La noche era fría, con una capa de niebla que cubría las calles de Seúl. Las luces de los autos pasaban como sombras fantasmales mientras nosotros, la unidad más confiable de la organización, nos preparábamos para una misión secreta que pondría a prueba no solo nuestras habilidades, sino también nuestras lealtades.
El equipo estaba listo para infiltrarse en una red internacional de tráfico de armas que había estado operando bajo el radar durante años. Nuestra tarea era clara: destruir su infraestructura y asegurarnos de que su líder, el cerebro detrás de toda la operación, desapareciera sin dejar rastro. Sin embargo, lo que ninguno de nosotros sabía, era que esa misión traería consigo más traiciones y secretos de los que podíamos imaginar.
Me encontraba en la sala de planificación, con todos los demás miembros del equipo reunidos alrededor de la mesa. Jin, mi jefe, estaba de pie al frente, sus ojos fijos en el mapa desplegado sobre la mesa. No era solo el líder de nuestra unidad; en esos momentos, sus palabras eran las que decidían el destino de todos nosotros. Pero había algo en su mirada esta vez que me desconcertaba, algo más allá de la seriedad de la misión. Era como si estuviera tratando de decirme algo que no podía expresarse en palabras.
— ¿Todo claro? — preguntó Jin, su voz profunda y segura.
Asentí, sabiendo que mi respuesta era solo una formalidad. Tenía total confianza en él, como siempre. Después de todo, era el hombre que me había rescatado en más de una ocasión, el que me había dado una oportunidad cuando nadie más lo hacía. Pero esa noche, algo más se movía entre nosotros. Un sentimiento silenciado, que nunca había sido hablado, pero que se sentía en cada mirada que intercambiábamos.
A mi lado estaba J-Hope, mi mejor amigo en el trabajo, pero las cosas entre nosotros ya no eran como antes. Aunque compartíamos el mismo objetivo, las sonrisas que antes se intercambiaban en momentos de tensión ahora eran reemplazadas por una distancia invisible. Yo no entendía qué estaba pasando, pero sentía que algo oscuro y personal se ocultaba bajo su comportamiento.
— Todo en orden, jefe. — dijo V, que estaba a mi lado. Su tono era calmado, su rostro impenetrable. Siempre tan enigmático, siempre tan distante, pero había algo en él que me atraía. Algo que me mantenía cerca, algo que compartíamos en secreto, aunque nadie más lo supiera. Un romance oculto que había comenzado hace meses, alimentado por miradas furtivas y caricias discretas en medio de la oscuridad.
Jin parecía no notar la tensión entre J-Hope y yo. Sus ojos seguían brillando con una determinación inquebrantable, pero algo más también era evidente: Jin me miraba de una manera diferente. Y no podía ignorarlo. Había algo en la forma en que se acercaba a mí, en la forma en que su cuerpo se alineaba con el mío cuando estábamos en la misma habitación, que me decía que no era solo el jefe que me confiaba una misión. Había algo más profundo, algo que solo se podía notar entre líneas, en el silencio.
Antes de que pudiera pensar más en eso, RM entró en la sala. Su expresión era de puro profesionalismo, pero algo en su postura me hizo dudar. Sabía que él tenía la capacidad de ser el más calculador de todos nosotros, y su presencia en la misión no era accidental. Estaba aquí para asegurarse de que no cometiera errores, pero algo en su actitud me hacía pensar que su interés iba más allá de la simple coordinación.
— ¿Todo listo para la infiltración? — preguntó RM, mirando a todos, pero de manera particular, a mí.
Por un momento, creí que sus ojos brillaban con algo más. Como si hubiera algo que no estaba dispuesto a decir, algo que tenía que ver conmigo. Pero no era el momento de pensar en eso.
La misión comenzó esa misma noche. El objetivo era infiltrarse en el complejo donde se almacenaban las armas y desmantelar el sistema de comunicación del grupo enemigo. A través de una serie de complicadas rutas y códigos, nos movíamos en la oscuridad, cada uno de nosotros un engranaje más de un plan meticulosamente elaborado. La tensión se sentía en el aire, y el riesgo era evidente en cada paso.
Al principio, todo parecía estar bajo control. V y yo estábamos sincronizados, nos movíamos como una sombra, cubriéndonos mutuamente. Jin estaba a cargo, supervisando desde un punto de control más seguro, mientras que J-Hope estaba en el perímetro, aparentemente vigilante, pero su actitud distante me hacía sentir incómoda. ¿Por qué me miraba así? ¿Qué había cambiado entre nosotros? Y, lo más inquietante, ¿qué sentía yo realmente por él?
Sin embargo, cuando estábamos a punto de llegar a nuestra meta, todo se derrumbó.
Un ruido de pasos nos alertó. J-Hope hizo un gesto con la mano, indicando que debíamos detenernos. Pero lo que no sabíamos era que entre nosotros había un traidor. Jungkook, uno de los miembros más confiables, había estado enviando información al enemigo. Nos había vendido, y en cuanto descubrimos que algo no estaba bien, fue demasiado tarde.
De repente, el sonido de un disparo quebró el aire. La bala pasó tan cerca que sentí el zumbido en mis oídos. Me agaché rápidamente, mirando alrededor. Fue RM quien disparó, pero no a nosotros. Estaba intentando interceptarnos, evitar que llegáramos a nuestro objetivo, y no tenía intención de dejarnos salir con vida.
Todo se volvió caótico. Jin gritó una orden, y nos reagrupamos, pero Jungkook ya había desaparecido en la oscuridad. Los enemigos comenzaron a rodearnos, y la misión estaba a punto de volverse una trampa mortal.
Editado: 12.11.2024