El Encuentro De Dos Almas

22 EN CASA DE NUEVO

Lissa y yo subimos la escalera tomados de la mano, le fui mostrando las habitaciones una a una. Al llegar a la cuarta, que estaba ubicada al fondo del pasillo, Lissa se emocionó más de lo que hubiese creído posible, pero eso no fue lo que más me extrañó, sino sus palabras.

—Tony, ¡estoy en casa de nuevo! —abrió los brazos, como queriendo abrazar la habitación—. Mira, ¡es mi colcha, es mi cama, son mis muebles!

—¿Qué estás diciendo?, no entiendo nada. ¿Cómo que tu cama? Esto estaba aquí la primera vez y sigue estando tal como estaba. Esta fue la habitación que utilicé cuando vine con Lucas y Mathías.

—¿Quieres decir que no mandaste a preparar la habitación para sorprenderme? Eso no es posible, Tony —la verdad es que no me había fijado, esta habitación era una réplica del lugar que ocupaba Lissa en su casa materna. Aunque, para ser sincero, no había estado las veces suficientes allí como para haberme dado cuenta que era igual. Algo no estaba bien, no era razonablemente posible que a tantas horas de distancia, en dos lugares completamente distintos, existieran dos habitaciones con los mismos muebles, la misma colcha, las mismas cortinas, incluso, la lámpara era idéntica a la de Lissa.

—Tony, di algo por favor, te has quedado boquiabierto, tus ojos quieren salir de su lugar —me esforcé mucho para articular las palabras, mi cerebro no conectaba con mis cuerdas vocales.

—Lissa, cariño, esto no… no tiene sentido.

—Todo tiene sentido si sabemos observar, todo tendrá sentido si esta vez sabemos respetar —una voz desde el pasillo nos hizo a ambos dar un respingo. Mi instinto fue proteger a Lissa con mi cuerpo.

—¿Quién está allí? —pregunté.

—Yo —ante nosotros estaba la misma anciana que meses atrás había cuidado de mi para luego hechizarme con sus palabras—. ¿No saludas, viejo amigo?

—Buenas tardes —dije con esfuerzo. El sentirme temeroso estaba pasándome muy seguido y no me sentía cómodo con esa emoción—. Es usted, la busqué por todas partes la vez anterior.

—Tal vez no buscaste en el sitio indicado. ¿Me presentas a tu compañera? —dijo con una voz muy dulce.

—Por supuesto. Cariño, ella es… es… disculpe, no recuerdo su nombre —la anciana se acercó a Lissa, que se había colocado a mi lado.

—Puedes llamarme Witch, preciosa —extendió su mano y tomó la de Lissa, la acarició suavemente—. Estuve esperando tu visita por mucho tiempo, espero que te agrade la habitación.

—Me gusta mucho, gracias —Lissa respondió con un sollozo ahogado.

—Lissa ¿qué sucede?, ¿por qué estás a punto de llorar? —la tomé de los hombros para alejarla un poco de esa anciana misteriosa.

—¡Oh, Tony!, no sé. Debe ser el bebé que me tiene tan delicada últimamente, pero la verdad es que —se apartó de mí para acercarse a la anciana—. Es que la mirada de esta amable señora me ha hecho sentir tan aliviada por algo que desconozco que siento unas ganas enormes de llorar.

—Entonces hazlo, preciosa. Una mujer no debe reprimir sus sentimientos —luego la abrazó y para mi asombro, Lissa comenzó a llorar mientras la anciana la arrullaba con una extraña canción. Un rato después, no pude continuar sólo viéndolas, así que le aparté los brazos del cuerpo de Lissa y le pasé mi brazo por sus hombros.

—Cariño, debes estar cansada, vamos a recostarte un rato mientras veo qué puedo preparar para cenar.

—Nada de eso, joven. Fui contratada para cuidar de los ocupantes de la cabaña por el tiempo que dure su estadía, así que ustedes descansen y yo prepararé la cena. Descansa preciosa, bienvenida a tu casa —dio la vuelta, salió y cerró la puerta.

Ayudé a Lissa a quitarse el abrigo húmedo que aún llevaba puesto, la senté en la cama y le quité las botas; luego, la ayudé a acostarse. Hice lo mismo sin dejar de mirarla, nunca la había visto tan callada; ni siquiera los días que estuvo enojada conmigo dejó de hablar por tanto rato.

—Lissa, dime que estás bien, por favor. No hagas que me arrepienta de haberte traído a este lugar —se dio la vuelta, colocó su cabeza en mi pecho y tras un suspiro me dijo “no hay en el mundo otro lugar al que hubiese querido ir”, después se quedó dormida.

Pasaron por lo menos dos horas; mientras ella dormía yo miraba el techo pensando en lo extraño que era todo aquello. Tenía que hablar con la anciana, ella dijo que todo tendría sentido si esta vez sabía respetar; puede que ella me diera respuestas si la trataba con respeto, pero cómo iba a lograrlo si, para empezar, la traducción de su nombre era nada más y nada menos que “bruja”. Para mí todo estaba tornándose más complicado y extraño cada vez.

—Tony, ¿has descansado tú también? —preguntó Lissa al despertar

—Sí, no he dormido, pero he estado aquí, cuidando de ustedes.

—No me has dicho cómo te sientes con lo que ha sucedido —dijo sentándose a mi lado—. Todo se volvió muy pesado para mí… la coincidencia de los nombres, la amenaza del chofer, el decorado de la habitación idéntica a la mía, las palabras de la anciana... Tony, me siento tan extraña en este lugar…

—Si no quieres estar aquí, mañana mismo regresamos, Lissa. Sólo dime lo que deseas y lo haré por ti —no me gustaba nada que Lissa se angustiara de esa manera; tenía que calmar sus nervios.




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