Nunca creí llegar tan lejos.
Dortmund, Alemania.
1 día después del mensaje.
“Nunca hay personas buenas, siempre hay maldad en la bondad y algo de bondad en la maldad. Sin embargo, la redención siempre estará disponible para los malos y la perdición para los buenos.”
La vida siempre está llena de tentaciones, a veces tentaciones dulces como la miel, otras veces tentaciones un poco más amargas, pero lo que hace la diferencia es la forma en que las afrontas. Puede que negarse a sucumbir sea difícil, pero nunca es imposible.
Renerick fue algo así como daño colateral, un daño provocado por una tentación, no de él como pueden estar pensando, más bien una tentación de Duff, ¿cómo es posible que alguien inocente termine pagando? Tal vez alguien que no es tan inocente después de todo, la historia de Renerick es solo una pizca del principio de la oscuridad, uno de los tantos motivos, pero a decir verdad él no merece nada de lo que le esta ocurriendo, pero así soy yo, lleno de misterios, dramas e historias inconclusas, llenas de misterios y oscuridad. Me gustaría contarles un poco de ese drama tan doloroso para él, pero quizá en otro momento, ahora tengo mejores cosas que hacer.
Renerick
—Señor, ¿Seguro que nadie lo vio? — pregunté con algo de fastidio, es cierto que tuve que revelar que era el traidor, pero mi trabajo de este último año no se puede ir al carajo solo porque el gran Duff estaba aburrido y quería algo de acción.
—Te recuerdo que puedo leer tus pensamientos idiotas, pero sí, estoy seguro de que nadie me noto— respondió con arrogancia como siempre lo hace.
—Creo que en algún momento vamos a tener que movernos de este lugar, ya sabe, hay muchas personas que conocen este escondite—
—Lo sé Renerick, pero créeme cuando te digo que nadie va a ser capaz de cruzar ese laberinto para llegar hasta nosotros, deja el pesimismo, todo saldrá según lo planeado y al final tendrás tu parte del trato —
Mi parte del trato, a estas alturas ni siquiera estoy interesado en tenerla, he perdido todo ápice de esperanza, dudo que en algún momento la recupere, pero sí él dice que lo obtendré solo espero que el gran señor cumpla con su palabra.
—¿Puedo ir a visitar a la prisionera? —
—Claro que puedes Renerick, yo sé lo que ella significa para ti, solo trata de no decir nada, bien sabes que Él parece tener un vínculo especial con ella y no me hace gracia que todo el mundo ande por ahí conociendo mis planes. Es más, aprovecha para llevarle algo de comida. —
Lo único bueno de estar aquí encerrado debe ser la comida, aunque cuando Gretha estuvo aquí no pudo disfrutar de estos manjares, me pregunto si ya sabe que fui yo quién la trajo, supongo que en algún momento podré preguntárselo por mi mismo. La celda de Amira necesita una limpieza, al igual que ella, hay restos de sangre en lo que queda de su ropa, ella esta algo pálida, tiene algunos moretones, algunas cicatrices causadas por las heridas que yo mismo le he propinado, su cabello esta sucio, enmarañado, tiene restos de barro y algo de sangre seca. Me gustaría poder hacer algo por ella, pero dudo que Duff lo permita, aunque para ser sincero no es como si fuera a dejarla escapar, solo quiero ayudarle un poco, en nombre de los viejos momentos, verla ahí, tan indefensa me rompió el corazón, pero ella se lo busco y no puedo hacer nada al respecto, quizá pueda interceder ante Duff para conseguir arreglarla, eso sería lo único que esta a mi alcance.
—¿Qué? ¿vienes a burlarte de mí? — su voz me sacó de mis pensamientos.
—En realidad vengo a traerte algo de comida, tu palidez está muy notoria y la verdad si pudieras verte con mis ojos sé que pedirías algo de comida, has bajado mucho de peso y estoy empezando a preocuparme por ti, puede que incluso tengas anemia o algo así, puede que seas del otro bando, pero no quiero que mueras y menos en estas condiciones. — sentí algo quebrándose en mi interior, creo que decirlo en voz alta es aún más doloroso.
— ¿Bajar de peso? Es algo obvio, no es como si estuviera acá como una princesa, si no te has dado cuenta me tienen amarrada como un perro, ah espera, fuiste tú mismo quien me puso estas cadenas…
El odio cada vez era más notorio en su voz, sus ojos me miraban con firmeza, su pálida piel empezó a sonrojarse, tal como antes solo que esta vez no era por alguna frase linda que le había dicho, esta vez era de enojo, de enojo puro hacía mí, supongo que cada día solo rompo más el amor que algún día nos juramos.
—Entiendo que me odies, pero por favor come algo, así sea tan solo un poco. — Le rogué con intensidad, en todos mis años de vida nunca pensé tener que rogarle a Amira para que comiera, ella siempre tenía una actitud tan agradable con la comida, recordarlo casi hace que se me marque una sonrisa.
— Me alegra que mi misera te quiera hacer sonreír, quiero que sepas que solo voy a comer porque si no lo hago en algún momento me voy a desmayar y no quiero quedarme inconsciente cuando tú estás acá merodeando. —
Esa indiferencia me esta matando, pero ella ya me lo dijo, ella ya paso la página, ella ya me supero, ahora solo soy el causante de su dolor y un idiota que viene a atormentarla en su cautiverio.
—¿Amira? —
—¿Qué quieres Renerick? —
—¿Si sabes el por qué hago todo esto? —
—Lo sé y no tienes idea del cómo me atormento la idea por tantos años—
Kurt
La noche anterior fue una pesadilla para Hera, el mensaje la atormento casi toda la noche, a decir verdad, ni ella ni yo podíamos conciliar el sueño, cada que ella se dormía las pesadillas empezaban a hacer de las suyas y al escucharla quejándose, ver como se movía, mi única opción era despertarla, abrazarla y decirle que todo iba a estar bien.