El enemigo de mi corazón

Capítulo 15: Una Noche para la Paz

aveline

Me levante del sillón y me alejé un paso, como si necesitara espacio para que todo lo que acababa de escuchar no me aplastara.

Todo dentro de mí era un torbellino: decepción, confusión, rabia.

¿Cómo era posible que todo esto hubiera pasado por una mentira? ¿Y cuántas vidas se habían perdido por la misma?

—¿Qué te contó exactamente Theron? —preguntó Rowan en voz baja, aún sin mirarme—. Yo también necesito entender.

Lo miré con los labios apretados, con el corazón latiendo con fuerza.

—Dijo que fuimos nosotros quienes incendiamos la primera aldea que intentaron construir —tragué saliva, sintiendo un nudo en la garganta—. Que después, un anciano apareció colgado de un árbol. Que lo mataron nuestros soldados. Que fue una advertencia.

Mi voz tembló. Las imágenes que se formaban en mi mente me erizaban la piel.

Rowan maldijo en voz baja, llevándose una mano al cabello con frustración.

—Maldita sea —masculló—. Tendría que haber insistido más cuando viajé, incluso con Aldric, cuando intentamos hablar con Varian. Buscábamos una tregua, pero ellos no quisieron escuchar. No querían acuerdos. Y ahora entiendo por qué.

Su voz estaba cargada de impotencia, pero en mis oídos solo resonaban las palabras de Theron, la rabia en sus ojos, el dolor detrás de cada frase.

No querían escucharnos porque nosotros habíamos hablado primero con fuego.

—Tenían razones —murmuré, sintiendo cómo se me apretaba el pecho—. Han perdido tanto como nosotros, quizá más.

Cada palabra dolía al salir. Era como tragar espinas. El peso de la verdad se hacía insoportable.

Mi hermano bajó la mirada, y por un instante vi en sus ojos el reflejo de un remordimiento silencioso, de esos que se clavan en el alma y no te dejan dormir. No estaba acostumbrado a cargar culpas; siempre había sido el soldado obediente, el príncipe valiente, el escudo de nuestra familia. Pero ahora su armadura empezaba a resquebrajarse.

—Lo siento, Ave —dijo al fin, con voz baja, sincera—. Ni padre ni yo sabíamos todo esto. Pero te juro que, a partir de ahora, yo mismo me encargaré de que la tregua se respete. No permitiré que ningún inocente más muera. Ya no correrá más sangre si está en mis manos evitarlo.

¿Tregua?

Fruncí el ceño, confundida. ¿Qué tregua? Esa palabra no me sonaba familiar en este contexto. ¿Me había perdido de algo?

La expresión en mi rostro debió ser evidente, porque Rowan continuó, sin que yo tuviera que preguntar.

—Esta mañana, cuando tú y Theron se fueron, tuvimos una reunión con Varian. Tomamos en serio la propuesta que la madre de Theron mencionó anoche durante la cena, la analizamos a fondo, la fortalecimos, y finalmente, fue aceptada. —Rowan hizo una pausa breve, como si midiera el peso de sus propias palabras—. Sabemos que es una tregua frágil, una calma momentánea, pero este pequeño acuerdo garantiza paz al menos por ahora. Y me encargaré de que funcione.

Sus palabras eran firmes, pero su mirada traicionaba la tensión detrás del optimismo.

¿Paz?

Esa palabra, que tanto anhelábamos, sonaba ahora demasiado lejana, casi ilusoria.
Una parte de mí quería creerle.

Pero otra ya no podía aceptar nada sin cuestionarlo primero.

¿Cómo se construye la paz sobre cimientos agrietados por años de odio? ¿Bastaba una promesa, una alianza escrita, para detener generaciones de muerte?

Y entonces, como si una idea urgente lo atravesara, Rowan se irguió de golpe y comenzó a caminar por su habitación, con pasos largos y firmes.

—Eso es —dijo de pronto Rowan, girando sobre sus talones como si acabara de resolver un acertijo crucial—. Necesitamos ganar tiempo.

Lo observé frunciendo el ceño.

—¿Tiempo para qué?

—Para demostrar que nuestras intenciones son sinceras. —Se acercó al escritorio y empezó a revisar algunos papeles—. Voy a organizar un pequeño baile de despedida para la comitiva de Drakhar. Nada oficial ni demasiado pomposo, algo privado, pero significativo. Una celebración antes de que se marchen, como muestra de respeto y también como una manera de retrasar su partida. Necesito al menos un día más.

—¿Un baile? —pregunté, sorprendida.

—Sí. Si se van esta misma noche, perderemos una oportunidad valiosa. Este acuerdo es tan frágil como el cristal, Ave. Si queremos que funcione, debemos tratarlos como aliados, aunque aún no lo sean del todo. Mostrar cortesía, hospitalidad, humanidad.

Sus palabras tenían sentido, aunque la idea de una celebración tan pronto después de todo lo ocurrido me pareció extraña. Pero sabía que, en la política, los gestos importaban.

A veces incluso más que las palabras.

Asentí lentamente.

—¿Crees que aceptarán quedarse?

—Theron puede convencerlos —dijo Rowan. Me miró y por un instante su expresión se suavizó—. Y tú también.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.