Una cita menos desastrosa.
Dortmund, Alemania.
“A veces las luchas de nuestra mente nos impiden ver la realidad de las cosas”
Como seres humanos somos pesimista por excelencia, podemos tener todo lo que siempre queríamos, pero tenemos ese temor constante a lo desconocido, temor a aquello que nos saca de nuestra zona de confort, pero sobre todo temor al futuro. No es malo tener temores, lo malo es no saber cómo salir de ese vacío de desesperación, en el que solo esta nuestra alma enfrentándose a sí misma y tentando a la suerte.
Hera
La voz de mi mente es cada día más filosófica, entiendo que mi vida no ha sido de las mejores estos últimos días y sí que tengo un sinfín de dudas, pero la voz en vez de ayudarme con ellas me manda a reevaluar todo lo que he conocido desde siempre, es como una mala ironía, ¿ver más allá de lo que puedo ver?, esa frase me recuerda a mi padre, soy brontofobica, así que los días de tormenta siempre estaba asustada, ver como el cielo se iluminaba con ese azul característico de un rayo y pocos segundos después escuchar el ruido a lo lejos del trueno, era como si el cielo cantará una canción de odio hacía mí, cada que el cielo se iluminaba mi vista se perdía entre las líneas del rayo, luego el sonido me tomaba por sorpresa y me asustaba hasta el punto de gritar y era ahí cuando llegaba papá con esa sonrisa tan característica de él y me decía que viera más allá, es algo difícil cuando tienes astigmatismo, pero eso nunca le ha importado a mi padre, así que solía entrecerrar los ojos para intentar ver más allá del rayo, la forma de las nubes, incluso una que otra pequeña estrella opacada por la fuerza de la luz o pequeños rayos de sol que se colaban entre las nubes de tormenta, ver más allá de lo que podemos ver es siempre un desafío la pregunta es ¿Estoy lista para hacerlo?
Como si fuera costumbre de Volker interrumpir mis pensamientos el teléfono empezó a sonar.
—Hola Hera, ¿Te interrumpo? — ¿Por qué siempre es tan formal?, una pequeña risa abandonó mis labios.
—No, no lo haces. ¿Cómo estás? — pregunté tratando de tener mi risa nerviosa guardada al menos por un momento.
—Estoy muy bien, te llamaba porque quisiera hablar contigo— expresó Volker con seriedad, ¿Debería asustarme?
—Claro, dime — mi pierna se empezó a mover con nerviosismo
—Yo… hmm… me preguntaba si tu… — Volker suspiro del otro lado.
—¿si yo? — pregunté, esperando la continuidad de la frase de Volker.
—UFF, esto es más difícil de lo que pensaba, ¿Quieres salir conmigo hoy en la noche? — Él soltó el aire ruidosamente.
—¿Me estás invitando a desayunar hoy en la noche? — pregunté seriamente.
—Sí, digo no, no es un desayuno— escuché como se reía con nerviosismo
—Bueno, ante tanta insistencia, ¿A dónde me vas a llevar? —
—Es una sorpresa, eso sí nada muy formal— Escuchar lo nervioso que esta me saca una sonrisa.
—Bueno, ¿hora? —
—A las 7 paso por ti— respondió con seguridad.
Gretha
Han pasado casi 4 días, desde que descubrí quién era el traidor, 4 días en los que me he dado cuento que la única familia que me quedaba estaba llena de mentiras, llena de engaños, pero más que decepcionarme eso solo me ayuda a reforzar la famosa frase de “no confíes en nadie”, siento que en el único que puedo confiar es en Adler, pero ante su reacción no sé que pensar, sé que ha estado tan perdido como yo, es decir, sé que de alguna manera él tampoco sabe en quién confiar, pero también sé que si yo estuviera en sus zapatos no dudaría de mí, nunca le he dado motivos para hacerlo, quizá debería hablar con él pero si hay algo que me caracteriza es mi gigantesco egocentrismo y orgullo, es algo que simplemente no puedo evitar, soy alguien demasiado cerrada frente a este tipo de situaciones, a veces siento que solo me necesito a mi misma y creo que es algo malo de mi personalidad que debería mejorar, pero siguen pasando los años y el destino en vez de hacerme retractarme de esa idea me hace reforzarla.
Llevó, casi cuatro días sin ir al cuartel y a decir verdad algo de descanso no le hace mal a nadie, el problema radica en que tengo que volver, no puedo permitirme perder mi trabajo por mi egocentrismo, la verdadera pregunta es ¿Cómo actuaré frente a Adler o Renerick?, sé que Adler tiene que arreglar las cosas conmigo, así que no me preocupa demasiado, pero cómo voy a fingir frente a Renerick, cómo tratarlo sin que se de cuenta que lo descubrí, cómo saber si él es quien está detrás de todo esto.
La indecisión es una parte importante de nuestras vidas, la sensación de que no podemos asumir el rumbo de nuestras vidas es la peor de todas, pero cuando más hundido estás es cuando sientes la necesidad de salir de todas las cosas que te abruman, una gran ironía.
Creo que el hecho de no tener con quién hablar afecta un poco el remolino de emociones que siento, quizá debería conseguirme un psicólogo, pero en el momento lo único que necesito es salir de este apartamento, mañana será un buen día para volver al comando porque hoy ya no se pudo, no voy a dejar que Adler sepa cuánto me afecto su falta de confianza viendo mi cabello negro desalineado y mis ojos cafés hinchados de tanto llorar, no gracias.
Desde que tuve ese ataque de pánico la idea de que una voz se haya metido en mi mente me aterroriza, pero a la vez me da cierta tranquilidad, de alguna manera esa voz me ayudo, ya sabía yo que Kurt no era el único que merecía el crédito, pero ¿Por qué y con qué propósito? Supongo que tener preguntas sin respuestas se ha convertido en mi nuevo pasatiempo, debería anotarlas para ver si al final de todo esto las resolví, nah, eso es demasiado trabajo, mejor solo las dejo flotando en mi mente, al fin y al cabo, en algún momento las resolveré todas, por algo soy la mejor del equipo, solo tengo que reconciliarme conmigo misma y volver a confiar en mis habilidades.