Al día siguiente realice las mismas cosas como siempre nada me fue especial, nada me causo emoción, nada me fue diferente a lo que ya estoy acostumbrado. Llegue a mi casa, me bañe, me puse la ropa de ayer, y me senté en el sillón a donde estaba en frente una mesa baja a donde se encontraba la foto de Sofía. Era una foto que me hacia recordar aquel momento en el que éramos felices, esa felicidad momentánea esa felicidad fugaz de tomar su foto, que al verla recorde su accidente, y a partir de ese momento la felicidad que me causo la foto desapareció¿Pero acaso es necesario estar feliz siempre? Acaso una persona feliz siempre debe estar sonriendo. Entonces acaso mi pareja no era feliz porque no sonreía todo el día, o acaso no era feliz Yo, porque no le sonreía a mi pareja cuando venia del trabajo cansado, pero acaso no estaba deseoso de estar con ella, de que me abrazara, entonces la felicidad no se basa en la sonrisa sino como te sientes en ese momento. No son mas que emociones y sentimientos que causaron ese momento de felicidad, porque si digo que era feliz acaso ahora no seré feliz y si no soy feliz, yo tendría la culpa de no ser feliz, pero si la felicidad no depende de los demás si no de uno mismo, entonces ¿porque no soy feliz? que estoy haciendo para no estar feliz. Aquellos pensamientos florecían al recordar la platica con un sacerdote después de la muerte de Sofía. Recuerdo bien sus palabras- La felicidad depende uno mismo no es culpa de Dios, Dios da la felicidad pero depende de uno si quiere ser feliz o amargado—Recuerdo bien su nombre del sacerdote, el padre Cesar, quien cuando lo vi estacionar en la parroquia y salir de su auto, me abalance hacia el, diciéndole que Dios no existe. Le pregunte con ira y enojo ¿Si existe Dios porque permite tanta maldad?¿Porque permite la muerte del Hombre? -por la expresión de su cara pude notar su miedo que me tenia. Alejándome de él, y pidiendo disculpa me empecé alejar, cuando derepente senti que alguien toco mi hombre, dandome vuelta para ver que era el sacerdote que me seguia, invitándome a pasar en la parroquia con una voz de suave que me causo tranquilidad.. Entramos a su oficina y platicamos sobre la existencia de un Dios y la maldad del mundo.