Aranza ya fuera de la mansión emprende camino hacia Mérida, serian unas cuantas horas de viaje, por lo que no le importa nada sino mas bien llegar y cargar a su hijita y su hijito, se imagina su carita, sus manitos, sus piecitos, y se pregunta si se parecerán a ella o a los padres, cosas que ruega internamente que sea a ella, aunque no esté en contra, lo importante es que estén bien, ya ha pasado un mes desde que paso todo eso, ¿Estarán grandes? ¿Estarán bien? ¿Estarán bien alimentados? Miles de preguntas pasan por su mente y tratándose de Mayra no vaya ser que la haya pagado con lo más preciado de su vida, que son Alexa y Aran.
Después de varias hora de carretera llega a la ciudad de Mérida, tiene años sin pisarla por lo tanto el sitio esta cambiado, en muy buen estado, tiendas de ropa, cafeterías, pastelerías, tiendas automotriz, y muchas cosas más, se siente hambrienta y se estaciona en una cafetería para comprar un cachito de jamón con un capuchino, se baja del auto y se adentra al café para pedir lo que desea.
--Hola, por favor me podría dar un cachito de jamón junto con un capuchino—la chica anota el pedido y le da el ticket para que luego pueda pasar a recoger lo que pidió, --Gracias—.
Mientras está comiendo se pregunta ¿Dónde están los chicos?, no quiere llamar a Alexter por si sospecha de ella, así que esperaría unas horitas mas para hacerlo, de repente pasa algo inesperado, Aranza mira atreves de la vitrina del café a una mujer muy parecida a Mayra junto con un coche de bebe doble ¿no pueden haber dos Mayra iguales? Es lo que se repite internamente, se fija en la mujer hasta que esta por fin voltea y es justamente la persona que ella está buscando, su corazón se acelera, su hija y su hijo están vivos y pensar que ella los tiene en sus manos le da aun más coraje, sale del café para seguirla ya que se ha montado en su camioneta, no espera mas y la sigue.
Durante el camino le deja un mensaje a Alexter ya que los intentos de llamadas la mandan al buzón, --Hola mi amor, sé que me vas a odiar de manera literal por lo que te voy a decir, pero no podía quedarme en casa y saber que mis hijos estaban en manos de esa mujer, así que estoy ahora mismo siguiéndola, no te preocupes por mí, me se cuidar—y finaliza.
[…]
Por otro lado Alexter, Cameron, Stefan, Tyler y Trevor no están más que encerrados en un sótano atado de manos, Mayra al enterarse que habían llegado tomo las precauciones necesarias.
Horas antes de que Aranza llegara a Mérida…
--Ok chicos ya llegamos, Tyler ¿Dónde se supone que debemos encontrar a Mayra?—pregunta Alexter al mismo tiempo que mira la carretera.
--Ella vive en una casa un poco alejada del centro de la ciudad, es un antiguo establo—
--Bueno entonces guíanos—y Tyler no hace más que hacerlo.
Al llegar al establo, es una hacienda pequeña, con ganados, ovejos, gallinas, un lugar que parece tranquilo, un portón de rejas blancas hace frenar el auto donde estos andan, un campesino es quien los recibe.
--¿En que puedo ayudarlos?—pregunta el joven de unos veinte años quizás.
--Estamos buscando a la señora Mayra—responde Alexter tranquilamente.
--¿Y ustedes quiénes son?—pregunta el joven nuevamente.
--Somos unos amigos de ella—y este no hace más que asentir, le hace señas al otro que custodia la entrada para que abra el portón que se abre de manera automática.
--Esto no pinta bien—dice Cameron, --¿Te parece que sean personas normales? Y si son uno de nosotros y no lo sabemos—dice poniendo todas las opciones posible.
--¿Tu crees? Nos hubiesen atacado ¿no crees?—responde Stefan.
--Estoy de acuerdo con Cameron—interviene Trevor, --Esto me parece un sitio muy tranquilo y tratándose de Mayra, algo muy extraño pasa aquí--.
A medida que avanzan observan el lugar, es una hacienda muy bonita, Alexter por fin estaciona el auto.
--Cualquier cosa luchemos—son las palabras alentadoras de Alexter.
Los chicos se bajan del auto, y un campesino que no es el mismo que los recibió en la entrada los hace pasar a la hacienda, caminan un largo pasillo y luego observan una pequeña plaza descubierta con banquetas y una fuente, el campesino los hace esperar allí.
--Enseguida vuelvo, le diré a nuestra señora que están aquí—y ellos asienten sentándose en las banquetas.
--Esto no me huele a nada bien—indica Cameron.
--Sera que puedes relajarte—menciona Alexter, --Yo también siento lo mismo que tú, así que estén alerta--.
Los chicos observan el lugar por si alguna sorpresa los derrumba, y dicho como hecho, estacas de madera empezaron a salir de lugares que no vieron venir, introduciéndoles a cada uno de ellos y haciéndolos caer al suelo, debilitados no hacen más que quejarse del dolor.
--Que grata sorpresa—habla una mujer rubia de piel pálida, y buena postura de su cuerpo., --Bienvenido a casa hermanito—los chicos no entienden su comentario. Pero solo uno sí.
--Elena Hellsing—responde Trevor mirándola y aguantando el ardor que le causa la estaca, --Bonita bienvenida—y le sonríe sarcástico.
[…]
--Desde cuando tu hermana te odia tanto ¿he?—pregunta Tyler ya que sus brazo le cansa de estar tanto tiempo hacia arriba.