Estaba oscuro. Tenía que ir al baño y volver. Pronto, sintió otra presencia acompañándola:
La luz se encendió y ahí estaba. La niña dio el primer pisotón. Estaba descalza y asustada. El piso, pasada la sección con cerámicas, se sentía áspero y frio. El ambiente se volvió tenso: ella se llenó de nervios. Era veloz, debido a su juventud, al igual que su rival. La pelea era incesable, niña contra cucaracha. El ser humano contra el reino animal. Una persecución sacada de una película de terror.
Luego de unos minutos de extrema ansiedad, sintió el roce. Aquel roce que le erizó la piel, esa “caricia” que la sacó de su eje principal e hizo que estallara en llanto. Volvió más que deprisa donde su madre, quién la consoló y la acompaño hasta que se durmió. Se había asustado mucho, cosa bastante normal siendo su primera vez fuera del nido bajo el refrigerador.