

A medida que pasaron los meses, mi relación con Suga se volvió más profunda. Las miradas que compartíamos estaban cargadas de significado, y nuestras conversaciones se tornaron más íntimas. Un día, mientras caminábamos por el parque, tomados de la mano, Suga se detuvo y me miró a los ojos.

— ¿Sabes? — dijo, su voz suave y ronca —. Me encanta estar contigo. Eres… diferente.

Mi corazón dio un vuelco. La vulnerabilidad en su mirada me hizo sentir un nudo en el estómago.

— ¿Diferente? — pregunté, buscando entender lo que quería decir.

— Sí, en el mejor sentido. Siento que contigo puedo ser yo mismo. No tengo que poner una fachada.

No pude evitar sonreír ante su honestidad. En ese instante, supe que sentía lo mismo. Con el tiempo, nuestra conexión se transformó en algo más que amistad. Los pequeños gestos, las risas compartidas y los momentos de apoyo mutuo se convirtieron en la base de lo que estábamos construyendo.

Un día, mientras veíamos una película en casa de Jimin, Suga me tomó de la mano y, con un brillo en sus ojos, me susurró: “¿Te gustaría ser más que amigos?”. Su voz estaba llena de una mezcla de nervios y esperanza.

Sin dudarlo, asentí, sintiendo una oleada de felicidad. Era un paso que ambos deseábamos, y desde ese momento, nuestra relación floreció en un nuevo nivel de intimidad. A partir de ahí, compartimos no solo risas y sueños, sino también temores y anhelos.

Mis días estaban llenos de música y amistad, y la conexión que había comenzado entre Suga y yo se convirtió en un hermoso romance. Con sus amigos a nuestro lado, exploramos la vida juntos, y cada día era un nuevo capítulo en nuestra historia, una mezcla perfecta de amor, amistad y música.



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En el texto hay: fanfic, romance, bts

Editado: 12.11.2024

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